El turismo es la única actividad económica intangible -que no es un bien- que tiene relevancia en la matriz económica de Salta, en la que, por predominancia de grupos fácticos, no hay otro rumbo que esperar.
Por Franco Hessling
Nos referíamos ayer al turismo, servicio que mayor injerencia tiene dentro del Producto Bruto Geográfico (PBG) de Salta. Entre las actividades económicas que no remiten a bienes, tangibles por definición, el turismo despunta con mucha ventaja a cualquier otro servicio, intangible por definición, que llega al hogar.
Esa preeminencia del turismo, al cual hemos caracterizado en franco amesetamiento, indica la carencia de servicios en la matriz económica de Salta, volcada completamente a una forma primaria con actividades agropecuarias y mineras. Allende esas actividades, los servicios no existen –salvo por el turismo adormilado.
Sostener una economía primaria no representa un perjuicio en sí mismo. Tanto como en el mundo de las finanzas existen los golden bugs que pretenden volver al patrón oro, en el ámbito de las actividades económicas puede considerarse que lo que da la tierra, la extracción de materias primas, es el gran negocio del granero del mundo.
Lo realmente malo es que esa economía primaria se inscribe en un modelo de negocio en el que la provincia de Salta como administración estatal parece siempre el primo tonto al que le dan la parte más chiquita del chocolate. Y es escandalosamente chiquita en este caso: las regalías mineras son irrisorias y los créditos fiscales al polo agroexportador alivianan sus costos.
En paralelo, no hay servicios que se fomenten en la provincia. Enumeremos como posibles las industrias culturales, las telecomunicaciones, la programación informática, los mapeos georeferenciados y un etcétera que acaba en el ocaso de la creatividad del “innovador” de Schumpeter. Salvo Nubicom, con un meteórico crecimiento, no hay empresas de servicios que sean relevantes.
Si alguno de esos servicios se promocionara, las flexibilizaciones impositivas, laborales y el favor estatal deberían volcarse lejos del litio, la caña, la uva y el tabaco. Se quitarían impuestos, se crearían créditos, se otorgarían exenciones al sector de los servicios y, claro, eso debería ir en detrimento de las actividades económicas primarias, siempre pensando en el equilibrio fiscal.
En lugar de eso, las alianzas actuales entre los grupos fácticos de la sociedad salteña, con intereses económicos -entre otros- entre sí, no cambiará un ápice el rumbo de los espaldarazos estatales. El ministro de Producción y Desarrollo Sustentable es pariente directo del gobernador, sí, pero además es un referente del pool agroexportador local. No hay mucho más que agregar.