Por Natalia Aguiar
En el momento de emitir el voto los ciudadanos vivencian la más absoluta libertad. Nadie los vigila y nadie les indica a quien votar. Y eso se pudo percibir en estas elecciones nacionales. La gente quiere un freno al avance estatal, oficialista, a los abusos. La gente quiere controles, recuperar el diálogo en el Congreso y en el Senado…
La famosa teoría de los frenos y contra frenos del poder se puso en marcha con los resultados electorales.
Los ciudadanos necesitan sentirse reflejados, identificados con sus representantes, y si bien muchos no coinciden con Juntos por el Cambio, era la fuerza nacional con más posibilidades de enfrentar al oficialismo y evitar abusos en Justicia, Salud, Economía.
Estos resultados electorales son un grito de libertad, de necesidad de esperanzas, de poner prioridades para los argentinos.
De 98,84 % de mesas escrutadas a nivel nacional, Juntos por el Cambio logró el 41,97%, Frente de Todos 33,57%, la Izquierda, el 5,91% y la Tercera Vía, el 4,96%. Estos datos se obtienen de la suma de los votos de los partidos políticos en todas las provincias del país, agrupados según su orientación, para la elección de diputados.
Una cruel derrota, que pretenden no sea tal
Hace más de 18 años que el kirchnerismo lidera al peronismo, pero los resultados arrojados advierten un desgaste que no es nuevo. En 2009, 2013, 2015, 2017 y ahora en 2021 el kirchnerismo trastabilló en las urnas. Sólo obtuvo mayoría en el 2019.
El fracaso electoral indica la necesidad de una revisión de los hechos, actos, resoluciones, errores y falta de empatía con la gente de a pie, el trabajador, aquél que ejerce un oficio, el trabajador golondrina. La demanda de trabajo genuino es nacional.
Néstor Kirchner fue el último líder en dominar las fuerzas peronistas, habrá que ver quién será el próximo en asumir tamaña responsabilidad. Si lo dejan, si puede, si hay alguien que se atreve. Es que una alianza no peronista -Juntos por el cambio- tuvo un piso electoral superior al Justicialismo en los últimos comicios. El peronismo casi nunca bajó de 32 y 34 por ciento de votos nacionales, incluso en la derrota, pero ahora fue abismal a nivel nacional. En las elecciones del domingo logró un piso de 33 por ciento de sufragios nacionales, pero el contexto es adverso.
El miércoles habrá un acto en Plaza de Mayo para para celebrar un falso triunfo, porque éste nunca existió. En todo caso celebrarán que lograron acortar la brecha y apoyarán los dos años de gobierno que le quedan a Alberto y Cristina por delante. “Llenaremos la Plaza de Mayo y celebraremos el triunfo como corresponde”, expresó Alberto Fernández.
La conquista
Por primera vez en 38 años, Cristina perdió el quórum propio en el Senado, o la mayoría simple, lo que implicará mayores negociaciones y límites a los caprichos del poder. El oficialismo logró mantener 34 legisladores, a tres del quórum. En cada tema, en cada caso concreto, deberá generar esa mayoría, lo cual es un obstáculo ante nuevos referentes que se suman a la Cámara Alta. Se pondrán en marcha destrezas y otras yerbas…
Juntos por el Cambio cosechó el domingo 31 senadores, mientras el peronismo, que tenía 41 senadores, bajó a 35. En la Cámara Baja o de Diputados, el justicialismo seguirá liderando la primera minoría, pero por la mínima diferencia de un solo diputado. Juntos logró dos diputados más y el kirchnerismo, tan sólo uno.
Si bien el kirchnerismo logró achicar las diferencias en provincia de Buenos Aires, cayó por 8 puntos a nivel nacional, fue derrotado en 15 provincias y perdió el control del Senado. En tanto, la Alianza opositora se impuso en las más importantes del país, siendo ganadora en ocho provincias.
Además, el Frente de Todos quedó relegado a ser la tercera fuerza en Santa Cruz, tierra kirchnerista si las hay. Juntos por el Cambio logró ser la primera fuerza, y como tercera, un partido del exgobernador Sergio Acevedo, uno de los pocos que se negó a la corruptela de la obra pública pingüina.
Si esto no fue una dosis fuerte de realidad…
Si esto no le basta al oficialismo para analizar cambios drásticos y reaccionar…
Si esto no es un duro golpe a la soberbia…
Un no rotundo al depotismo…
Un no rotundo al clientelismo barato…
Un no al abuso…
Un no a los egoísmos… a la falta de empatía…
Medidas tras medidas
Alberto prepara relanzar su gestión con festejos que no son tales, y medidas tras medidas hasta fin de año. La inflación y el intento de controlar los precios serán el eje, como la negociación con el Fondo Monetario Internacional y las decisiones económicas del ministro Martín Guzmán. Que pese a los resultados, no perdió las esperanzas.
Es el dólar quien atrae las miradas de los argentinos, ya que la escalada del blue superó los $200, así que habrá que fortalecer el sistema y controlar la inflación, aunque pese a los intentos de control y congelamiento, los precios subieron un 41,8% y aún resta llegar a fin de año.
Cristina culpará a Alberto de los resultados electorales, y no dejará de cuestionar a Guzmán, pero la verdad está echada sobre la mesa. Alberto, convocó al diálogo… porque carece de opciones, está acorralado entre la triste realidad y la voracidad de poder de Cristina.
Todavía quedan dos años de mandato y varias cuestiones esenciales sin resolver.
Si el oficialismo y la dirigencia opositora no dejan de lado la soberbia, los conflictos argentinos no se solucionarán y el pueblo será víctima de la inercia y la negación. Eso sí, en el cuarto oscuro no hay jefe, así que el 2023 será revancha o posibilidad, según cómo actúen las fuerzas políticas.