Qatar es la sede del más grande evento del fútbol a nivel mundial, pero detrás del glamour de uno de los países catalogados como los más ricos, la vulneración a los seres humanos es inadmisible con el marco jurídico internacional existente.
Por Natalia Aguiar
Desde la elección de este pequeño pero poderoso país como sede del evento deportivo que aúna a fanáticos alrededor del sol, las denuncias por discriminación, muertes de trabajadores migrantes, destrato por elección sexual diferente y corrupción han ido en escalada. Pese a la publicidad, el marketing y demás, las violaciones a derechos humanos no cesan.
Por empezar, la FIFA organiza un mundial de fútbol masculino, además de mover millones y millones de dólares y contactos de la economía mundial. Las entradas van desde los 300 a 1200 dólares, mucho más que el salario mínimo de un trabajador migrante en Qatar. Desde el 2010 que se empezaron a hacer obras de infraestructura para llevar a cabo este evento deportivo, cuando Qatar se aseguró los derechos de la Copa del Mundo. Y claro, empezaron por hacer trampa ya que el país fue acusado de haber pagado coimas a la FIFA por U$S 3,7 millones, aunque luego fuera sobreseído, quizás con pago de “peaje” también. Lo cierto es que se quedó con el evento pese a los intentos de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Australia. Al aceptar el desafío, el país debe acomodarse a las reglamentaciones de FIFA respecto exigencias edilicias y estructurales.
Desde ya que existe un trasfondo político, ya que Qatar entre 2017 y comienzos de 2022 fue protagonista de una grave crisis diplomática que conllevó con sanciones y aislamiento de parte de Estados Unidos, Egipto, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, quienes lo señalaron por entablar vínculos con Irán y Turquía y fue señalado como afín al terrorismo. Además, le exigieron el cierre de la agencia de noticias Al Jazeera y de una base militar turca en suelo qatarí.
La puesta en marcha de obras de infraestructura para poner de pie estadios, hoteles, puentes, rutas aeropuertos, puso en evidencia el abuso y la violación de derechos que hasta se consideraron reducción a la esclavitud respecto de los obreros, trabajadores migrantes que en pos de un futuro mejor, aceptan cualquier tipo de condición laboral, incluso inhumana.
Pelota y patada
En ese lugar poderoso y cruel, existe la “kafala”, un sistema de empleo por patrocinio, que se extiende por toda la zona del Golfo, y coloca a los trabajadores migrantes en situaciones de extrema vulnerabilidad ya que en muchos casos son engañados. Incluso hay consultoras que les cobran entre 500 y 4300 dólares para conseguir esos trabajos en Qatar. Pagar para ser abusado. A esto llegamos entre banderas y gritos de goles. Esta “kafala” permite que los obreros sean denunciados si dejan o renuncian a sus tareas y quedan sometidos a la voluntad del empresario que los trae, bajo condiciones infrahumanas de encierro, salarios paupérrimos, tareas forzosas, hacinamiento y demás abusos.
En la construcción del estadio Jalifa, los trabajadores tenían un salario medio de 220 dólares. Pero las constructoras Six Construct y Eversendai, se alzaron con más de 90 y 35 millones de dólares respectivamente. Mientras, las ganancias de Qatar y FIFA suman billones y billones de dólares en blanco. Ni pensar en el dinero que se mueve en las tinieblas.
Esto no es algo nuevo. En 2010, el diario inglés The Guardian en una exhaustiva investigación denunció que 6500 trabajadores migrantes fallecieron desde que se iniciaron las obras en Qatar. En 2021 publicó un informe detallado que ratificaba lo anterior. Por su parte, la ONG Amnistía Internacional también hizo denuncias y publicó en detalle un informe en el que advierte que 1,7 millones de trabajadores, es decir, más del 90 por ciento de la mano de obra era foránea, migrante, golondrina.
Fue en agosto de 2020, que Qatar promulgó dos leyes laborales, para eliminar las restricciones y así los hombres y mujeres migrantes pudieran cambiar de trabajos sin el permiso de quienes los emplean y a elevar el salario. Sin embargo, Amnistía Internacional denunció que esas medidas no se cumplimentaron y que la tortuosa kafala continúa en vigencia.
