05 15 uruguay

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y su par chileno, Gabriel Boric, despidieron este jueves al fallecido ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica en el Palacio Legislativo de Montevideo, por el que desfilaron en dos días decenas de miles de personas.

Mujica murió el martes a los 89 años en su modesta finca en la periferia de Montevideo, acompañado por su esposa, la ex vicepresidenta Lucía Topolansky. La misma casa donde vivieron durante la presidencia del ex guerrillero (2010-2015) y donde descansarán las cenizas del político.

La emoción ya palpable en el imponente Salón de los Pasos Perdidos del Parlamento, donde es velado Mujica aumentó pasado el mediodía de ayer con la llegada de Boric, primero, y Lula, poco después.

Vistiendo una camisa blanca y un traje negro, el mandatario chileno saludó primero al secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, y luego se fundió en un sentido y prolongado abrazo con Topolansky.

Luego, y en un clima de absoluto silencio, se acercó al féretro de Mujica, apoyó sus dos manos sobre la bandera uruguaya que lo cubría y permaneció en silencio durante casi un minuto.

Boric se sentó luego junto a Topolansky, con quien mantuvo un cálido diálogo, mientras ciudadanos uruguayos seguían entrando al Palacio para despedir a Mujica, fallecido el pasado martes a los 89 años.

Lula, por su parte, fue recibido en las escalinatas del Palacio Legislativo de Montevideo por Orsi, e ingresó al salón junto a su esposa, Rosângela da Silva.

El mandatario brasileño arribó junto a una enorme comitiva, cuyo ingreso obligó a interrumpir la entrada de los ciudadanos uruguayos que se acercaron a despedir a su ex mandatario.

Antes de acercarse al féretro, Lula se abrazó con Topolansky, antes de besarla en la frente, un gesto que ya había tenido con su fallecido amigo la última vez que lo vio, el 1 de marzo de este año.

El mandatario brasileño se paró luego frente a los restos de Mujica, donde permaneció unos segundos en silencio.

Antes de retirarse, y tras mantener un extenso diálogo con Topolansky, el líder brasileño se acercó una vez más al féretro, junto al cual, con los ojos humedecidos, pronunció unas últimas palabras a Orsi antes de retirarse del salón.

En una nota oficial publicada poco después del fallecimiento de Mujica, el líder progresista brasileño destacó su “grandeza humana”, que dijo “trascendió las fronteras de Uruguay y de su mandato presidencial”.

“La sabiduría de sus palabras se convirtió en un verdadero canto de unidad y fraternidad para América Latina”, subrayó.

Lula y Boric, aliados de la izquierda latinoamericana, estaban en Beijing participando del Foro Ministerial China-Celac cuando recibieron la noticia de su muerte.

 

Un vacío muy grande

Desde la mañana, y por segundo día, miles de uruguayos hicieron largas filas camino a la capilla ardiente. Algunos con flores en sus manos, otros con banderas en los hombros, simpatizantes de Mujica de todas las edades hacían su duelo.

“No me voy, estoy llegando”, rezaba en la explanada del parlamento una bandera gigante del Movimiento de Participación Popular (MPP), agrupación política de Mujica y sector de la izquierda más votado en el país, de 3,4 millones de habitantes.

A pocos metros, puestos callejeros vendían choripán (sándwich típico rioplatense), bebidas, banderas de la izquierda y llaveros con el rostro del “Pepe”.

“Fue un líder, un caudillo, con una forma de vida que no es normal en la política”, dijo a la AFP el jubilado Roberto Pérez, emocionado.

Con su forma de ser “nos dejó un legado acá y a nivel mundial y deja un vacío muy grande”, dijo antes de entrar al Palacio.

Referente, legado: dos palabras que se repiten una y otra vez para definir a Mujica, conocido mundialmente por su estilo de vida austero, su lenguaje llano y su prédica anticonsumista.

Para Aurea Nascimento, una turista brasileña que se acercó a la capilla ardiente con una flor en la mano, Mujica era digno de admiración.

“No era un político común, era un filósofo, un humanista, entrega valores que son universales y diferentes a los que estamos acostumbrados a ver en personas con poder”, dijo.