Por Natalia Aguiar
El sábado pasado las organizaciones sociales y políticas afines al gobierno, Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), protagonizaron una multitudinaria marcha desde la Iglesia de San Cayetano, en Liniers, hasta Plaza de Mayo, en "defensa de la agenda marcada por tierra, techo y trabajo" (TTT), con fuerte eje en la creación de "trabajo genuino en todo el país".
El reclamo de las organizaciones hacia el gobierno se centró en pedido de trabajo, tierras y un salario universal, es decir una especie de subsidio ante las falencias del Estado de brindarle oportunidades. Ya los planes sociales no son suficientes.
La cuestión sería saber lo que realmente les prometió el Estado y no quiso, o no pudo cumplir, ya que la cuestión de entrega de tierras roza lo ilegal, se aleja de la letra de la Constitución Nacional, y vulnera el derecho de propiedad privada, tal como lo resguarda el sistema jurídico nacional.
Además, qué futuro puede tener un país en el que la gente con más posibilidades económicas subsidia la vagancia y la ausencia sistemática de educación, cuando Argentina ha sido ejemplo al mundo de la Educación pública y gratuita en todos los niveles. La realidad, es que en este país no estudia el que no quiere, porque las escuelas, colegios y universidades son públicas y cuentan con becas, ayudas, subsidios.
El tema es que desde el Estado se está fomentando la vagancia, el esperar todo del gobierno de turno, en vez de que la gente aprenda un oficio, una tarea, a ser útil en su comunidad, en su familia. Es el mismo Estado quien está atentando contra la dignidad del ciudadano en pos de un voto, razón por la que las organizaciones sociales saben cuándo saldrán a protestar.
Sin ir más lejos, en muchas de las provincias argentinas, donde subsisten comunidades aborígenes, los planes sociales está acabando con la propia cultura e idiosincrasia de esos pueblos que se niegan a hacer artesanías, adornos, pescar en los ríos cercanos, porque prefieren esperar el subsidio a esforzarse por superarse cada día. Cuentan algunas maestras rurales que los hijos de los que reciben planes sociales, van a las escuelas unos pocos días para que les otorguen el certificado de asistencia y para comer cuando las mieles de los planes se les acaban a sus padres. Los niños como botín de cambio entre las comunidades más necesitadas y el Estado.
Es más, salió la noticia en todos los medios, de que la empresa Toyota realizaba una convocatoria para tomar 200 trabajadores, pero la sorpresa fue que la mayoría de los que se presentaron no contaban con el secundario terminado y los pocos que lo tenían, carecían de la capacidad para comprender textos simples, como notas de diarios. Este es un pantallazo del lugar en el estamos parados como país. Tierras movedizas pues, es que sin educación igualitaria y pública para todos, no existe tal igualdad, es una mentira.
Cuanto más se aleja un niño o joven de la posibilidad de crecer, de desarrollar su intelecto, con la excusa de los planes sociales, más se acerca al sometimiento, a la dependencia estatal, a la desigualdad ilimitada.
Argentina empantanada
Muchos pensadores y politólogos coinciden en que nuestro país está estancado, empantanado desde hace décadas con las mismas problemáticas sin resolver. “Argentina lleva diez años de estancamiento, un retroceso de 20 años donde todos los indicadores van para atrás y en un proceso de crispación política que impide discutir virtualmente nada. Hoy deberíamos estar discutiendo el empleo, los mecanismos de integración de la salud, colocar a la educación pública y gratuita en el centro, debatir sobre el acceso a la vivienda digna, pero esos temas no están en la agenda nacional”, explica el economista Martín Huorest a Punto Uno. “Al peronismo, se le acabó el libreto del populismo. Cuando tenían algo de novedad se les agotó en los años 70 en el famoso plan trienal de Perón. Lo que vino después fueron 10 años de neoliberalismo salvaje con Menem, doce años de neodesarrollismo con los Kirchner y estos dos años con la filosofía del “vamos viendo” qué hacer. No hay una lógica estratégica, ningún plan para ofrecerle a la sociedad cuál es el rumbo ni las prioridades”, concluye Hourest, quien además de economista se volcó a la política hace bastante y ahora busca su banca en la Cámara de Diputados por la ciudad de Buenos Aires desde Alternativa Ciudadana. Es que también reniega de que los ciudadanos deban elegir sólo entre dos fuerzas, y apuesta a nuevas propuestas para la gente. Los ciudadanos demandan mayores esfuerzos por consolidar la integridad de los candidatos, ya que como en el caso de Facundo Manes y Diego Santilli, candidatos a diputados nacionales por el PRO y radicalismo en provincia de Buenos Aires, ambos viven en ciudad de Buenos Aires y ahora pretenden ensuciarse con barro los zapatos en tierras bonaerenses para ir a buscar votos. Lo mismo ocurre con la candidata de Alberto, Victoria Tolosa Paz, quien no aparenta ensuciarse para ir a los barrios más vulnerables. No subestimen a la gente. El acceso a los medios, los negocios, las redes sociales, no llega a convencer a la ciudadanía que está ávida de honestidad e integridad de los candidatos, sea de la bandera política que sea.
Olivo’s gate
Espiemos un poco lo que ocurría por la Quinta presidencial de Olivos. Mientras todos los ciudadanos de a pie debían cumplir cuarentena estricta, el presidente Alberto Fernández y su mujer, Fabiola Yañez, recibían amigos, sindicalistas, empresarios a altas horas de la noche para festejar tertulias. La cuestión es tan sensible que hasta enfureció a Cristina Fernández quien por la red social Twiter, en un pequeño mensaje del 5 de agosto fulmina al presidente: “Después de casi un año y medio de esta maldita pandemia… Volver al PATRIA, el lugar que más me gusta. La primera reunión con...”. A quien le quepa el sayo, que se lo ponga.
Las estadísticas y las elecciones preocupan a Cristina Fernández quien ya no pretende esconder sus tensiones con Alberto. Desde Casa Rosada aseguran que el jueves pasado se inició un período de apertura porque desde hace mucho que son portadores de malas noticias y llegó el momento de hacer un giro de 180 grados. Es que si no lo hacen, no habrá buenas nuevas en los comicios. Los números no le dan muy bien que digamos al oficialismo, es que las encuestas preliminares estiman sólo un cinco por ciento de ventaja en provincia de Buenos Aires, lo que hizo que se regresara a la moderación de 2019.
La bizarra imitación de Cristina del video de campaña de Florencio Randazzo, fue en principio tomado como una falta de respeto, aunque luego se inclinaron por sustentarlo en el humor y dar vuelta el asunto. No quedarse en la pelea y buscar mediar. A quien no le gustaría ser mosca en las charlas entre Alberto y Cristina, que aunque se sacan chispas ambos supieron moderarse en pos del futuro y el presidente salió bien parado en el cierre de listas donde pudo imponer su gente. Lograr designar a Juanchi Zabaleta en Desarrollo Social, brindarle un rol más activo de Gabriel Katodopis, y la tertulia virtual del sábado con los gobernadores peronistas, potenciaron a Alberto en los posibles resultados electorales, incluso pensar en la reelección. “Alberto 2023”, tímidamente vuelve a sonar en boca de sus seguidores. Ellos mismos son los que vaticinan que ganará y que ya ganó la pulseada 2021, porque Alberto designa en el Gobierno, y Cristina lo hace en el Congreso. Esto al menos en campaña, habrá que ver cómo sigue la cuestión, si Alberto cuenta con más apoyo que Cristina, sobre todo de los mandatarios provinciales afines y no tanto.