Gobierno de Salta
Banner central top 1 separador

Por Natalia Aguiar
La Libertad es un derecho fundamental de todo hombre y mujer, se ha luchado por ella, se lucha y se defiende a través de generaciones y generaciones, ha sido el eje de la historia de la humanidad. Libertad, perfume de mujer. Aunque a simple vista parezcan débiles o vulnerables, la sensibilidad de la mujer es la que las hace poderosas e invencibles.

Pese a su mirada distinta y al rol fundamental en la lucha por la Independencia, las mujeres debieron luchar por su respeto y defender sus derechos entre los hombres. El rol de las mujeres fue fundamental en el proceso para obtener la Independencia. La guerra y las reuniones políticas no eran lugares bien vistos para las mujeres, pero eso no evitó que se hicieran lugar y participaran en la gesta por la emancipación de la Patria. “Se les atribuía un rol específico que no era el ámbito público. La política estaba concebida en esa sociedad exclusivamente por varones. Es básicamente una construcción social, la sociedad era hispano criolla y el rol central estaba dado por el dominio masculino”, explicó el doctor en Historia, Guillermo Genini.

Eso no significó que no tuvieran protagonismo, por el contrario, su participación fue muy importante, pero bajo la representación de sus maridos, padres o hijos. Sin voz propia, pero a paso firme se las ingeniaba para hacerse escuchar a través de ellos. Hoy parece tan distante con el acceso a la tecnología y la posibilidad de expresarse a través de las redes de manera inmediata, pero la voz la tenían el hijo, el esposo o el padre y compartían la visión política de la familia, donde las mujeres daban su opinión dentro del seno familiar. Coinciden los historiadores que de acuerdo a documentos históricos y expedientes judiciales se sabe que mujeres mulatas, indias y mestizas, estuvieron involucradas en los relacionadas con los movimientos políticos. En general se ha centrado la historia solo en las mujeres poderosas y de la alta sociedad pero también las mujeres populares se destacaron por sus labores. Cosían, cocinaban, acompañaban, abastecían de alimentos y estaban siempre listas, incluso en el campo de batalla como Juana Azurduy. Fue una guerrera incansable, altoperuana, y reclutó a soldados indígenas para las fuerzas patriotas junto a su esposo Manuel Padilla, participó de las expediciones al Alto Perú y en la denominada "guerra de republiquetas, momento en el cual la batalla a sangre fría le arrebató a su marido y a cuatro de sus cinco hijos.

Macacha Güemes, hermana del General Don Martín Miguel, poco después de la Revolución de Mayo, convirtió su casa en taller de confección de uniformes para los soldados. Tuvo un rol clave en algunos de los momentos más difíciles de las guerras independentistas junto al caudillo salteño. María Loreto Sánchez de Peón Frías, era una salteña de la alta sociedad pero no dudó en defender la patria. Puso en marcha una red de mujeres espías al servicio de la guerrilla de Don Martín Miguel de Güemes ante las sucesivas invasiones realistas de las ciudades de Salta y Jujuy. Su labor fue clave para desgastar al enemigo y frustrar sus objetivos.

Pancha Hernández, estaba casada con el sargento Hernández, puntana de pura cepa fue una de las cuatro mujeres elegidas por el General José de San Martín para acompañar a su esposo y fue parte del Ejército Libertador; vestida de uniforme militar, armada de sable y pistolas como era su costumbre en los combates en que estaba su marido, peleando a la par de él como un soldado más. Manuela Pedraza, "la Tucumanesa", su labor fue estratégica en la Reconquista de Buenos Aires allá por 1806. Peleaba junto a su marido cuando este cae en batalla, atravesado por una bala enemiga. La Tucumanesa no se acobardó y, empuñando el arma del caído, mató a un soldado inglés. Le sacó el fusil y se lo entregó a Santiago de Liniers.

Martina Céspedes,  fue protagonista en la defensa de Buenos Aires ante la Segunda Invasión Inglesa producida en 1807. En la batalla logró capturar una partida de soldados ingleses, a los que alojó en su casa. Con esa acción se ganó la designación de sargento mayor, con sueldo y uniforme. Mariquita Sánchez de Thompson, era una mujer brillante e inteligente que si bien era parte de una importante familia de Buenos Aires, se convirtió en una de las primeras políticamente activas a favor de la Revolución de Mayo y la Independencia. Sus análisis políticos de destacaban por su sagacidad y a sus tertulias asistían las personas más influyentes de su época.

María Remedios del Valle, junto a su hermana, su madre y su tía, fue integrante de “Las niñas de Ayohuma”. Se trataba de un grupo de mujeres afroargentinas que asistieron a los heridos y lucharon heroicamente en el Ejército del Norte. Tras la Revolución de Mayo acompañó como auxiliar y combatiente al Ejército del Norte durante toda la guerra de Independencia de la Argentina lo que le valió el tratamiento de “capitana”. La ensayista y especialista en temas de género, Leonor Calvera, detalla en su libro “Geografías de la mujer”, el rol que tuvieron en la organización y apariencia de inocentes tertulias donde nacieron estrategias revolucionarias: “Las mujeres se lanzaban a la calle para sostener los derechos o para animar a cumplirlos. A cielo abierto, en la ciudad o el campo, bajo lluvias interminables o soles quemantes, las mujeres compartieron las duras jornadas de las guerras emancipadoras, pero tampoco desdeñaron metamorfosear su reino tradicional, en ígneo baluarte de la independencia. Revoluciones, cambios, golpes, guerras gestadas entre un revolear de faldas. Amables tertulias en el salón del hogar patriarcal. Lindas danzas enredadas en el abanico de las madres. Y, por debajo y por detrás, banderas y fusiles”.

Calvera destaca el trabajo protagónico de las mujeres en la gesta revolucionaria. “En las penumbras de los salones o en la intemperie de los caminos, las mujeres coprotagonizaron la historia. No hay en ellas debilidades ni miedos. Con habilidad política y arrojo físico, hacen lo que se tiene que hacer, sea bordar una bandera, equipar una tropa, empuñar un fusil, reunir dinero o entregar su vida en la batalla. Al lado de los varones de armas, siguiendo a los ejércitos, entregadas al espionaje o inmolándose para detener al enemigo, las mujeres escriben páginas gloriosas del pasado argentino”.

¡A honrarlas pues! Que sigan los ejemplos, que no quede sólo en perfume su pasar por la historia. Argentina, sus mujeres fueron y serán guías de una sociedad justa, equitativa e igualitaria.