Por Natalia Aguiar
Ante un Alberto cada vez más debilitado y asfixiado por Cristina, habrá que ver hasta dónde aguanta este hombre. Es que sin lugar a dudas está siendo víctima de acoso, bullyng de poder, o bullyng laboral, como se mire.
La pasada fue una de las semanas más difíciles para Alberto ya que mientras él y el ministro de Economía Martín Guzmán, trabajaban en construir lazos sólidos con el Fondo Monetario Internacional, Cristina en el homenaje por el Día de la Memoria el pasado 24 de Marzo, tiraba abajo los esfuerzos. Es que a viva voz, dijo que la Argentina no puede afrontar la deuda con el FMI porque no tiene plata, respaldo, sustento. Pero además, lanzó un claro mensaje a Alberto y al peronismo rebelde: “Muchas gracias, señora Presidenta de la Nación”, saludó una locutora a Cristina Kirchner en el acto oficial en Las Flores en el que la vice estuvo acompañada por Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Claro que eso no fue un furcio, fue una daga.
Esta esquizofrenia de poder, en la que por un lado Alberto intenta mediar y construir, y Cristina destruir, debilitan al Gobierno que tiene tres frentes sin resolver: la vacunación, la economía y la inseguridad. Sin contar la pobreza estructural, las falencias en el sistema sanitario y tantos otros puntos flojos de ésta gestión.
Vale todo
Cristina está dispuesta a todo, incluso a llevarse por delante al Gobierno, a Alberto, a quien se cruce en su camino. Va por todo, con tal de ganar las próximas elecciones que le garanticen poder y la impunidad que busca en las causas judiciales. Se dispuso ser quien lleve la bandera del triunfo electoral del peronismo. Enfrenta a los adversarios y a sus aliados. Demuestra día a día que de ella depende el triunfo electoral, que ella es la estratega de todo esto, y que los sindicalistas, gobernadores y hasta el mismísimo Alberto la necesitan, como el agua a la sed. O sea que ella no medirá esfuerzos por lograr su cometido, a como dé lugar.
Le pone los límites a la gestión de Alberto y marca diferencias como en el caso de Justicia, donde logró nombrar a su soldado “pistolero”, Martín Soria, que ya renunció como diputado y ahora podrá asumir como Ministro de la cartera más importante para Cristina. A la señora presidenta, perdón a la vice… le interesa cumplir sus cometidos, entre ellos sanear sus causas judiciales, ganar las Legislativas, alinear precios con los salarios y mejorar la economía, claro a su manera.
Cristina ya está en carrera y ya decidió la estrategia electoral para llegar a las Legislativas de Octubre. Habrá que ver hasta dónde es capaz de llegar. ¿Se llevará puesto al ministro de Economía?, porque ya suplantó al de Justicia.
Cristina ya puso en marcha el objetivo: polarizar el escenario político, marcar la cancha -que lo sabe hacer como nadie-, señalar a los jueces como persecutorios de su gestión, y responsabilizar a la oposición por la millonaria deuda con el FMI.
Además de este contexto hostil para Alberto y para la mayoría de los argentinos, al no aparecer figuras creíbles con alma de líder nato, ni desde la oposición, ni desde el oficialismo, y ante la violenta polarización que impulsa Cristina, quizás la gestión moderada de Alberto pueda tener una mínima esperanza.
El presidente en los papeles, debería preocuparse porque la población acceda a las vacunas contra Covid, se recupere la economía, y la inflación descienda a pasos agigantados. Si se dieran esas variantes, Alberto podría sumar ante un electorado agobiado, frente al huracán “Cristina”, que la sociedad ya no tolera.
Depende de Alberto dar el primer paso para con su impronta, a su manera, marcar diferencias con Cristina y salir ileso de esta radicalización a todo o nada, que no suma.
¿Hasta cuándo aguantará Alberto este acoso de poder, esta estrategia de debilitamiento que direcciona Cristina?.
Alberto vive la maldición “Cristina”
Ambos saben que si esa fórmula se disipa entre tantas internas que ya amenazan con bombas molotov, sería fatal para ambos. Aún se necesitan.
Cristina es indomable, y apuesta a Axel Kicillof como su pollo en Economía y ya señala a Máximo Kirchner como candidato 2023.
La vacunación Vip golpea al Gobierno, como la relación tensa con los otros miembros del Mercosur, en el que Argentina se planta poco flexible para el resto de la región. Alberto Fernández en una entrevista con C5N, afirmó que el discurso de su par uruguayo Luis Lacalle Pou “fue destemplado y agresivo” cuando dijo que el Mercosur era un lastre durante la cumbre de mandatarios que se celebró esta semana de forma virtual, pero aclaró que ese incidente “no pone en riesgo la unidad” del bloque regional. “Me impresiona que digan que el patotero soy yo”. “Yo soy el presidente de Argentina, no tengo por qué soportar que a mi país lo llamen lastre, no voy a dejar que traten así a la Argentina en un grupo regional y tampoco trataría así a nadie, pero fue un incidente y punto”, declaró Alberto visiblemente ofuscado.
Ahora bien, la ruptura con el Grupo de Lima, institución creada para buscar una salida a la situación de lesa humanidad que vive Venezuela, fue un guiño al absolutismo y despotismo de Nicolás Maduro, que el resto de la región y los sujetos pensantes no ven con buenos ojos. Que Maduro no se lleve puesto a Alberto, que en el fondo de su ser debe debe cuestionar a Maduro, porque no deja de ser abogado y sabe que las violaciones a los derechos humanos existen. Alejarse de la administración de Joe Biden, tampoco es buena señal en la política internacional del país.
Ayer, en un claro gesto con miras a las próximas elecciones, el Congreso dio media sanción a los cambios en Ganancias, y le dio facultades al Poder Ejecutivo. Algo que quizás sea cuestionable desde el constitucionalismo. Es decir que aquellos asalariados que no cobren $150.000 pesos, no pagarán el impuesto. Algo que para los tributaristas neutrales , sería un alivio transitorio ante la inflación pero no se soluciona la cuestión de fondo y se perdió una posibilidad de debate.
El presidente debe gobernar, dar respuestas a la incertidumbre que merodea en la gente, porque si se dedica a facilitar chances electorales a los candidatos oficiales, perderá la poca credibilidad que le queda.
A Alberto la gente le pide pasos firmes, seriedad, y que deje de dar señales de debilitamiento y agobio. Que deje de confundir y que empiece a construir. Sino, será su fin.