02 18 hessEsta semana reapareció CFK y confirmó algo que ya habíamos mencionado el año pasado en estas columnas: el centro político del país la desplazó definitivamente, dando paso a un presidente que twitea más de lo que explica.

Por Franco Hessling

Desde las elecciones primarias del año pasado, es decir, desde el 13 de agosto, hubo un cambio trascendental en la política argentina, sobre el que ya hemos hecho menciones en otras columnas pero que ahora conviene analizarlo detenidamente y con la suficiente distancia temporal del paso de los meses, que habilita una mirada en perspectiva más detenida del asunto. Lo que ocurrió a partir del 13 de agosto del año pasado también merece atención por hechos recientes de esta semana.

A partir de las PASO nacionales de 2023 el eje político de Argentina pasó de manos, no por cambios en el gobierno ni por nuevas corrientes o fuerzas políticas, ni tampoco por declaraciones o decisiones significativas ni por giros judiciales estridentes. Sencillamente porque la atención generalizada de los medios, de la opinión pública, de los trending topic’s y de las conversaciones comunes y corrientes de personas no demasiado interesadas en la política dejaron de tener a una protagonista dirigencial para tener a otro. De la yegua al león, en los términos más chabacanos con los que ambos fueron etiquetados.

El centro político argentino pasó de situarse por muchos años en torno a Cristina Fernández de Kirchner y se posó, y desde entonces ha sido así, en el ahora actual presidente de los argentinos, Javier Gerardo Milei. Lo que no pudo ni remotamente Mauricio Macri, mucho menos Alberto Fernández ni ningún otro dirigente peronista, tampoco mujeres de la oposición, como Patricia Bullrich, Victoria Villarruel o Margarita Stolbizer, lo logró el economista de universidad privada, que poco entiende de economía en términos teóricos.

Milei jubiló a CFK. Es una afirmación muy categórica, quizá demasiado taxativa, tal vez convenga matizar. Podríamos decir que Milei desplazó a CFK del centro político argentino. Ya casi nadie habla o recuerda a la yegua y mucho se departe en torno a lo que hace, dice y piensa el león. Ahora todos, hasta los menos interesados en la política, cuando tienen que hacer un chiste, emitir una queja o comentar algo sobre política, incluso compartir un meme, eligen a Milei.

Y eso se ratificó con dolorosa claridad para los militantes kirchneristas esta semana, luego de que la expresidenta y exvicepresidenta, también exsenadora nacional, hizo público un documento extenso con agudas críticas a la actual administración de La Libertad Avanza (LLA), principalmente al programa económico del gobierno libertario donde hay muchos referentes que nada tienen de nuevo en la política argentina.

Sobre esto último resaltan los nombres de Federico Sturzenegger y Luis Caputo, quienes ya fueron funcionarios nacionales durante el gobierno de Macri. El segundo, además, es primo de uno de los mejores amigos de Macri, Nicolás Caputo, con quien ha establecido sociedades y a quien ha beneficiado desde el sector público con licitaciones, contrataciones y otros actos administrativos que incluso han sido investigados por la justicia argentina mucho antes de que en 2015 se convirtiera en presidente de la Nación.

En cuanto a la aparición pública de CFK, que es lo que aquí interesa analizar, pasó prácticamente desapercibida. Esto hubiese sido impensado hasta junio del año pasado, cuando cada expresión de Cristina, hasta una publicación en redes, valía horas y horas de análisis, memes, comentarios, chascarrillos y un larguísimo etcétera de repercusiones. Esta vez, si bien CFK se despachó con más de 30 páginas de texto, la atención no se centró en ella. Ahora vivimos pendientes de los twits de Milei, un presidente showman. Estamos en franca decadencia.