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A 40 años del regreso de la democracia, el voto sigue siendo la herramienta más eficaz para demostrar la voluntad popular, mostrar el descontento, influir en el gobierno, para cambiar escenarios políticos, para incorporar nuevos representantes, nuevas voces, nuevas ideas, y principalmente para cambiar nuestro presente y futuro.

Por Natalia Aguiar

No sabemos si la Democracia es el mejor sistema, pero es el que más respeta las libertades y derechos humanos. Como ciudadano es importante saber a quién se vota, pero mucho más aún, para qué votamos. Cuál es el fin de nuestro voto. ¿Cuál es el peso de nuestro voto? ¿Qué hay detrás de cada emisión del voto?

Para algunos será la educación, las igualdades, el acceso a viviendas dignas, a justicia social, la salud, para que los hijos no abandonen el país, para poder tener un salario digno, poder pagar la prepaga, asumir los gastos de la casa, brindar contención y seguridad a su familia.

Sería bueno que los ciudadanos pudieran hacer un acto de introspección y mea culpa para analizar cada uno las razones por las que se votará este año en cada rincón del país. Pensar con sinceridad qué se podría cambiar a través del voto. Pensar qué es lo que realmente se pone en jaque en estas elecciones locales y nacionales.

Elegir implica una gran responsabilidad, hacer uso de las libertades, ejercer el derecho a señalar a los candidatos, a bendecirlos con el sufragio o castigarlos. Votar es un acto de rebeldía contra lo que nunca cambia, contra las injusticias. Pero también significa luchar por un futuro digno para todos.

¿Cuál es el verdadero peso de su voto? ¿Qué significa realmente para usted? Imagínese cuál es la razón que lo lleva a descreer de la política, los políticos, las mismas caras, los mismos nombres, más de lo mismo en un círculo vicioso. La falta de esperanzas, de coherencia de compromiso de los políticos para con el ciudadano. Son muchos los problemas reales. El 4,5% de los niños en Argentina son pobres, es decir que están bajo la línea de pobreza. Estos son problemas reales, a los que la gente se enfrenta todos los días y lo que hace que su voto valga. Es que no se trata de cambiar figuritas porque sí en el poder, se trata del bienestar en el presente, de que la gente pueda proyectar un mañana mejor.

Muchas veces las elecciones se parecen a las votaciones de un reality show. Hay un grupo de jugadores que son seleccionados para tener una u otra estrategia, por ejemplo de convivencia en Gran Hermano. Mientras algunos jugadores se valen de sus estrategias para llegar a lo más alto, otros simplemente se muestran como son, persistiendo en sus valores. Sin exagerar sus creencias, ni intentar comprar a los espectadores. Los votantes pueden ser víctimas de esas trampas políticas. Pueden engancharnos con las disputas entre un candidato y otro, entre tal o cual partido, o hundirse en la famosa grieta. Sin embargo, y pese al descreimiento hacia la clase política, los argentinos tienen la inmensa necesidad de apostar al cambio.

Ha llegado la hora de que los ciudadanos, los votantes, asuman un rol comprometido en el ejercicio de elegir y esa decisión depende solamente de cada uno de ellos, de los problemas que los aqueja, de las injusticias y desigualdades. Pensar el voto propio es una forma de hacer que la Argentina salga adelante. Pensar el peso del voto hará de este país una tierra fértil, con posibilidades. Ha llegado el momento de poner en la balanza el verdadero peso del voto de cada argentino.