
La crecida vuelve a encender todas las alarmas en el extremo norte de Salta. En Misión La Paz, comunidad ubicada en el punto tripartito con Bolivia y Paraguay, el avance del agua sobre la barranca ya no es una advertencia futura sino una amenaza concreta. Las lluvias registradas en la cuenca alta y los pronósticos para los próximos días anticipan un escenario aún más delicado.
Según referentes de la zona, el río se encuentra actualmente a unos 12 metros de la ruta provincial 54, cuando hace apenas una semana estaba a 15. Esa reducción acelerada en la distancia confirma lo que la erosión avanza sin control y podría terminar destruyendo la traza vial, dejando incomunicadas a unas 15 comunidades del norte salteño.
“Cada día el río se come un poco más de la barranca. Ya casi no hay diferencia entre la orilla y la banquina”, advirtió Hugo González, vocero de la comunidad indígena de Misión La Paz. “Las obras que hizo Recursos Hídricos no sirvieron para nada”, agregó.
La preocupación aumenta ante el pronóstico meteorológico. El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) de Bolivia emitió una alerta hidrológica naranja hasta el 29 de diciembre por la probabilidad de nuevas crecidas y desbordes tanto del Pilcomayo como del Bermejo. En la región saben que lo peor todavía no llegó: la temporada de lluvias fuertes aún no comenzó y este escenario podría ser apenas un anticipo.
Si el río termina rompiendo la ruta 54, el impacto sería crítico. Quedarían aisladas Misión La Paz y otras comunidades como Las Vertientes, además de comprometerse el acceso hacia sectores de la provincia de Formosa. La zona tiene, además, un valor estratégico clave: allí funciona el puente internacional con Pozo Hondo (Paraguay) y operan dependencias nacionales como Gendarmería, Migraciones y Aduana, además de instituciones educativas y sanitarias provinciales.
Cabe recordar que en abril se produjo una crecida histórica —la más importante desde 2018— que modificó el cauce del río, generó un gran meandro que primero avanzó sobre territorio paraguayo y luego regresó con fuerza hacia el lado argentino.
Desde entonces, el Pilcomayo comenzó a “comerse” la barranca salteña de manera sostenida. Algunos estiman que ya se perdieron cerca de dos kilómetros de territorio, poniendo en riesgo viviendas, escuelas, instalaciones eléctricas, edificios públicos y la propia conectividad internacional.
