Mientras Cristina Kirchner apunta contra el presidente, Alberto Fernández deja París para volar a la isla de Bali en Indonesia donde participará de la cumbre de líderes del G20. El mandatario aprovechará este foro multilateral para encontrarse con el líder chino Xi Jinping y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva.
Por Natalia Aguiar
El objetivo será el mismo en ambos encuentros, y es evitar que la economía agonice al engrosar las reservas del Banco Central. Pero eso no es todo. Además, Alberto se reunirá con Joseph Biden para debatir el destino de un fondo de infraestructura de 650.000 millones de dólares que Estados Unidos distribuirá a todo el mundo como contraofensiva del proyecto Ruta de la Seda de Beijing.
Hasta la fecha, Beijing no cumplió su palabra con Argentina, un crédito de 18.500 millones de dólares que además tendría un incremento cercano a los 8 millones de dólares. Aunque Alberto confió, Xi no cumplió. Mañana martes se reunirán una vez más ambos líderes y podrán repasar la agenda bilateral y financiera. Quizás sea el momento para hablar de la ampliación del crédito swap y condiciones de su uso. Es que el líder chino aspira a impulsar represas y centrales nucleares en suelo argentino.
No será un diálogo sencillo ya que Argentina pretende que Beijing devuelva al país 500 millones de dólares adelantados para construir las represas Cepernic-Kirchner, pero China pretende evitar participar de licitaciones. El miércoles el presidente se reunirá con Kristalina Georgieva en el G20 de Bali, donde habrá reclamos de Argentina y quizás advertencias o respuestas del Fondo Monetario Internacional. Georgieva tendrá buena voluntad pero si el ala dura del FMI, el board, no le habilita el expendio de partidas, no podrá hacer nada al respecto.
La economía argentina agoniza
Las consecuencias de la inflación son nefastas para el país, y congela las posibilidades de intercambio comercial, crecimiento, aval de recursos, aval de créditos, y sumerge a la ciudadanía en la incertidumbre de la paralización. No hay capacidad de consumo, mucho menos de ahorro. Tampoco existe la esperanza de vivir cierta estabilidad económica ante una moneda sin valor. La economía se está paralizando. Quizás las malas decisiones del ministro de Economía, Sergio Massa, no hacne más que entorpecer el flujo de divisas.
Si bien advirtió que liberará el acceso a dólares para comprar insumos en el exterior, es decir importar, aún no se efectivizó y la situación para empresas, pymes y sectores informáticos o informatizados empiezan a preocuparse. No hay material ni materia prima para producir, para trabajar. Muchas empresas ya planean su traslado a Brasil, o Uruguay, donde la estabilidad económica y la seguridad jurídica parecen dar garantías ciertas, a diferencia de Argentina.
Los precios de productos básicos para la vida diaria se volvieron inaccesibles, así que, ante los días festivos de Navidad y Año Nuevo, el Gobierno anhela que los empresarios acuerden un congelamiento de precios o aumentos pautados.
La situación de crisis es tal que muchas empresas líderes, como automotrices, autopartistas, aquellas vinculadas al campo y maquinarias agrícolas no tienen material para sus producciones.
En tanto, las empresas vinculadas a la exportación, con la generación de dólares genuinos, analizan frenar sus producciones porque no creen que lleguen a exportar lo que se habían fijado como objetivo inicial, además de advertir que las inversiones esperadas por más de 20.000 millones de dólares en el mediano plazo, serán de casi imposible cumplimiento. Los expertos, economistas y analistas esperan para el 2023 una inflación incluso superior al 100 por ciento, sin considerar el escenario de una devaluación fuerte del dólar.
Esta situación de parálisis no es sólo responsabilidad del oficialismo, sino también de todo el arco opositor centrado en el armado de listas y estrategias electorales ante votantes lánguidos en una creciente pobreza. Los votantes están siendo destratados, la dirigencia política carece de la empatía necesaria para paliar esta crisis a la que ya podemos denominar “humanitaria”, porque la indiferencia de los dirigentes es tal que hasta podría considerarse un “abandono al ciudadano”. La falta de lazos con el que sufre, con el que no tiene, con el que carece de posibilidades, ha llegado al extremo de la total indiferencia.
Cristina apunta contra todos
Nada nuevo es que la vicepresidente no quiere a casi nadie, o a muy pocos. Ahora su gran enemigo, es Alberto Fernández, a quien mira con recelo sanguíneo al igual que a Mauricio Macri. A éste, odia con todo su ser. Sólo recordar que se negó a entregarle el bastón de mando allá por 2015, desoyendo toda la normativa constitucional, es una imagen de la realidad.
Ahora, Cristina acusa a la oposición de haberla querido matar. Así como lo lee. Cristina Kirchner acusó a los dirigentes de Juntos por el Cambio de haber intentado acabar con su vida en el atentado del 1 de Septiembre pasado. El dedo apunta contra Patricia Bullrich al señalar a Gerardo Milman. Es decir, que para Cristina, Milman fue el que planificó el atentado contra su vida. ¿Desmoralizada? ¿Abrumada? ¿Enceguecida? ¿Afectada? Qué situación emocional puede haber llevado a Cristina a un análisis más irracional, y además sin pruebas contundentes. ¿Qué diálogo sobre la situación económica del país podría haber entre ambas fuerzas políticas si la vice acusa de intento de homicidio? ¿Irrisorio? ¿Bizarro? ¿Nefasto?…
En paralelo, y sin cansancio en el ejercicio de desafiar a la ley misma, Cristina ahora enfrenta a la Corte Suprema otra vez. Ahora, la vice no se abocó a la decisión de la Corte, según la cual la segunda minoría del Senado ante el Consejo de la Magistratura debería ser del frente de Juntos por el Cambio, correspondiéndole a Luis Juez y no al kirchnerista Claudio Doñate. Este último nombre como resultado del desdoblamiento táctico de Cristina a su bloque, con lo que consiguió tres representantes en el Senado en vez de dos, dejándole sólo un referente a la oposición.
El oficialismo tiene 35 senadores; Juntos por el Cambio tiene 33. Correspondía que cada bloque tuviera dos representantes, pero la táctica evasiva de la ley, permitió sumar un representante al oficialismo y quitarle uno a la oposición. La Corte pretende hacer cumplir lo que manda de ley y consideró la conformación de los bloques según el 1º de diciembre de 2021, tras la derrota electoral kirchnerista. La evasiva legal llegó después al advertir Cristina que podía desdoblar y robarle un representante a la oposición de manera descarada. Fiel a su estilo, Cristina desobedecerá al Máximo Tribunal e insistirá en colocar a Doñate en el Consejo, lo que habilitará una serie de recursos judiciales que llevarán a que la Corte finalmente vuelva a expedirse. Fue importante que los jueces coloquen límites claros llamando en su sentencia “ardid” o “engaño” a la táctica de Cristina para empezar a señalar a aquellos que abiertamente incumplen la ley.
Cristina ahora está más acorralada que nunca frenta a la Justicia. Se rumorea una posible condena en la causa Vialidad, como la reactivación y reapertura de la causa por Hotesur y Los Sauces, por supuesto lavado de activos, entre otros delitos. Es esencial para nuestra Democracia los límites que impone la Justicia, de no ser así, los jueces se convierten en cómplices de los avasallamientos a la Constitución y las normas. Y los ciudadanos sin contención legal y social, pueden ser víctimas del estallido de un gran dique cuyas compuertas ceden ante la corruptela.