Durante su paso por Salta, el periodista e investigador Aldo Duzdevich en diálogo con Punto Uno destacó la importancia de la comprensión histórica y la necesidad tener un balance sobre la década del 70, la figura de Perón y el rol de las organizaciones armadas.
“La historia es la esencia de los pueblos, son las raíces. Hay una frase que dice: Todo lo que el árbol tiene de florido, viene de lo que tiene sepultado. Es decir, las flores que vemos no existirían sin esa raíz que está enterrada. Y eso es lo que pasa con la historia: si no conocemos la historia de nuestros padres, de nuestros abuelos, la historia de nuestra patria, siempre vamos a arrancar mal”, sostuvo al comenzar la charla.
Consideró que desconocer el pasado lleva a errores en el presente. “Los relatos de la historia, o directamente el desconocimiento, te hacen errar al momento de comprender el presente y proyectar el futuro. Estás partiendo de bases equivocadas y eso tiene sus consecuencias”, recalcó.
En ese sentido dijo: “el mal aprendizaje histórico nos lleva a repetir errores, Perón solía decir, lo mejor suele ser enemigo de lo bueno, lo bueno es lo posible, hay momentos que uno tiene que agarrar lo que tiene, porque si decís no en post de lo mejor, no sabes lo que puede ocurrir”.
La enseñanza de Perón y el valor del rol que toca
Duzdevich recordó una frase de Perón que solía usar: “Hay que leer la historia para aprender del error ajeno, porque el propio llega tarde y cuesta caro”. También compartió una anécdota que solía repetir el General: la historia de Epaminondas, un general espartano que, tras perder una batalla, fue puesto a limpiar la ciudad.
“Nunca Esparta estuvo tan limpia”, relató Duzdevich entre risas, para luego profundizar: “La enseñanza es que no importa qué rol te toque, lo que importa es hacerlo con compromiso y responsabilidad. Pero lamentablemente, muchos compañeros no han leído a Perón y este tipo de enseñanzas les importan poco”.
El Billiken montonero
Autor de libros como Salvados por Francisco y La Lealtad, Duzdevich se define como alguien que hace “revisionismo histórico de los años 70”. Desde esa mirada, cuestionó el relato contado desde una perspectiva de “héroes, víctimas y traidores”.
“La politóloga chilena Olga Ruiz dice que los grandes relatos de los 70 están narrados superficialmente: con héroes, víctimas y traidores. Y ese modelo se instaló también en Argentina. El fracaso de las organizaciones armadas se explica, en ese relato, por la traición. El culpable tiene nombre y apellido: Juan Domingo Perón”, señaló.
Desde su propia experiencia como militante de Montoneros, Duzdevich desarmó esa narrativa: “Se dice que los jóvenes valientes trajimos a Perón del exilio, pero que él después nos traicionó, nos juntó con los burócratas de la CGT, nos dio la espalda, y ahí empezó la masacre. Ese es el cuento que nos contamos y que se instaló en la academia, en los medios, en las universidades. Lo escribieron personas como Bonasso, Verbitsky, Feinmann, Anguita”.
En ese contexto, Duzdevich explicó cómo un sector importante de Montoneros rompió con la organización en febrero de 1974. “Cuando Perón volvió al país y asumió el gobierno, muchos de nosotros entendimos que ya no tenía sentido seguir usando las armas. Habíamos peleado contra una dictadura, y ahora había un gobierno legítimo. No se podía seguir con la violencia”.
Ese sector, que representaba cerca del 30 o 40% de Monteros, formó lo que se llamó J.P. Lealtad: “Fuimos los montoneros que decidimos quedarnos con Perón. No éramos muchos nombres conocidos, pero entre ellos estaban Néstor y Cristina Kirchner, que en La Plata militaban con Carlos Negri, quien se sumó a nuestra postura”.
Esa decisión, cuenta Duzdevich, les salvó la vida: “Si no rompíamos, hoy seríamos parte de la lista de desaparecidos”. Y agregó: “Nunca llegamos a conformar algo como una estructura política. Estábamos entre dos fuegos: para Montoneros éramos traidores y nos habían condenado a muerte. Y para la Triple A, seguíamos siendo montoneros. No había mucho espacio para explicaciones”.
La situación de violencia creciente y polarización los llevó a disolverse dentro de las estructuras del peronismo tradicional: “Nos integramos, defendimos el proceso constitucional. Aunque defender a Isabel era una mala palabra. Uno decía ‘paremos un poco’, pero te mataban por todos lados, literal y simbólicamente”.
Duzdevich no duda en trazar un paralelismo con tiempos recientes: “Cuando fue el final del gobierno de Alberto Fernández, muchos compañeros lo festejaban, como si estuvieran deseando el fracaso. Eso me recordó el clima del 75. Y después vino el golpe. Lo mismo puede pasar ahora. A Milei lo eligió la gente, y si queremos sacarlo, tiene que ser con los votos”.
No fue una guerra, fue una cacería
Respecto a la dictadura, Duzdevich fue contundente: “Las organizaciones armadas jugaron a que viniera el golpe. Pensaban que una vez que cayera Isabel, la lucha se iba a clarificar. Pero lo que vino no fue una guerra, fue una cacería”.
Relató que el día del golpe, el 24 de marzo de 1976, estaban preparados como si fuera un estallido inmediato de represión: “Esperábamos algo como el golpe de Chile, con toque de queda, fusilamientos masivos, el Estadio Nacional lleno. Pero no fue así. El primer día fue raro. Igual, esa misma mañana fuimos a tirar nuestras armas y papeles a una laguna”.
Y remarcó: “Yo tenía armas hasta el 24. Pero ese mismo día entendí que no tenía más sentido. Esa noche las tiramos. Las encuestas ya en la década del 80 decían las encuestas que la dictadura había sido un alivio”.
La historia, sin romanticismos
Para Duzdevich, la historia no puede leerse con romanticismo ni con anteojeras ideológicas. “Lo que vino después del 76 fue el terrorismo de Estado. Pero también hay que decir que en el 75 había 6 o 7 asesinatos por día, muchos sin que se sepa quién mató a quién. Era una violencia sin sentido. Y la sociedad estaba harta”.
“El relato que yo combato es el de la épica, el de la guerra justa, el de la traición como única explicación. Yo quiero contar otra parte de la historia: la de quienes dijimos basta, la de quienes decidimos quedarnos con Perón, aunque eso nos costara quedar en el medio de todos los fuegos”.