Desde las imponentes montañas de San Antonio de los Cobres, Nicolás Condorí, de 39 años, se propuso un desafío extraordinario: ascender y descender el Aconcagua en un solo día, durante el mes de enero.
La hazaña, que lo convirtió en uno de los pocos salteños en lograr semejante récord, le valió el reconocimiento como Montañista del Año, un premio que celebra no solo su capacidad física, sino también su historia de vida y su manera de entender la montaña. Criado en la Puna salteña, donde el paisaje está dominado por cerros y cumbres, Condorí descubrió el montañismo hace apenas un puñado de años gracias al Centro de Entrenamiento de Alta Montaña de Salta (CEM).
Desde entonces, su carrera deportiva ha sido meteórica: travesías solitarias, récords de velocidad y desafíos autogestionados que lo llevaron a convertirse en referente de una disciplina que exige tanto preparación como pasión.
“Hace tres años empecé y se convirtió en un modo de vida. Planificar un cerro todos los fines de semana era necesario para mí. Después se transformó en algo deportivo, y culminó en el premio de este año”, relató Condorí en diálogo con la prensa.
Un desafío en 24 horas
El Aconcagua, con sus 6.962 metros sobre el nivel del mar, es la montaña más alta de América y uno de los objetivos más codiciados por montañistas de todo el mundo. Las expediciones suelen durar entre 9 y 20 días, pero Condorí logró completar el ascenso y descenso en apenas 24 horas, un récord que lo coloca en un selecto grupo de deportistas de élite.
“Muchos no saben, pero soy uno de los pocos salteños que lo ha hecho en el día. Estuve cuatro días en el parque, cuando una expedición de ese tipo suele durar semanas. De la forma en que lo hice, no puedo estar más orgulloso de mí mismo”, confesó.
Durante su travesía, además de superar el clima extremo y la dificultad del terreno, Condorí protagonizó un gesto que revela su carácter solidario: ayudó a una montañista polaca que necesitaba apoyo en plena ruta. “La montaña no es solo fuerza, también es corazón”, comentó al recordar aquel momento.
Una vida marcada por la montaña
Condorí asegura que su vínculo con la montaña comenzó en la infancia, cuando acompañaba a su familia a buscar leña en San Antonio de los Cobres. “Siempre lo cuento: era ver el Acay como lo más imponente y decir ‘lo más grande del mundo’, pero nada más que eso. No estaba descubierto para mí”, recordó.
Su regreso a San Antonio, tras estudiar en otro lugar, fue el punto de partida para su carrera como montañista. En el CEM encontró el espacio para entrenar y descubrir que aquello que veía desde niño podía convertirse en un desafío deportivo. “Ahí empecé a descubrir lo que yo veía, porque lo veía, pero no estaba descubierto. Después se terminó convirtiendo en desafíos personales y deportivos que fueron calando hondo”, explicó.
Entre sus logros previos al Aconcagua se destacan las nueve cumbres del Nevado de Cachi, que completó en apenas tres días, un récord que nadie había alcanzado en solitario. “Más allá del tiempo, yo sabía que podía estar tres días en la montaña y lo podía lograr. Eso me dio confianza para pensar en el Aconcagua”, señaló.

El valor de la aclimatación
Uno de los aspectos que Condorí destaca como ventaja es haber nacido y crecido en la altura de la Puna. “Para nosotros, criados en San Antonio, la aclimatación no ha sido un tema. Creo que es la ventaja más grande que puedo tener”, afirmó.
Aunque asegura que no sigue un régimen estricto de entrenamiento ni de dieta, su vida siempre estuvo ligada al deporte. “Cuando fui al Quehuar con dos amigos del CEM me di cuenta que podía tener otro ritmo de montaña. Ahí decidí preparar algo en solitario para ver cómo rendía mi cuerpo, y me di cuenta que realmente no me costaba tanto como a otros chicos”, relató.
Su estilo de montañismo, marcado por la autogestión y la soledad, lo distingue dentro del ambiente. “Me encanta ir en grupo, pero también hacerlo en solitario, por el ritmo que tengo. Aunque siempre me preparo de la mejor manera: llevo un spot satelital, estudio, leo mucho antes de enfrentar un desafío. Trato de tomar todas las mejores decisiones”, explicó.
Un año extraordinario y un futuro ambicioso
El reconocimiento como Montañista del Año llegó tras un 2025 que Condorí describe como inolvidable. “Fue un año extraordinario, deportivamente hablando, y personalmente ni te digo, porque también fue un momento personal bastante duro. Surqué desafíos que nunca había registrado en mi cabeza. Para mí fue enorme, y ni hablar con el Aconcagua en el día”, expresó.
El premio, asegura, es un reconocimiento a su esfuerzo y a su manera de encarar la montaña. “Cuando uno se plantea estos desafíos, después hace la cuenta de que lo ha hecho y lo ha logrado. Eso tiene que ser validero para uno. Dejar en lo más alto mi apellido y a mi pueblo, haber hecho el Aconcagua así, fue enorme”, sostuvo.
De cara al futuro, Condorí ya piensa en metas más ambiciosas. “Este año fue más un entrenamiento para mi cuerpo, prepararme para cosas más grandes. Sí tengo en mis planes un 8.000, no sé si el Everest puntualmente, pero sí un 8.000. También montañas en Ecuador, Perú y ojalá en Bolivia”, adelantó.
El reconocimiento a Nicolás Condorí como Montañista del Año no solo celebra su capacidad física y mental, sino también su rol como embajador del deporte salteño y argentino en el mundo. “Para mí, personalmente, fue un año enorme. Y este premio es un reconocimiento a eso. Estoy orgulloso de haber dejado en lo más alto a mi pueblo y a mi apellido”, concluyó.
