10 02 hesslingFranco Hessling Herrera

Un reciente estudio ha descubierto que hay un tipo de hormiga que a través de la clonación cruzada puede producir ejemplares de otras hormigas obreras. Que no se vuelve objetivo reproducirlo entre humanos para aquellos que hacen ciencia sin ética.

Las hormigas a menudo son citadas cuando se alude a la fortaleza física que puede conquistar un ser viviente. Y nada tiene que ver con el clásico dibujo animado “La hormiga atómica”, sino con un dato fáctico. Están en condiciones de levantar varias veces su propio peso, como si un humano de 100 kilos pudiese cargar sobre sus espaldas una tonelada o una tonelada y media.

De sólo pensarlo, por puro vicio al gore, es sencillo imaginarse una escena dantesca de huesos rotos, espaldas partidas a la mitad y sangre derramada por doquier. Los pequeños insectos, que suelen llevar hojas o pequeñas partes de tierra sobre sus cuerpos, logran levantar entre 10 y 15 veces su propio peso, una proeza imposible para los fisicoculturistas y aficionados al levantamiento de peso.

Pero las virtudes que nos ocupan sobre las hormigas no se agotan en esa fortaleza sobrecogedora. También se ha destacado la increíble organización comunitaria con la que operan para construir verdaderas edificaciones subterráneas, sobre las superficies y hasta en los troncos de árboles y que coloquialmente llamamos hormigueros. Al igual que las abejas, que también son evocadas por esas destrezas, estos insectos han sido un campo fértil de análisis en las hormigas y su organización comunitaria. No sólo porque se articulan y trabajan organizadamente para montar construcciones sorprendentes de acuerdo a su tamaño, sino también porque entablan relaciones de jerarquía, organización y división de tareas con una complejidad ajena a otras especies.

De allí que podría decirse que a través de las hormigas, al igual que las abejas, se podría crear un campo interdisciplinar entre los intereses y abordajes de la entomología -estudio de los insectos- y la etología -estudio de los comportamientos y relaciones con el hábitat de las especies biológicas-. Se sabe que las hormigas tienen estructuras jerarquizadas de tal modo que existen, igual que en el mundo de las abejas, las reinas o madres y las obreras. Las primeras son las que fundamentan a través de su descendencia la creación y sostenimiento de una estructura colonial, que a su vez se organiza luego en torno a las tareas de reproducción de la colonia -no sólo por vía de la reproducción biológica, sino también de la existencia en general-.

La producción musical también ha recogido estas curiosidades que suscitan las hormigas, presentes de modo profuso en la realidad humana cotidiana. El famoso rap de Charly García aduciendo que no aguanta más las hormigas, que lo invaden y aparecen por todos lados, que lo obligan a volverse a vivir a la ciudad, resuena todavía en bares del under rockero. Más cerca en el tiempo, el single “El hormiguero” de Calle 13 le hace loas a la organización colectiva de las hormigas, con un idilio donde dan a entender que en las colonias no hay diferencias entre reinas y obreras. Para vender discos y ganar reproducciones en plataformas, la banda centroamericana acertó con idealizar las hormigas como si fuesen el ideal etológico de comunismo, sin embargo, las evidencias científicas muestras la profunda diferenciación entre unas y otras. Y hacia allí vamos.

Un reciente estudio encabezado por Y. Juvé de la Universidad de Montpellier da cuenta de esas jerarquías, pero también de una peculiaridad de cierta especie de hormigas. El trabajo estuvo integrado por científicos de Europa afiliados a instituciones de Francia, Italia, España, Suecia, Austria y Bulgaria. De acuerdo con los recientes hallazgos publicados el 3 de septiembre último, hay una variante particular de hormiga que, en su hormiga madre, tiene la facultad de clonar variantes de otros tipos de hormigas y de este modo generar nuevos ejemplares de hormigas obreras. Desde un punto de vista biológico se trata de una cualidad muy peculiar, desde un punto de vista etológico es digno de un análisis más detallado: estas hormigas lograron reproducir a sus trabajadores, aquellos quienes, como en todo sistema organizado, sostienen las estructuras de vinculación y reproducción.

El tipo de hormiga que tiene esta cualidad se denomina técnicamente como Messor Ibericus y ha demostrado que sus ejemplares madres pueden clonar otros tipos de hormigas a través del entrecruzamiento de especies. No vienen al caso los pormenores técnicos del estudio, pero el descubrimiento nos trae a uno de los peligros que acarrea el avance científico. Peligros para quienes albergan un dejo de humanismo, pero, al contrario, puede ser un estímulo para talantes como el del presidente Javier Milei, deshumanizado a ultranza. Entonces, digámoslo para que tal vez así el libertarianismo de Milei y sus seguidores revise su tesitura de desfinanciar la ciencia y negar la necesidad de investigar multidisciplinariamente.

El peligro de este descubrimiento es que los científicos sin ética aprovechen para detectar esta forma de clonación y la implementen en humanos, buscando generar. Imaginemos un mundo ideal para los explotadores que sólo pueden ver números donde hay vidas e intangibles, en el que el trabajo lo hagan por una parte algoritmos de IA generativa y por otra parte clones de obreros que se puedan formatear para no tener ansias gremiales, deseos de superación ni sentido de la dignidad o la justicia. Un mundo feliz para Toto Caputo y Fede Sturzzeneger, para Alfredo Olmedo y Emilia Orozco. Un mundo de reyes y esclavos. Ojalá pronto seamos menos como las hormigas y más como los seres que alguna vez se soñaron en Jonia: amantes del saber, de lo humano y de lo colectivo.