El periodista y economista Alejandro Bercovich expuso el contenido de su libro “Lo que quieren los dueño” explicó que muchos de los grandes empresarios han dejado de ver al país como un proyecto común.
El conductor del programa radial “Pasaron cosas” y del programa televisivo “La ley de la selva” consideró que el litio representa una oportunidad de acumulación de capital rápida, sin necesidad de construir una economía con empleos de calidad, consumo interno o encadenamientos productivos.
Dijo que se trata de un modelo de capitalismo extractivo, desnacionalizado, orientado al exterior y que margina a las mayorías.
“El litio es el emblema perfecto del modelo de enclave que propone este gobierno. Un modelo que no tiene como protagonistas a los argentinos, sino a las multinacionales”, sostuvo.
“El litio, el cobre, el oro y las tierras forman parte de una promesa que seduce a los dueños: una economía sin sindicatos, sin trabajadores organizados, sin tensión social. Una economía del subsuelo, exportadora, sin industria nacional”, describió.
Esta lógica implica un cambio radical en el perfil del empresariado argentino: ya no se piensa como parte de un proyecto nacional de desarrollo, sino como proveedor de commodities a gran escala para el mercado internacional. En sus palabras:
“Hay dueños que dejaron de pensarse como industriales, como productores para el mercado interno. Dejaron de ver en su empleado un cliente. Y por eso no les importa si el argentino promedio puede comprarse una heladera o no”, acotó.
Criticó el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) impulsado por el gobierno de Javier Milei, que Bercovich calificó como la consagración de una lógica de enclave. Este régimen otorga beneficios extraordinarios en términos fiscales, aduaneros y de libre disponibilidad de divisas.
“El RIGI es la hipérbole de la desnacionalización. Legaliza una estructura colonial en pleno siglo XXI. Las riquezas naturales de las provincias terminan en balances de compañías en Islas Vírgenes”, denunció.
Para el periodista, el litio no solo representa un recurso estratégico, sino también un campo de disputa geopolítica y social: “Donde podría haber un polo de desarrollo nacional, el gobierno propone una zona de sacrificio. Donde podría haber encadenamientos productivos, proveedores locales, universidades involucradas, lo que hay es una tubería directa hacia afuera”.
A lo largo de su exposición, Bercovich insistió en que el litio, lejos de ser “el oro blanco” que salvará la economía argentina, se está convirtiendo en la excusa perfecta para resignar soberanía y planificación.
“No hay derrame. Hay fuga. El litio no se transforma en bienestar. Se transforma en renta que no queda acá. En infraestructura que no usamos. En dólares que no vuelven”, indicó.
Además recalcó cómo las grandes fortunas argentinas han montado estructuras societarias complejas para canalizar sus beneficios por fuera del país.
“El dueño argentino ya no se comporta como argentino. Tiene sus activos afuera, tributa en otra jurisdicción, vive en Punta del Este o en Madrid. Y sin embargo decide sobre nuestros recursos, nuestras leyes y nuestro futuro”, remarcó.
En este contexto, el litio funciona como un lubricante del nuevo paradigma: una economía “funcional” al capital global, al margen de los intereses nacionales.
“Lo que está en juego no es solo qué hacemos con el litio, sino qué país queremos ser. Si uno donde el suelo financie los derechos de su gente, o uno donde el suelo sirva para enriquecer a los que ya viven afuera”, concluyó.