A la explotación laboral más sanguinaria, se suman denuncias por discriminación sexual, ya que a las personas del mismo sexo que expresen su orientación se las criminaliza, como a aquellas que mantengan sexo fuera del matrimonio. Las leyes obsoletas no fueron modificadas, lo que generó que artistas como Rod Stewart, Shakira y Dua Lipa entre otros, decidan elevar su voz y defender los derechos humanos bajándose del evento de inauguración del Mundial. Otros, menos comprometidos y conscientes de la cuestión, siguen adelante con los ojos tapados. Aunque el sol no se tapa con un dedo. El hacer oído sordo a la violación de otros seres humanos, hace minúscula a la persona, insignificante. Y quizás un día, le toquen la puerta…
La FIFA hace años que está bajo la lupa de la corruptela mundial, sobornos, comercialización, patrocinio indebido y demás. Todo queda en la nada. Eso sí, en 2018 pusieron en marcha la Fundación Fifa de la que Mauricio Macri es miembro, y desde 2022 maneja un presupuesto de U$S18 millones pero con la facultad de recibir donaciones, regalos, herencias, legados, testamentos, etc. Pero de defensa de derechos humanos no se habla.
El mundial de Qatar 2022 expone una realidad inaceptable en el mundo actual, la violación de los derechos humanos y la criminalización de las elecciones sexuales, son obsoletas, atrasan. Detrás del mundial, se esconden importantes intereses económicos y políticos, los derechos humanos van y vienen.
Qatar es muy pequeño con sólo 13.000 kilómetros cuadrados, y es uno de los países más ricos del mundo según el Global Competitiveness Report y el FMI, lo ubica en la lista de los mayores PIB per cápita del planeta. Ranking que desconoce los abusos a humanos. Se trata de una pequeña península del Golfo Pérsico, desde donde el estrecho de Ormuz, une el golfo de Omán con el golfo Arábigo - Pérsico y por el que transita más de 20% del petróleo crudo mundial, según informes de especialistas. Además, posee la tercera reserva de gas natural del mundo con productos centrales como petróleo crudo, el petróleo refinado, el etileno y los polímeros de aluminio, enviados principalmente a Corea del Sur, Japón, India, China y Singapur. Entre sus socios comerciales, Estados Unidos, Alemania e Inglaterra, callados ante la situación humanitaria.
Qatar es famoso también además de por su destrato por ser un gran paraíso fiscal, con bajísima carga tributaria. Según informes de Organismos internacionales, el 75% de los más de dos millones de habitantes que viven allí son extranjeros. El sistema de gobierno es monárquico y se rige por la ley islámica que se conoce como Sharia, mediante la cual se regulan comportamientos morales que sustentan su sistema jurídico.
Qatar prohíbe y pena las relaciones entre personas del mismo sexo o fuera del matrimonio, el consumo de alcohol, las demostraciones de afecto en el espacio público y maldecir. La vida y la conducta de las mujeres queda bajo la tutela de sus maridos a los que deben pedir permiso para estudiar, viajar e incluso a la posibilidad de tratamientos de reproducción o salud sexual.
En Argentina pasaba algo similar allá por 1978 cuando el gobierno de facto tapó con banderas y fútbol la más brutal violación de derechos humanos que viviera Argentina. Ese Mundial fue una excusa para vulnerar derechos.
En el año 1966 esta tierra futbolera fue designada por la FIFA como sede para el Mundial de Fútbol de 1978. Se vivía el temor de la dictadura en las calles con la autodenominada Revolución Argentina que tenía al frente al General Juan Carlos Onganía, responsable de la Doctrina de Seguridad Nacional en el país. Dicha dictadura fue sinónimo de represión, desaparición forzada de personas, abusos, vulneración a la identidad de los niños nacidos en cautiverio, etc, etc, etc. Diez años después ese terror era aún más sanguinario y despiadado, aquel que pensaba diferente corría peligro de desaparecer. La organización no escatimó en gastos en medio de rumores de corruptela, y éstos ascendieron a U$S 700 millones, entre siete y ocho veces el monto estimado. Se buscó justificar los gastos con la remodelación del edificio de Argentina Televisora Color (ATC), la finalización de los estadios de River Plate, Vélez Sarsfield y Rosario Central, más los de Córdoba, Mar del Plata y Mendoza, además de la construcción de la autopista San Nicolás-Rosario.
“Veinticinco millones de argentinos gritaremos el mundial”, cantaban los hinchas por las calles y canchas. Argentina se llevó la copa mundial de fútbol, pero también derramó la sangre de desaparecidos, muertos, y torturados. Pero que ocurra ahora en otra parte del mundo es inaceptable tras los avances legislativos a nivel internacional. En el 78, la pelota estaba ensangrentada, al igual que ahora.