medranoJosefina Medrano

Durante mi adolescencia fui una gran deportista, tenía una habilidad natural para la mayoría de los deportes y disfrutaba de cada uno de ellos, ya fueran individuales o en equipo, siempre dejaba lo mejor de mí en cada evento. Salir a jugar era salir a ganar, no rendirse y disfrutar.

Creo que de alguna manera me forjó el carácter, enseñándome que cualquier cosa que uno haga en la vida, y más si tiene habilidad, debe hacerla de la mejor manera más allá del resultado final. A veces se gana otras se pierde y es ahí donde uno aprende que haber dejado el cuerpo, el alma, el respeto por el otro y disfrutado el momento, es la mayor recompensa.

Si bien nunca practiqué boxeo. estos días he seguido con atención la situación de salud de “La Locomotora” Oliveras. A quien conocía más que nada por sus frases inspiradoras que de alguna manera mostraban su carácter de lucha que invitaban a sus seguidores a no rendirse mas allá de las adversidades. Mensaje tan fuerte en estos tiempos donde el facilismo es lo común, el esfuerzo es poco para perseguir los sueños y darse por vencido es moneda corriente.

Una mujer fuerte, aguerrida, que subió al ring mil veces y salió victoriosa… Hasta ayer luchó la pelea más dura: la de su cerebro contra el daño irreversible. Sufrió un accidente cerebro vascular (ACV). Una patología que aparece de repente, a veces llega como un crujido sordo, como un mareo leve como una mano que no responde. Y entonces, cuando el accidente cerebrovascular (ACV) aparece, todo cambia. Porque un ACV no discrimina: puede afectar a jóvenes, adultos, atletas, amas de casa, jubilados. A todos. A cualquiera.

En Argentina, según datos del Ministerio de Salud, una persona sufre un ACV cada 4 minutos. Es la primera causa de discapacidad en adultos y la tercera causa de muerte. Más de 126.000 personas por año son afectadas por esta patología.

Existen dos grandes tipos de ACV: el isquémico, causado por la obstrucción de una arteria (el más común), y el hemorrágico, producido por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro. Ambos tienen consecuencias potencialmente devastadoras. Y, lo más inquietante, es que muchos se podrían prevenir. Cada segundo cuenta: por cada minuto que el cerebro no recibe oxígeno, se pierden millones de neuronas.

La detección temprana de los síntomas puede cambiar el rumbo del desenlace final. El tiempo es cerebro. Reaccionar rápido puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, o entre la autonomía y la dependencia total.

El cuerpo siempre da señales que debemos reconocer para actuar de manera inmediata. Vaya acá una regla sencilla con el acrónimo FAST (en inglés): Face (rostro): ¿Hay alguna asimetría o caída de un lado? Arm (brazo): ¿Puede levantar ambos brazos? Speech (habla): ¿habla claramente? Time (tiempo) si hay dudas llamar urgente al 911 0 ir al hospital más cercano.

Otros síntomas que deben alertar: dificultad para hablar o entender lo que se dice. Pérdida súbita de fuerza o sensibilidad en la cara, brazo o pierna, especialmente de un lado del cuerpo. Visión borrosa o pérdida de visión en uno o ambos ojos. Dolor de cabeza intenso, repentino y sin causa aparente. Dificultad para caminar, mareo, pérdida de equilibrio o coordinación.

Se estima que el 80% de los ACV son prevenibles. Y esta prevención comienza en los hábitos más simples y más difíciles de sostener: controlar la presión arterial, mantener una dieta saludable, evitar el cigarrillo, manejar el colesterol, hacer ejercicio físico regular, y no dejar de lado la salud emocional. También controlar enfermedades crónicas como la diabetes.

Esta columna no es para asustar, sino para invitar a reflexionar. ¿Qué estamos haciendo hoy para cuidar ese órgano tan noble y tan frágil que es el cerebro? ¿A cuántos controles médicos llegamos tarde? ¿A cuántas señales decidimos ignorar? El ACV es una emergencia médica, pero la verdadera batalla se libra mucho antes, en el día a día.

"Yo vine al mundo a pelearla, no a rendirme", dijo alguna vez La locomotora en una de sus frases inspiradoras. Una luchadora dentro y fuera del cuadrilátero, quien nunca bajó los brazos. Un accidente cerebro vascular (ACV) le provocó un daño cerebral irreversible. Un claro ejemplo de una mujer disciplinada, entrenada, fuerte, que no pudo anticipar este golpe.

Es por eso que debemos estar atentos, salir de esa distracción diaria y escuchar sin subestimar los mensajes de nuestro cuerpo. Porque un golpe seco como este nos puede cambiar la vida para siempre.