La situación económica de Argentina es asfixiante no sólo para los argentinos sino también para el ministro de Economía Sergio Massa, a quien parece se le queman los papeles y no encuentra la salida.
Por Natalia Aguiar
Es tan grave la situación que en el gobierno ya ni si quiera especulan con la candidatura presidencial de Massa. Hoy, el problema central es si la gestión económica resiste los nueve meses que quedan de gobierno. Incertidumbre y preocupación.
Hubo rumores la semana pasada de todo tipo, la renuncia de Massa, las probabilidades de que el kirchnerismo deje el Gobierno, sumado a los problemas de salud del presidente. No fue una semana más, fue una bisagra que abre hacia la verdad de la crisis financiera y económica que enfrenta el país.
Los datos que arroja la economía tiran por la borda las aspiraciones presidenciales de Sergio Massa, aunque desde su entorno insisten en que no baja los brazos. El 6,6 por ciento de la inflación de febrero, la inflación de la canasta básica familiar del 8,6 por ciento, todos pueden percibirlo al hacer las compras del supermercado. Cada vez es más difícil acceder a los alimentos más nutritivos.
Desde los últimos cuatro meses, la inflación escala sin cesar. Estamos ante la recesión de la economía, sin más. Sumado a la escasez de dólares, la sequía que agobia al campo y la caída del Producto Bruto Interno del 3 por ciento, según economistas. Además, el precio del dólar paralelo asciende a $400 pesos, es una cifra inalcanzable para la mayoría de los argentinos. Lo que deja a la mitad más uno, fuera del mundo, fuera de posibilidades. A todo este escenario tenebroso se suma la escasez de productos, verduras, frutas, pollo, harinas, aceites, porque algunos empresarios están stockeando, es decir reservándose los productos para la suba de precio que es inevitable.
Casi imposible pensar en la elección como presidente de un ministro que logró tener una inflación interanual de más del 100 por ciento, lo que los economistas llamarían una hiperinflación, con una fuerte recesión y una moneda sin valor comparado con el dólar a $400. Lo que parecía ser esperanzador para algunos empresarios argentinos, hoy parece una gran desilusión.
El escepticismo en los mercados es total. Más grave aún, la percepción que se mantiene, y es que el Gobierno no puede manejar la situación, está perdiendo el control de la economía. De la inflación muy alta del 5,1 % en diciembre pasado al casi 7% de febrero último, resulta difícil mantenerla estable. Es un punto de quiebre.
En el Gobierno hay quienes analizan que las empresas con capitales extranjeros podrían estar complejizando la cuestión, porque cuando se trata de capitales argentinos, pareciera que Massa maneja la cuestión. “Los mantiene aunados”, dice un integrante de la coalición del Ejecutivo.
En el Ministerio de Economía plantean que existen acciones especulativas del sector y esgrimen como prueba que las alimenticias agrupadas en Copal pretenden un incremento de importaciones para este año del 51% en comparación con 2022, y las del mismo sector nucleadas en la UIA un 118% para el mismo rubro, a pesar de que la proyección de crecimiento económico para todo 2023 es de 2%. “Hay muchos que se quieren stockear de más”, se quejan. Pero lo grave de la situación es la falta de claridad en la estrategia económica, no hay rumbo y cada vez emergen más diferencias entre los miembros del gabinete. Sería bueno hacer un mea culpa, y admitir que los errores cometidos llevaron a esta situación de incertidumbre total.
Nada de santo
En los últimos días se conoció que Massa hace negocios y favorece empresas amigas. De hecho la compañía que la AFA contrató para la venta de entradas la partido dela selección nacional de fútbol con Panamá, es de propiedad de exfuncionarios vinculados al titular de Economía. Un negociado millonario pues.
Aysa, empresa que preside la esposa de Massa, Malena Galmarini, convocó a una licitación para la provisión de elementos químicos dirigida a favorecer al empresario Mauricio Filiberti, que ya es el proveedor casi monopólico del cloro para el agua potable. Además, resulta que Filiberti es socio de los empresarios Daniel Vila y José Luís Manzano, ambos amistades de Massa. Estos tres señores, Vila, Manzano y Filiberti, compraron Edenor tras asumir el actual gobierno.
Más de lo mismo, kirchnerismo y menemismo potenciado. “Cloro, pizza y champagne”, deslizan desde el entorno de Massa donde conocen sus contactos, vínculos y objetivos de poder. Como si no faltaran pálidas, Elisa Carrió, líder de la Coalición Cívica, denunció al gobierno por la administración en el gasto de seguridad social. La denuncia plantea que gran parte del dinero destinado a la ayuda social va a las cooperativas y unidades de trabajo del Movimiento Evita, una organización social cercana al presidente Alberto Fernández. La denuncia apunta contra Emilio Pérsico, el líder de esa agrupación, que es, al mismo tiempo, un alto funcionario del Ministerio de Desarrollo Social, que es el que distribuye esos recursos estatales. Los organismos de control y fiscalización de la administración de esos recursos están también en manos de dirigentes del Movimiento Evita. El lobo en el gallinero. Serían unos 4000 millones de pesos que fueron a cooperativas y unidades de trabajo de ese movimiento y que nadie sabe sobre el destino de ese dinero.
El ministerio al mando de Victoria Tolosa Paz, está encriptado sobre la información respecto del destino de ese dinero público, dinero de los argentinos. En la denuncia se detalla que una unidad de trabajo, que no se sabe ni cómo se llama, ni dónde sentó domicilio o se desconoce su existencia, recibió en diciembre de 2021 unos 200 millones de pesos de esa época, unos 400 millones actuales. Además, hace poco Tolosa Paz le arrebató a la izquierda, más precisamente al Polo Obrero, más de 200.000 planes sociales que fueron destinados, llamativamente, hacia cooperativas del Movimiento Evita. Un círculo perfecto y vicioso. Sólo Fernando “Chino” Navarro, dirigente de esa agrupación cuestionada, no fue denunciado en la justicia y además, cumple funciones políticas muy pegado a Alberto Fernández. El Movimiento Evita ha sido el único aval político que mantuvo de pie a Alberto Fernández frente a los tira y aflojes que mantuvo con Cristina Kirchner. Un apoyo con alto costo moral y económico, con dinero de la gente.
La frágil situación económica y la falta de rumbo cierto, agudizan las internas en el gabinete, y mientras Alberto Fernández insiste con su reelección, Cristina Kirchner, si se desmantelara el operativo retorno, podría avalar como lo sugiere La Cámpora, a Axel Kicillof, aunque preferiría a Eduardo “Wado” de Pedro. Todo está en ebullición. Sergio Massa, a algunos les insinúa que será candidato a presidente, y a otros se presenta como el futuro jefe de la oposición.
Todo esto plantea la falta de liderazgo en el peronismo y una Cristina menos potente que elecciones anteriores. Lo cierto es que el oficialismo deja mucho que desear y siguen aferrado a los negocios en vez de plantear soluciones al bolsillo y tranquilidad de la gente. Lo mismo del lado opositor que aún no encontró rumbo político ni presentó propuestas. La gente demanda seriedad y compromiso. No se vive del aire, y los votantes darán su veredicto final. “Non Sanctos”.