Gobierno de Salta
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Por Natalia Aguiar
A catorce días de las elecciones legislativas, y pese al mal presagio de la mayoría de las encuestas publicadas por consultoras argentinas, Cristina analiza cómo frenar la pérdida de caudal de votos, mientras Alberto Fernández se muestra activo y se reunió el sábado con la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva.

El encuentro fue en la embajada argentina en Roma con especial acento en la posibilidad de que el organismo quite las sobretasas que paga el país. Argentina pretende renegociar la deuda de US$ 44.000 millones que mantiene con el FMI y busca lograr el apoyo de los líderes del G20. Tras la reunión, Georgieva aseguró: “Fue una buena reunión. Discutimos la situación económica en la Argentina y el compromiso entre el equipo económico y el staff del FMI para continuar trabajando para encontrar un camino a seguir en nuestra relación”. Que así sea. Ayer domingo, Alberto estuvo junto a la reina Máxima de Holanda y clamó “justicia financiera global”. El que está molesto con el Gobierno argentino, es el Papa Francisco. Se cortó el diálogo. Francisco no atiende el celular rojo. El Papa parece sentirse decepcionado ya que intercedió por la deuda con el FMI y los holdouts, aunque Cristina con sus modos pone en riesgo todo el esfuerzo papal.

Así pues, pese a la gira internacional, la situación política del país, parece salirse de su curso y se analiza que tras la posible derrota del próximo 14 de noviembre, el declive no sea sólo para el kirchnerismo y su alianza con el peronismo, sino para el sistema político argentino. La gente haría trinar las urnas y el mensaje sería contundente: Basta de palabras, y concreten con hechos a los argentinos de bien. Basta de clientelismo barato. Basta de impunidad. Basta de privilegios en vacunatorios Vip y fiestitas clandestinas. Basta de heladeras y licuadoras para lograr votos. Acción ante la reacción de la gente.

 

Franco deterioro

La imagen de Cristina está en su ocaso en la mayoría de las consultoras que lo analicen, y eso preocupa a su entorno. A tal punto, que el asesor del Gobierno, Antonio Gutiérrez-Rubí le aconsejó a Cristina que evite las apariciones públicas y exhibiciones extremas en las redes. Le pidió perfil bajo. Aunque intendentes oficialistas insisten en que la gente pide una Cristina más presente. Desde la consultora Trespuntozero, se detalla que “la imagen de la vicepresidenta está en franco deterioro. Hoy ya no cuenta con un 35% de adhesiones firmes como hasta 2019; ese número hoy es más cercano al 25%. Pesa mucho su ausencia en situaciones críticas, esa sensación de que no es parte del Gobierno”. Aunque maneja todos los hilos del poder.

Es decir que mantenerse tras bastidores, lo que parecía hacerle bien a su imagen, ahora la estaría condenado al descontento ante la opinión pública.

El próximo 14 de noviembre se pone en juego el liderazgo de Cristina, ya que si pierde caudal de votos, la situación no sería la misma. El escenario cambiaría por completo. La gente está muy sensible ante lo que ocurre con la economía, la situación laboral, el precio del dólar que sube y sube, sin planes concretos desde el Gobierno para frenar los diversos frentes de crisis.

 

El quórum del Senado en la mira

La oposición apunta a lograr cinco senadores más y sacarle el quórum propio a Cristina en la Cámara Alta. Pero el oficialismo trabaja contra reloj para revertir los resultados y mantenerse indemne. No resulta fácil rotar los votos de la gente, quizás por ello, el Gobierno sólo mantiene expectativas en dar vuelta resultados en la provincia de Buenos Aires y La Pampa, porque de las ocho provincias en las que se eligen senadores (Chubut, La Pampa, Santa Fe, Catamarca, Mendoza, Corrientes, Córdoba y Tucumán), sólo triunfó en Catamarca y Tucumán. El resto fue liderado por Juntos por el Cambio.

Mientras tanto los gobernadores peronistas insisten ante Alberto Fernández con un mayor liderazgo, aunque su imagen también está detonada en la opinión pública, pero los caciques provincianos apuestan a su figura para que el peronismo tenga un líder que unifique. Hay descontento de los gobernadores con Cristina porque les pide mucho y da poco a cambio, entre esos caprichos, el de salir a controlar precios y buscar votos puerta a puerta.

Los gobernadores no darán tregua tras las legislativas e insistirán en el liderazgo que debería asumir Alberto o bien mirarán a otros. Es el caso de Juan Schiaretti, que aparece con fuerza desde Córdoba, como también Omar Perotti en Santa Fe y Sergio Uñac desde San Juan. Schiaretti, parece ser el más firme en tratar de dar vuelta la historia, ya eleva la bandera de un peronismo federal, claro, sin el kirchnerismo. No será un proyecto accesible ya que los gobernadores, insistidores pero aferrados a su terruños, no le harán un guiño hasta que no esté en claro quien el Jefe de la manada. Los caciques provinciales están desconcertados ya que Cristina no explica cómo seguirá su liderazgo y Alberto pese a los pedidos, reclamos y apoyos, se resiste a enfrentarla. Así pues, los resultados que se pregonan para el 14 de noviembre, podrían arrastrar no sólo al kirchnerismo duro, sino al peronismo federal y a la oposición que quedará desnuda frente al electorado y deberá accionar sin discursos, con hechos.

 

Post 14 de noviembre

Por ello quizás, el Gobierno impulsa con posterioridad a las elecciones legislativas, un “Gran Acuerdo” entre empresarios, gobernadores, sindicalistas, académicos y representantes de la oposición. Se buscará consolidar la gobernabilidad de Alberto Fernández en los dos años que le quedan por delante. Entre los puntos claves de este acercamiento estarán el Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, producción, empleo, educación y salud. Parecería que el oficialismo estaría resignado a los resultados legislativos pero relanzarán la gestión de Alberto, con miras a lograr gobernabilidad y quizás entusiasmarse con las presidenciables 2023. Ardua tarea, pero la moneda ya gira en el aire.

En la Casa Rosada son conscientes que el día posterior a las elecciones, hay que gobernar. El llamado a generar consensos será el eje de Alberto Fernández tras las elecciones legislativas y delegará la palabra oficial en Sergio Mazza, el presidente de la Cámara de Diputados, y en Eduardo “Wado” De Pedro, ministro del Interior. Para el presidente “es momento de profundizar acuerdos y minimizar diferencias”, según declaró a minutos de embarcarse a Roma.

Se reconocen las diferencias “irreconciliables” entre Cristina y Alberto, pero saben que gobiernan. Cercanos al presidente advierten que tras las elecciones empieza una nueva etapa de trabajo en el que se intentará un acercamiento con la gente que permita dar vuelta la mala imagen que detenta hoy Alberto en la opinión de la ciudadanía. En el oficialismo son conscientes de que deben activar la producción, generar empleo genuino, garantizar educación, construir futuro certero, para poder ganar. Caso contrario, perderán otra vez más. Oficialistas y opositores, tienen en frente la posibilidad de ser guerreros del ocaso, o hundirse tras los últimos rayos del sol.