Por Natalia Aguiar
Si hay algo que le costó sangre, sudor y lágrimas a la Argentina fue la Democracia, su consagración y puesta en marcha. De hecho, aún se trabaja en su consolidación.
Los grandes pensadores políticos analizan si es o no la mejor forma de gobierno, con críticas y cuestionamientos. Lo que si resulta irrebatible es que es la mejor para el desarrollo de los ciudadanos en un ideal de igualdad de condiciones. Sus fines son garantistas y respetuosos de los derechos humanos.
Argentina tiene una larga historia de sufrimiento y violación de derechos humanos durante las últimas dictaduras militares. Luego de muchas luchas, recién en 1983 se recuperó la Democracia, y fue Raúl Alfonsín quien planteó junto a Carlos Menem el Pacto de Olivos. Entre los objetivos de este histórico acuerdo político para resguardar la Democracia, estaba la Reforma Constitucional para posicionar a la Ley Suprema entre las más respetuosas de los derechos humanos.
De hecho, se incorporaron una serie de Declaraciones de Derechos Humanos y Tratados Internacionales con jerarquía constitucional, lo que posicionó a la Constitución entre las más avanzadas del mundo en defensa del ser humano por su condición de tal.
Sin embargo, y casi desconociendo el significado de la lucha argentina para recuperar la Democracia, en el día de su conmemoración, el oficialismo mancilló su significado, la esencia democrática, el respeto por las diferencias. En un festejo partidario, Cristina puso en marcha una nueva etapa de Gobierno, relanzó la gestión y marcó diferencias sin respetarlas. Porque si se trataba del festejo a 38 años de Democracia, debió hacerse con la presencia de todos los partidos políticos, estructura ósea de nuestra democracia. De hecho, son los partidos políticos, los garantes de la participación ciudadana, ejes de la Democracia. La omisión de los partidos políticos y sus referentes en un acto de tal magnitud, no hace más que destratar a la Democracia que se pretendía honrar.
Cristina acorraló a Alberto
En ese acto desmedido en gastos y desproporcionados criterios políticos, Cristina condicionó la negociación con el Fondo Monetario Internacional y Alberto Fernández le pidió que se quede “tranquila”. Ya habían hablado Inacio Lula Da Silva y José “Pepe” Mujica, ex presidentes de Brasil y Uruguay, respectivamente, testigos de la épica Fernández-Fernández.
Se pretendió dar un reflejo de unidad, inexistente. De hecho, Cristina Kirchner aprovechó el micrófono para alertar, condicionar al presidente en plenas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, bajo la advertencia de que el FMI le “soltó la mano” a otros presidentes. Habló de la deuda que dejó Macri , la cual es fáctica, pero no se refirió a la deuda que ella nos legó mucho antes.
Pese a contar con las presencias de Lula y Mujica, referentes de la izquierda latinoamericana, Cristina y Alberto emitieron un mensaje contradictorio: ambos reclamaron ayuda de la oposición y emitieron duros cuestionamientos por el endeudamiento del país. La puja interna del Frente para Todos, ya no se disimula. Es cuestión de tiempo …
Cristina fue contundente y además destacó un supuesto lawfare: “Esta vez no vinieron con uniformes ni con botas, vinieron con togas de jueces y medios hegemónicos para construir imágenes y juzgar no en los juzgados, sino primero en los medios”, disparó. Lula dijo que fue víctima de persecución judicial en Brasil al igual que Cristina en Argentina.
Ahora bien, con ánimo de relanzar la gestión Fernández-Fernández y apropiándose de un festejo argentino, el Gobierno gastó más de 40 millones de pesos. Cifra esta aceptada por el oficialismo, aunque se estima que podría ascender a 200 millones de pesos, mientras más del 40% de los argentinos padece extrema pobreza. Totalmente irrisorio cuando el Gobierno se sustenta en la profunda crisis económica y social para negociar el pago de la millonaria deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Vamos a volver, a volver, vamos a volver”, cantaron los militantes kirchneristas y camporistas en la Plaza de Mayo, pero ..¿Quien o quienes volverán? Hablaba Cristina y detrás de ella, la imagen de Lula, quien aspira a regresar al Palacio del Planalto el año próximo, si le gana al actual presidente Jair Bolsonaro.
