Dos imágenes que el círculo rojo del oficialismo provincial se encargó de difundir como una supuesta instantánea del escenario actual dejan al desnudo lo que hace tiempo ya se intuye: la casta política tracciona totalmente extrañada de los intereses públicos y del bien común.
Por Franco Hessling
¿Puede haber sorpresas electorales en las contiendas ejecutivas? Difícilmente. Aunque, claro, la puja por la intendencia está tan ceñida que no sorprendería que gane Bettina Romero, y retenga su sitial en el Centro Cívico Municipal, pero tampoco sobrecogería a nadie que se alce con la victoria Emiliano Durand, el crédito de Que Pasa Salta y de los enamorados de la meritocracia ultraliberal.
En el ámbito provincial la cosa está todavía menos complicada. La reelección de la actual fórmula de gobierno es prácticamente un hecho. Sólo una inesperada catástrofe electoral desplomaría el piso electoral propio, sumado a los apoyos de ambos candidatos principales a la intendencia capitalina. La maquinaria electoral parece operar sin fisuras para el oficialismo de Grand Bourg.
En ese sentido, no caben muchos análisis más que la incontrastable desideologización de la política, tanto para los electores como para los postulantes, quienes van de un frente a otro sin importar principios éticos, políticos, programáticos o de alguna otra índole. No importan los principios, sólo las sumatoria de ingenierías electorales, con promesas y saldos mediante, que ha tornado la “rosca” en un tipo de especulación que tiene poco que envidiarle, en términos de ficción, al agiotaje bursátil.
Las novedades, entonces, podrían venir por el lado de los cargos ejecutivos del interior, donde podrían darse sorpresas en distritos importantes como Tartagal, o en los cargos legislativos, donde también se abre un enorme abanico de posibilidades para nombres que hoy están por fuera de los escaños.
Frente a semejante convite, sumado a una cultura política del triunfalismo, no encierra ninguna novedad que haya tantos nombres propios dando vueltas, aunque la mayoría disputándose la cuantiosa interna que se desenvuelve en el frente del gobernador Sáenz, que, como dijimos, aglutina a los dos candidatos a intendente que se disputarán la capital provincial.
Esa postal quedó reflejada en dos imágenes que hizo circular el riñón del Grand Bourg para que sus voceros y medios aliados hicieran difundir como la postal que sintetiza el escenario político. En ambas fotografías se encuentra el gobernador al medio, en una tiene a su derecha a Bettina y en la otra a Emiliano, en ambas todos sonríen.
La pirámide humana invertida se repite en ambas imágenes, y los estamentos van desde la punta con el gobernador y los sendos candidatos a la intendencia capitalina, abajo, hasta arriba donde está la base de la pirámide invertida, con los candidatos a bancas en concejos deliberantes o cargos por el estilo.
En el abigarrado catálogo de dirigentes que estarán en boletas que lleven el apellido Sáenz se encuentra de todo, de derecha a izquierda, de jóvenes y entrados en años, de conservadores y de progresistas, de liberales moderados y de ultraliberales. La política salteña ya no es pragmática. Rosca cual bolsa de valores, especulaciones palaciegas y dirigenciales. Sólo eso.