A partir de la promulgación del mega DNU con el que inauguraron su gobierno y de la presentación del mamotreto llamado “Ley de Bases”, el Congreso ha sido objeto de intensos debates y negociaciones en los que el oficialismo ha mostrado falta de tacto, desinteligencias y exigua vocación democrática.
Por Franco Hessling
En las últimas semanas, desde que La Libertad Avanza (LLA) asumió el Gobierno de la Nación, se han vivido una innumerable cantidad de situaciones insólitas, incluso para un país acostumbrado a lo desopilante, donde, entre otras cosas, hubo hechos tales como que un diputado nacional, tristemente co-provinciano que ni merece mención, haya comparado a las mujeres con los marsupiales en pleno debate por el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.
Nos vamos a centrar exclusivamente en algunas, aquellas que han girado en torno al debate parlamentario, puesto que las irregularidades administrativas, los exabruptos frente al paro de la CGT y la represión y criminalización de la protesta social ya han sido consideradas en otras columnas previas, y, tal como se vienen desenvolviendo las cosas, reclamarán nuevo espacio de análisis en próximos textos.
Retomemos ahora, entonces, sólo aquello que ha venido transcurriendo en el Congreso de la Nación. A partir de la publicación del mega DNU y la presentación del proyecto de ley que afanosamente el oficialismo llamó “Ley de bases”, se abrió un debate público, político y parlamentario de lo más álgido. Pero, antes de resaltar algunas frases o intervenciones que llamaremos “extorsión a cielo abierto”, nos detengamos en lo procesal.
Los DNU son facultad de los presidentes y lo cierto es que la mayoría de los primeros mandatarios ha hecho uso de tal herramienta, pese a que se presupone que se trata de un instrumento de excepcionalidad. Para justificar el uso, en este caso, no había, por ejemplo, una pandemia. Lo que había, según los autores de la norma, es una catarata de “emergencias”, en prácticamente todos los rubros de gobierno, con hondas consecuencias económicas, como la inflación y el déficit fiscal que se registraron en 2023.
Luego de promulgados, los DNU deben tratarse en una comisión bicameral para ser homologados luego en un plenario de alguna de las dos cámaras, sea Diputados o Senadores. Distinto proceso al que ocurre con la sanción de leyes, paradójicamente con más instancias institucionales. Así, el proyecto de “Ley de bases”, también llamada “Ley ómnibus”, debe aprobarse en ambas cámaras para convertirse finalmente en una norma vigente.
Para quienes no han seguido de cerca el asunto, el mencionado proyecto de ley original contenía más de 600 artículos, a partir de los cuales prácticamente se reescribía la Constitución Nacional, algo a todas luces improcedente en cualquier país con un mediano respeto por sus instituciones democráticas. Pero, claro, estamos en la Argentina de un presidente que se cree ungido por “las fuerzas del cielo” y aconsejado por el espíritu de un perro.
Empecemos con las bravuconadas, que van desde manejos arbitrarios hasta exabruptos, que LLA ha venido haciendo desde que se inició el camino parlamentario de ambos instrumentos. Mencionemos en este cierre en particular algunas, y continuaremos en la columna de pasado mañana con algunas otras. En el Senado, la oposición -no sólo “el kirchnerismo” como le gusta reducir al oficialismo y al PRO y la UCR- ha solicitado a la presidencia, en manos de Victoria Villaroel, a que convoque a sesión para tratar el DNU.
Ello así ya que no se conformó la bicameral que debía hacerlo en los diez días inmediatamente posteriores a la promulgación y, por tanto, los senadores tienen la potestad de apurar el pedido de sesión para ratificar o rechazar el DNU y, así, que pierda vigencia. La vicepresidenta, negacionista afamada, con la altanería que la caracteriza y en franca actitud autoritaria -de la que sus mentores militares seguramente están orgullosos- ha rechazado convocar a la sesión y ya prometió que así se mantendrá, pese a que nos encontramos en período de sesiones extraordinarias y sería lo más lógico que el DNU se trate ya mismo. Mientras tanto, el DNU tiene vigencia pero, como es obvio, el rechazo de Villaroel obedece a que se anticipa un rechazo. Continuamos el martes con las arremetidas insólitas de LLA en el debate parlamentario.