Los cánticos se referían a Cristina y ella contestó: “Cada vez que cantaron eso, no se equivocaron”. Debajo del escenario, entre la muchedumbre, estaba Máximo Kirchner, quien monitoreaba a los movimientos sociales, ante una CGT ausente. Si bien Cristina planteó un “Gran acuerdo nacional”, a la vez desterró a la oposición de los festejos democráticos, dinamitó con críticas a Mauricio Macri y sobre los radicales, pidió que se “despabilen”. Alberto, más cauto expresó: “A la Argentina la arreglamos entre todos o no la arregla nadie”, una típica frase peronista.
Por momentos era un discurso dislocado. Cristina amenazaba al FMI y alertaba a Alberto y a la oposición, y Alberto le contestaba a Cristina. Todo a micrófono abierto.
Una unidad agarrada con pinzas
La visita del brasileño Lula, a quien el Gobierno respaldó y otorgó un rol protagónico, sin dudas, provocó tensiones con Jair Bolsonaro. Además, en la cena de agasajo del jueves por la noche, Alberto logró que en la quinta de Olivos compartieran la cena Cristina Kirchner y Sergio Massa, a quienes él invitó personalmente.
Esta reunión de los tres referentes centrales del Frente de Todos, en medio de las internas que atraviesa la alianza gobernante, fue interpretada como una señal de concordia de Fernández, que también sumó a la cena al jefe de Gabinete, Juan Manzur, y al gobernador Axel Kicillof. Estuvieron presentes Cecilia Nicolini, asesora presidencia, aunque los grandes ausentes fueron el canciller Santiago Cafiero y la primera dama Fabiola Yañez. Así, pareció equiparar fuerzas con la vicepresidenta. Habrá que esperar...
En un clima ameno con fotos y abrazos, Mujica apeló a la unidad y al ejemplo de la defensa democrática, mientras Lula, aconsejó a la cúpula gobernante argentina que no se dejen tentar por los “cantos de guerra” de Bolsonaro y trabajen para “fortalecer el Mercosur”. Sin dudas, Lula espera volver al poder, mientras Alberto y Cristina parecieron retroceder en el tiempo y aferrarse a una época política inexistente ya en la región. Hubo cambios, la gente tiene otras demandas, y habrá que trabajar situaciones límites como las que se viven en Venezuela y Nicaragua. La unidad latinoamericana sería ideal, pero con perspectivas de actualidad e inserción en el mundo. Sin olor a naftalina…
Democracia sui generis
¿Cómo consolidar la democracia si se ataca a la Justicia? La semana pasada el ministro de Justicia Martín Soria visitó a los ministros de la Corte Suprema y al salir los acusó de “manipular” las causas. Era su primera visita al máximo tribunal, y arremetió con todo. Acusó a sus jueces de “retrasar fallos de enorme trascendencia” mientras resuelven “en tiempo récord fallos que solo son urgentes para la corporación judicial”; además acusó vínculos de la Justicia con el macrismo. Si eso no es presión…
Cristina tiene infinidad de apelaciones ante la Corte, y mientras en los tribunales federales los fiscales se encuentran unidos y entre jueces se da por sentado que la Cámara de Casación reabrirá la causa de “Hotesur” y los “Sauces”, los operadores de la vice trabajan por la impunidad.
Además la Corte debe resolver sobre la constitucionalidad o no de la actual conformación del Consejo de la Magistratura, reforma impulsada por Cristina en 2006. Todo indica que la Corte se inclinaría por la inconstitucionalidad de la ley, lo cual sería un puñal a la vice en plena lucha por lograr salir ilesa de las causas de corrupción.
El oficialismo ya mandó un nuevo proyecto de ley de la Magistratura al Congreso, para cerrar filas, por las dudas. Sin embargo, no dudó en vulnerar a la Democracia en un acto antidemocrático y presionar a los jueces de la Corte de manera abierta y con actitudes non sanctas. La Democracia sangra, los argentinos sangran, sin derechos y garantías no hay democracia…sólo abusos y más abusos desde el poder. ¿Dónde quedó el control recíproco de los poderes? ¿Qué se festeja entonces? Baila Cristina, baila... pero las brasas calientes queman...