Por Franco Hessling
Interna del bloque de LLA en la Cámara Baja y dimisión del otrora presidente de bloque, quien conformó un nuevo bloque con otros dos ex diputados del oficialismo. La espuma del conflicto no baja nunca.
Con el reingreso de la versión micro de la Ley Bases se esperaba que el gobierno organizase mejor su estrategia parlamentaria. Se sabe que La Libertad Avanza (LLA) tiene un bloque ínfimo y que depende de sus aliados, quienes en orden de entreguismo van del PRO a la Unión Cívica Radical, pasando por los peronistas Miguel Ángel Pichetto, Florencio Randazzo y alguno que otro gobernador que maneja a placer sus legisladores, como el tucumano Osvaldo Jaldo.
Muchas reuniones, tanto con legisladores, jefes de bloque, como con gobernadores y otros dirigentes políticos preludiaban justamente ese derrotero: el gobierno acercaba posiciones, se reorganizaba mejor su diálogo con el Congreso y se habilitaba un nuevo ánimo político más dialógico. En ese escenario se pretendía dar lugar, como marco fundacional, al Pacto de Mayo al que Milei convocó en la apertura de sesiones ordinarias.
Sin embargo, lo ocurrido en los últimos días ha vuelto a poner sobre el tapete la carestía de ejercicio político -en el buen sentido del término- que tienen en LLA. Las internas no son nuevas ni propias exclusivamente del espacio oficialista, pero la manera torpe en que se gestionan esos roces bordea el ridículo, cuando no la vergüenza ajena. Todo se filtra, los trolls de unos se usan en contra de otros y viceversa, y la falta de respeto es moneda corriente.
Alguien podría recordar que “con amigos así, para qué quiero enemigos”. Y no se equivocaría. Milei ataca con el mismo énfasis a propios y ajenos, como si no aceptara ninguna disidencia, ninguna objeción, ninguna salvedad a sus designios, los que considera divinos y atribuye la mayor parte de las veces a una entelequia rara a la que llama “fuerzas del cielo” y que, como entelequia, suena más criminal que el propio “estado”, al que tanto promete destruir. Milei no distingue matices cuando se trata de contradecirlo: todos son enemigos, todos son casta menos su hermana y el hermano de Adorni.
Al debatirse la conformación de la comisión de juicio político de Diputados, la semana pasada, florecieron otra vez estas desinteligencias del oficialismo. Se trata de una comisión clave si eventualmente la oposición avanza en poner en el banquillo de acusados al presidente. De allí su relevancia para el propio oficialismo, que pese a su escasez de representatividad en la Cámara Baja buscaba dominio de tal espacio.
La intención del jefe de bloque hasta la semana pasada, el ahora ex LLA Oscar Zago, era que tal comisión estuviera presidida por la periodista libertaria Marcela Pagano. Todo estaba dispuesto para que así ocurriera cuando Martín Menem, presidente del cuerpo y aliado de Karina Milei pretendió suspender la reunión para impedir la designación de Pagano. Finalmente, Menem se salió con la suya, pero ¿a qué costo?
Zago dimitió de la presidencia de bloque y se apartó de las filas de la LLA, junto a otros dos legisladores, con quienes conformó un nuevo bloque. Curiosamente, Pagano no está entre los que abandonaron el bloque, pese a lo cual la tensión podría alejarla de las voluntades futuras del oficialismo que anida en la Casa Rosada. Una vez más, las internas de LLA se viven a cielo abierto, con poco tacto, con menos cintura y con mucha agua abajo del puente.