columna maroccoPaulatinamente se va restableciendo el orden y la normalidad en el expendio de nafta y gasoil.

Por Antonio Marocco

Las dificultades para cargar combustible que experimentamos los argentinos en la última semana no fue más que una construcción especulativa y mediática, orquestada y apalancada por uno de los sectores económicos que ha reportado más crecimiento y ganancias extraordinarias en los últimos años.

Se trata de una forma de presión poco novedosa, bien deliberada y ejecutada. Se aprovecha la tensión electoral y se agita el fantasma del desabastecimiento, de la devaluación, del salto en los precios. El objetivo es claro: obtener mayor rentabilidad y privilegios, debilitar la gestión económica del Gobierno y, principalmente en esta oportunidad, atacar la candidatura de Sergio Massa de cara al balotaje del 19 de noviembre.

A estos grupos concentrados de la economía, socios de los medios hegemónicos de comunicación, no les importa llevarse puesto el bolsillo de los argentinos con cada corrida, de hecho es lo que buscan. Hoy es la nafta, ayer fue el dólar ilegal en las cuevas financieras; en otro momento simulan la escasez de aceite en las góndolas del supermercado y así.

Es una forma de presión nada novedosa para obtener ganancias extraordinarias, pero además una maniobra que juega un papel elemental para construcción de sentido en la sociedad.

La operación falso desabastecimiento se completa con las declaraciones de los voceros del odio y el desánimo, ya sean los medios corporativos o directamente los candidatos de la oposición. Siempre tentados a comparar nuestro país con Venezuela o Cuba. Siempre en desmedro del Estado Nacional, siempre a favor de la especulación y los privilegios, siempre confundiendo el libre mercado con la usura.

El origen del perjuicio que generaron las petroleras a los argentinos tiene varias versiones. Pero como decía Juan Perón, la única verdad es la realidad: la escasez de combustible no era real, al punto que la mayoría de las estaciones de servicio ya están volviendo a expender combustible normalmente.

Las petroleras querían que el Gobierno autorice un aumento en los precios que supere el 40% en los surtidores. Pensaban que lo iban a lograr en base a una devaluación pos elecciones generales que nunca ocurrió, acto seguido pasaron a la ofensiva. “El precio de la nafta en dólares está muy atrasado si se lo compara con otros países”, fue el argumento.

Pero no dicen algo central, las petroleras importan materia prima, insumos y capital a dólar oficial, muy por debajo del dólar financiero que pretenden instalar ante la gente como referencia. A su vez, exportan combustible a un dólar diferencial, muy por encima del oficial, lo que garantiza la rentabilidad del sector y el aumento de la producción. Las cifras del crecimiento del complejo hidrocarburífero en Argentina son récord, tanto en producción convencional como no convencional.

El mes de septiembre finalizó con una producción de 305.000 barriles diarios, cifra que consolida un aumento interanual del 18,1% con relación a septiembre del año anterior. Si el 2022 fue el año de mayor producción desde 2008, el 2023 cerrará con números aún más positivos.

Y como bien señaló la secretaria de Energía de la Nación, la salteña Flavia Royón, frente a los empresarios del sector en el Día del Petróleo, “llevamos más de 15 meses de suba ininterrumpida en la generación de puestos de trabajo, con más de 110 mil personas empleadas en el sector”.

El sector es rentable, sin dudas, incluso —por el nivel de exportaciones— se trata de uno de los más dinámicos de la economía nacional.

Hay que decir otra cosa. Que el precio de los combustibles en argentina sea competitivo es una decisión de Estado, para favorecer el mercado interno y la generación de puestos de trabajo. Para garantizar ese precio el Gobierno ha dispuesto una serie de beneficios impositivos, además de dólares diferenciales, para que las petroleras conserven los niveles de rentabilidad. La única condición era que no perjudiquen la actividad ni el bolsillo de los argentinos. No cumplieron.

El precio de los combustibles no solo afecta de manera directa a la economía de los trabajadores, también de forma indirecta —a través de la inflación— impulsando hacia arriba el precio del transporte y por lo tanto de los productos de la canasta básica.

Ahora, con el panorama un poco más claro, cabe preguntarse qué modelo de país queremos los argentinos.

¿Un país de libre mercado extremo a merced de la especulación y la presión económica en detrimento de los trabajadores? ¿O un país equilibrado, sostenible, que siga produciendo, generando exportaciones, promoviendo el sector privado, el empleo y cuidando el poder adquisitivo de los argentinos?

El precio de la nafta puede conservar su evolución razonable en el mercado interno y seguir mejorando las exportaciones, o puede dispararse al ritmo de una dolarización y liberación de precios que solo beneficiará a unos pocos. El 19 de noviembre los argentinos elegiremos.

Columna emitida por FM Aries el 2 de noviembre de 2023.