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En general, todos los que usamos redes sociales -y somos bastantes, por cierto- entendemos a qué nos referimos cuando hablamos de un meme.

Por Pablo Borla

Este término es un neologismo que apareció por primera vez en 1976, en el libro del biólogo Richard Dawkins “El gen egoísta” y, de manera similar que en la teoría de la evolución biológica que se basa en la reduplicación de unidades de información llamadas «genes», la evolución cultural se basa en la reduplicación de unidades de información.

La ciencia que estudia los memes, la memética, explica que las ideas surgen y se expanden entre la población como si se tratase de un virus.

"Un 'meme', por supuesto, es una idea que funciona en la mente de la misma manera que un gen o virus funciona en el cuerpo. Y que buscamos transmitir porque queremos que nuestras amistades compartan el disfrute que nos produce.

Existen en internet diversas sentencias axiomáticas, que funcionan de manera similar a la conocida Ley de Murphy, que dice que “Cuando algo puede salir mal, saldrá mal”. No tiene fundamento científico, pero está muy popularizada.

En ello, la “La ley de Godwin” -formulada por el abogado Mike Godwin en 1990- reza que "A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a 1". Godwin opina que “Cuando un meme tiene éxito, puede cristalizar escuelas de pensamiento enteras".

En el mismo sentido, la llamada “Ley de Poe” sentencia que "Sin un emoticón u otra muestra obvia de humor, es absolutamente imposible parodiar una idea sin que haya alguien que la confunda con una opinión genuina".

Esto parece lógico. El 70% de la comunicación humana es no verbal y se expresa por gestos, posturas corporales, entonaciones, muletillas, etc., por lo cual fue necesario inventar un código complementario al popularizarse los mensajes de texto en las diferentes aplicaciones, pues es muy difícil expresar una emoción o evitar una interpretación errónea a lo que escribimos, sin él. Para el receptor -quien tiene un contexto y una experiencia de vida únicos, una frase puede tener un sentido tal que -siendo inocente en su intención- la vuelva ofensiva para quien la lee.

Especialmente importante para los referentes sociales y políticos, es el denominado “Efecto Streisand” que dice que "Todo aquel que intente censurar u ocultar información en la red, acaba consiguiendo que se divulgue aún más".

Recientemente se conoció un dato que es alarmante en muchos sentidos: los seres humanos ya somos más de 8 mil millones. En el tema que nos atañe hoy, un informe de abril de este año indicó que el número de usuarios de las redes sociales ahora equivale a más del 58% de la población total del mundo.

Esto surgió de Digital 2022, el último informe realizado por We Are Social y Hootsuite, señalando que hay 4.620 millones de usuarios de redes en todo el mundo, con un crecimiento interanual de más del 10%. Esto implica 424 millones de usuarios nuevos desde 2021. También, se incrementó el tiempo que se pasa en estos entornos.

"El crecimiento de la digitalización siempre fue exponencial, pero la pandemia lo aceleró con esteroides", asegura Martin Hilbert, investigador alemán, reconocido por haber alertado sobre la intervención de Cambridge Analytica en la campaña de Donald Trump, un año antes de que estallara el escándalo.

“Esto debiera preocupar especialmente a América Latina, "porque son líderes mundiales en el uso de redes sociales", advirtió Hilbert en una entrevista con CNN. Para el especialista, “La verdadera fuente de poder ha sido llevarnos a nuestro narcisismo, a nuestro enojo, ansiedad, envidia, credulidad y, por cierto, a nuestra lujuria. Es decir, las tecnologías persuasivas apelan a mantenerte en la versión más débil de ti mismo para que gastes tu tiempo en las redes”.

Ya antes del incremento de la pandemia, una investigación en EE. UU concluyó que desactivar Facebook por un mes aumenta el bienestar subjetivo tanto como ganar 30 mil dólares adicionales al año.

La influencia de las redes sociales crece y parece indetenible. Los algoritmos que usan saben cómo explotar nuestras debilidades.

Hilbert destaca que “Los usuarios de YouTube, que son dos mil millones, ven en promedio 40 minutos de videos al día, de los cuales los algoritmos recomiendan el 70%. Alrededor del 5% de las recomendaciones son teorías conspirativas absurdas: que la Tierra es plana, que las vacunas son peligrosas, etc. Haciendo números, casi el 30% de las personas en el mundo ven en promedio 1,5 minutos diarios de teorías conspirativas”.

Este crecimiento del uso de las redes ha coincidido con aumentos de la ansiedad, de la percepción de soledad, de la idealización de estereotipos y del incremento del suicidio adolescente.

Las redes sociales divierten, entretienen, mueven la economía.

Son populares, vinculantes, globales.

Son muchas cosas, menos un pasatiempo inocente.