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Qué días movidos se vivieron en Argentina, los peores desde la asunción de Alberto Fernández. La inesperada renuncia del ex ministro Martín Guzmán generaron una hecatombe en la ya sanguinaria interna de la coalición gobernante.

Por Natalia Aguiar

Alberto estaba desconcertado al enterarse de la decisión de Guzmán por WhatsApp y pese a intentar convencerlo de que se quedara, el hombre ya había tomado la decisión y mientras Cristina daba su discurso el entonces funcionario lanzó la noticia vía Twitter. Las reacciones fueron puro fuego. La Argentina estuvo más de 24 horas sin ministro de Economía.

La cuestión crucial es que Alberto y Cristina no se hablaban. Alberto estaba decidido a no llamarla, estaba indignado. Así lo describen quienes vivieron junto a él esos momentos tan límites.

Tal era la furia de Alberto que lanzó la amenaza de una posible renuncia, si Cristina no levantaba el teléfono. “Si me siguen jodiendo, renuncio y que se vayan todos a la mierda. No la voy a llamar, no voy a firmar mi rendición”.

Quizás esto haya sido el inicio de una serie de rumores que se suscitaron durante los últimos días, pero Alberto no renunciará. Fue un sincericidio ante los suyos. El hombre es humano. Le corre sangre por las venas y también reacciona ante la injustificada incertidumbre y la falta de diálogo con Cristina.

Alberto estaba enojado. Había sostenido a Guzmán ante las más furiosas tempestades, y ahora se le había escurrido entre las manos. Le tocaba ahora ser el presidente en una situación extrema. Paradojas de la vida, fue Alberto quien en 2008 cuando la resolución 125 de las retenciones fracasaba de la mano de Julio César Cleto Cobos, intermedió ante Lula da Silva para que el expresidente brasilero convenciera al matrimonio Kirchner de que no abandonara el barco.

El sábado de la renuncia, Alberto estaba ciego del enojo

Decidió no llamar a nadie. Caminaba sólo en la quinta de Olivos. No hablaba con nadie. Incluso le llamó la atención a quienes lo acompañaban como Santiago Cafiero, Vilma Ibarra, Marcelo Martín, Julio Vitobello, Gustavo Béliz, Juan Manuel Olmos. Ellos no pudieron calmarlo, vieron un Alberto indomable, inquebrantable. Incluso discutió con ellos.

Muchas opciones se barajaron antes de que Alberto se decidiera por la actual ministra de Economía Silvina Batakis. Una funcionaria que asume luego de que varios economistas se negaran a asumir el cargo. Alberto no podía comunicarse con ella. Luego logró encontrarla en la ciudad de La Plata.

Batakis asumió sin un plan económico, sin un plan de trabajo. Tomó medidas muy pequeñas comparadas con el contexto que le toca asumir. Una improvisación total ante una economía devastada que necesita medidas contundentes.

Batakis llega al ministerio de Economía sin gente propia, sin plan de vuelo y sin el aval de Cristina Kirchner como la misma vicepresidente lo asumió.

En un acto en El Calafate, la vicepresidente arremetió contra el exministro y lo acusó de haber cometido “un inmenso acto de irresponsabilidad” y “desestabilización institucional” al renunciar. “Quiero ayudar, pero ayudar no es callarse la boca y esconder la mugre debajo de la alfombra”, deslizó Cristina Kirchner.

Sus declaraciones se dieron en el acto de inauguración del cine-teatro municipal de la ciudad de El Calafate, en el fin de una semana que arrancó con la peor crisis política desde el inicio del gobierno del Frente de Todos y el ingreso de Batakis al ministerio de Economía en reemplazo del ministro saliente, que fue blanco de las críticas del kirchnerismo. Al referirse a Guzmán dijo: “Me parece un gesto de inmensa ingratitud personal. Este Presidente había bancado a ese ministro de Economía como a nadie, enfrentándose con su propia coalición. ¿Se merecía realmente eso?” “No voy a revolear a ningún ministro”, dijo la vicepresidente en referencia al contexto político. Si hay alguien que revoleó a Guzmán, fue Cristina. Pero parece que Guzmán adelantó la jugada. Ahora, Cristina sale a “bancar” a Alberto contra todos. Una especie de psicosis política, digna de análisis

Banderazo

Hace 205 años, en el Congreso de Tucumán, se firmaba el acta que declaró independientes a las Provincias Unidas del Río de la Plata de la Monarquía española. Sin embargo, aún no podemos los argentinos independizarnos de nuestros gobernantes inescrupulosos. Otros caracteres psicológicos de los argentinos que sería bueno analizar con los profesionales apropiados para ello. Qué pasa en la psiquis de los argentinos. Qué sucede en la psiquis de los funcionarios y políticos argentinos. El sábado 9 de Julio, la Argentina se vistió de celeste y blanco en un banderazo nacional en contra del Gobierno tras la renuncia de Martín Guzmán. En cada rincón del país, la gente salió a decir basta. Basta de Impunidad. Basta de destrato. Basta de atropellos incluso a los propios del Frente de Todos. Guzmán logró algo impensado: el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Quizás la gente ahora lo valore mucho más a Guzmán. Un técnico valorado entre sus pares y ahora por los argentinos de a pie.

Todo lo vivido estos últimos días, demuestran -una vez más- que la única que ejerce el poder en Argentina, es Cristina. De hecho, el viernes pasado dijo en público algo que siempre sostiene en privado: “Yo soy la única que hablo por mí, no tengo interlocutores”. Con esa frase dislocó incluso a su propio hijo Máximo que estaba intercambiando ideas con Sergio Massa, a quien Cristina no deja avanzar en el gobierno. Por algo será… En este clima de tensiones políticas extremas, la única es ella. Alberto debe hablar con Cristina para tomar decisiones. Máximo no hace nada sin el aval de su madre. Lo mismo la Cámpora o Sergio Massa. Esta tregua obligada que une a los miembros del Frente de Todos, podría ser una oportunidad de cambio. Pero ante situaciones límites, la única que ejerce el poder en Argentina, es Cristina. Un llamado urgente de atención al oficialismo y mucho más urgente para la oposición, que no encuentra rumbo.

¿Qué sucede en Argentina que ante un naufragio, Cristina es la única con brújula en mano?