10 03 pelloniLa monja conocida por denunciar el crimen de María Soledad hoy apunta al avance del narcotráfico, su vínculo con la política y el abandono de nuestros niños. “Ya no hablamos solo de droga: hablamos de políticos con droga”, dijo en diálogo con Punto Uno.

Hace más de tres décadas, su voz se alzó en Catamarca contra la impunidad en el brutal asesinato de María Soledad Morales. Hoy, la hermana Marta Pelloni vuelve a encender una alarma nacional: el narcotráfico ya no se oculta en los márgenes, ahora negocia con el poder político, destruye familias y se instala en el corazón de nuestros barrios.

Pelloni advirtió que Argentina transita un peligroso camino hacia lo que podría convertirse en un "narcoestado en cuotas", en donde el financiamiento electoral con dinero sucio, la cooptación de funcionarios y el crecimiento exponencial del consumo entre los más jóvenes están poniendo a la sociedad contra las cuerdas. “Antes hablábamos de delincuentes ligados a la droga. Hoy hablamos de políticos con droga”, dice sin rodeos.

En su opinión el país dejó de ser solo una vía de tránsito de estupefacientes para convertirse en una plataforma de distribución, consumo, y —quizás— producción. Este fenómeno, que afecta a toda América Latina, encuentra en la Argentina un terreno fértil: pobreza estructural, instituciones débiles y generaciones enteras desamparadas. “Tenemos chicos de 10 años que ya son distribuidores. Venden para llevar dinero a sus casas, muchas veces con la droga ya instalada en la familia”, denuncia.

Más allá del narcotráfico, Marta Pelloni apunta a un drama más silencioso pero igual de corrosivo: la pérdida de la autoridad educativa en la casa y en la escuela. Según la religiosa, hay al menos tres generaciones de padres y docentes que no saben poner límites, porque no los recibieron. “Una madre va a la escuela y le dice a la maestra: ‘ayúdeme con mi hijo, yo no puedo’. Y una docente le pide al director que le cambie el curso porque no puede con los alumnos. Eso tiene que terminar”.

La hermana propuso dos ejes de transformación profunda: Recuperar la ética en la política, votando con conciencia a dirigentes con valores y fortalecer la educación familiar y escolar, enseñando desde la infancia lo que no se enseña más: límites, responsabilidad, amor con firmeza.

Cuando le preguntamos si el narcotráfico está creando un Estado paralelo, Pelloni duda. “Da miedo pensarlo”, confesó. Pero enseguida reconoce que la droga ya está financiando campañas electorales, que funcionarios son cómplices, y que la política, en algunos casos, está manchada. “No todos, no todos. Pero hay políticos enganchados por el poder económico que les da el narcotráfico. Y eso es peligrosísimo”.

La entrevista terminó con una súplica sencilla pero contundente. Cuando le preguntamos si los jóvenes todavía pueden encontrar refugio en instituciones sanadoras —la iglesia, los hogares de Cristo, los grupos misioneros—, Pelloni repite cuatro veces: “Dios lo oiga”.