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Por Franco Hessling

El gobernador Sáenz fue clave para que el oficialismo nacional consiguiera sus primeras conquistas legislativas y políticas. Sin embargo, cabe preguntarse si la Casa Rosada recordará ello cuando tenga que redistribuir partidas entre las provincias.  

En 2015 ganó las elecciones una fuerza no peronista y destronó a un gobierno peronista, el kirchnerismo, que venía en el poder desde hacía más de 10 años. En aquel entonces, el gobernador salteño era un peronista que había hecho campaña abiertamente crítica contra el kirchnerismo, por lo que todo hacía suponer que podría establecer fabulosas relaciones con aquella nueva administración que arribaba a la Casa Rosada.  

Por aquel entonces, en Jujuy gobernaba Gerardo Morales, de origen radical, junto con un peronista de índole massista. En Tucumán, en cambio, tenía el poder un peronista cercano al kirchnerismo, Juan Manzur, que incluso lidiaba con sus propios problemas domésticos para contener a la tropa peronista -todavía se hacían sentir las poderosas ramificaciones de José Alperovich-. En ningún lugar parecía haber más cercanía con el oficialismo que dentro de la provincia de Salta.  

El por entonces gobernador Juan Manuel Urtubey, acérrimo crítico del kirchnerismo en aquellos años, pretendía terminar de instalar su figura nacional y hacía del sistema de votación electrónica su bandera de posicionamiento. Tenía reuniones con dirigentes de la Rosada permanentemente y los guiños mutuos eran grotescos. En términos políticos, el colaboracionismo de Urtubey con Mauricio Macri era indiscutible y de grandísimo valor para promover el “Plan Belgrano”, que la Rosada impulsaba para el norte del país.  

Sin embargo, las erogaciones para Salta se revelaron escasísimas. Unos años después de que asumiera Macri, abundaron informes periodísticos demostrando que en Jujuy prosperaban las inversiones nacionales -lógico, tratándose de un aliado directo- y en Tucumán, paradójicamente, también florecían las acciones del gobierno nacional. Probablemente, esto último gracias a que el titular de aquel Plan Belgrano era un tucumano, José Cano.  

Rememorarlo permite advertir que las decisiones políticas que viene tomando el actual gobernador, también peronista y a priori tampoco oficialista libertario, una situación similar a la de Urtubey durante el mandato de Macri en la presidencia. Por estos días, bajo el argumento de que hay que ser hábil políticamente, acomodarse a los tiempos que tocan y respetar las voluntades electorales, el gobernador Sáenz ha sido un engranaje clave para que Javier Gerardo Milei conquista sus primeras victorias legislativas y políticas en semanas recientes.  

Sin embargo, al igual que le ocurrió a Urtubey, todo indicaría que el gran rezagado del norte podría ser Sáenz. Nadie cuestiona que Osvaldo Jaldo, gobernador tucumano, se ha convertido en el peronista más libertario de todos. Raúl Jalil, el catamarqueño, proviniendo de un peronismo más kirchnerista, ya ha sido acogido y premiado por la administración de la Casa Rosada. Carlos Sadir ha sabido despegarse de su mentor, Gerardo Morales, y distanciarse de cualquier dejo de peronismo que arrastrase su gobierno.  

El riesgo de que colaborar no redunde en demasiados beneficios para la provincia es latente, dado que al prestar su buena voluntad Sáenz no procuró resguardar para sí elementos de negociación con los que revelarse contra el oficialismo nacional en caso de que éste no compense su colaboración. Habrá que esperar y considerar, en unos meses, si la táctica del gobernador trajo frutos considerables. Si no, en muy poco tiempo, volveremos a ver la misma película que se proyectó durante la administración de Macri.