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El vicegobernador Antonio Marocco encabezó los actos oficiales en conmemoración del 215º aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, fecha en la que se conformó el primer gobierno patrio.

Las actividades se desarrollaron en la explanada del Cabildo Histórico y las inmediaciones de la Plaza 9 de Julio.

En su discurso, el Vicegobernador expresó que “venimos hoy acá a recordar y a conmemorar lo que fue el primer gobierno patrio, el símbolo de una revolución que terminaría años después coronada con la declaración de la independencia y más tarde con la constitución del Estado nacional que hoy conocemos: la República Argentina”, agregó: ¿qué haríamos nosotros en tiempos como aquellos? La respuesta no está en repetir el pasado y lo que decían las revistas, sino en encarnar esos valores que decimos abrazar”.

Las actividades comenzaron a las 9 de la mañana, con el Solemne Tedeum oficiado por monseñor Mario Antonio Cargnello, arzobispo de la Arquidiócesis de Salta.

En su homilía, Cargnello manifestó que el 25 de mayo de 1810, los miembros de la Junta de Gobierno quisieron celebrar las decisiones tomadas que hacían a nuestra libertad, celebrando el tedeum en la Catedral de Buenos Aires. Cada aniversario de esa fecha pone en marcha una nación digna”, y agregó que “en este tiempo somos partes de una situación histórica de un cambio de época que afecta sobre todo a occidente, y no siempre es fácil encarar el presente y proyectar el futuro, pero interpela también la conciencia de los ciudadanos. La riqueza de una nación son los ciudadanos y los valores que encarnan esos ciudadanos. Eso es lo que le queremos pedir al Señor en este 25 de mayo, que descubramos el desafío de ser ciudadanos en esta época, en esta Nación, en esta hora, con estas posibilidades. Nadie debería mirar para otro lado. Unirnos, ayudar al que más necesita, solidariamente avanzar hacían una nación mejor, donde la justicia, la equidad, la solidaridad vayan impregnando en todos los tejidos de la vida social, debería ser un compromiso de todos”.

A continuación, las autoridades se dirigieron hacia la explanada del Cabildo Histórico, donde el vicegobernador Marocco realizó la revista y saludo a los efectivos formados. Acto seguido, los mismos izaron el Pabellón Nacional y la Bandera de Salta al tiempo que la banda militar Bonifacio Ruiz de los Llanos interpretaba las estrofas del Himno Nacional Argentino.

Luego, las autoridades se ubicaron en el palco oficial ubicado en la explanada del Cabildo para dar continuidad a la ceremonia. Allí, miembros de la Escuela de Danza y Malambo López Pereyra y del Estudio Folclórico El Jagüel, bailaron danzas típicas de nuestra cultura.

Finalmente, tuvo lugar el desfile militar encabezado por el Ejército Argentino y sus Infernales de la V Brigada de Montaña. También participaron efectivos de la Agrupación 7º de Gendarmería Nacional, de la Policía Federal, de la Policía de Salta y del Servicio Penitenciario, fortines y agrupaciones gauchas.

 

Discurso completo del vicegobernador Marocco

Venimos hoy acá a recordar y a conmemorar lo que fue el primer gobierno patrio, el símbolo de una revolución que terminaría años después coronada con la declaración de la independencia y más tarde con la constitución del Estado nacional que hoy conocemos: la República Argentina.

No estamos acá para hacer revisionismo ni evocaciones históricas, como lo hacían las revistas, o nuestras queridas maestras y formadoras cuando empezaban a germinar la semilla del patriotismo en cada uno de nosotros.

No es mi intención la de simpatizar con infernales o chisperos, ni con la patota. Tampoco con la gente decente. Los protagonistas de la historia son los pueblos.

Vengo a proponerles que pensemos en cómo sería la Revolución de Mayo si en vez de hacerse en 1810 se produjera en nuestros tiempos. ¿La revolución uniría a los argentinos o se terminaría truncando por culpa de las diferencias?

No venimos solo a recordar una fecha. Venimos a soplar vida sobre unos nombres que, demasiado a menudo, quedan paralizados en los mármoles de la historia, en los bronces de los bustos.

Los hombres de mayo no fueron estatuas. Fueron personas. Seres humanos como nosotros, pero animados por una pasión, una pasión que los atravesó: la libertad.

La Revolución de Mayo no fue un acto de magia. Fue el resultado de muchas decisiones difíciles, decisiones a las que se le ponían el cuerpo: de noches sin sueño, de dudas, de discusiones, de coraje. Fue una obra profundamente humana, y por eso profundamente inspiradora.

El coraje de Cornelio Saavedra, la lucidez de Mariano Moreno, la vocación de servicio de Juan José Paso y Juan José Castelli, la convicción transformadora de Manuel Belgrano, que aunque no presente físicamente en el Cabildo siempre estuvo y siempre está.

¡Y cómo será el devenir de la historia que de aquellos dos jefes revolucionaros, Saavedra y Moreno, uno terminó sentenciado a prisión y el otro muerto en altamar!

Pero, ¿Qué haríamos nosotros en tiempos como aquellos?

La respuesta no está en repetir el pasado y lo que decían las revistas, sino en encarnar esos valores que decimos abrazar.

En cada gesto de honestidad ser genuinos con el otro. En cada acto de compromiso hacer el esfuerzo por empujar el auto del otro.

En cada decisión que pone el bien común por encima del interés personal.

La Revolución de Mayo no fue solo un cambio de autoridades. Algunos pensaban que las cosas podrían empezar a ser distintas si solo cambiábamos a las autoridades, pero así las cosas no cambian: no se trata de personas, se trata de un rumbo.

Cuando todavía teníamos un virrey, fue una declaración de fe en el ser humano, en su libertad y en su emancipación. Fue el germen de nuestra Argentina.

Por eso digo, y lo repito: necesitamos más reflejos de los hombres de Mayo en nuestra vida cotidiana.