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Los políticos argentinos están revolucionados ante unas PASO que parecen lejanas, pero generan internas en todos los frentes y las presiones no sólo se centran en el oficialismo con los tira y aflojes entre Alberto y Cristina.

Por Natalia Aguiar

En la oposición tampoco logran focalizarse en los problemas de la gente, en la agenda nacional, ni en sus propias internas, lo que genera un círculo vicioso ya que quedan atrapados en un túnel sin salida. Un derroche de energías, que desgasta.

Tanto en el oficialismo como en la oposición las estrategias y estructuras de coalición que le permitieron funcionar, ahora ya no son efectivas. Se acusan y disputan poder entre ellos generando su propia trampa con miras a las PASO, lejanas pero no tanto.

La tensión es innegable. En el oficialismo algunos plantean que a Cristina no le importaría dar el portazo y fracturar la unidad peronista, para evitar quedar pegada a las consecuencias de la gestión de Alberto Fernández, intentar mantener a los votantes que aún la siguen y conquistar votos que necesita. Cristina siempre al límite, pero también es consciente de que la fragmentación no le jugará a su favor. Todo está por verse.

Alberto por su parte aspira a que sean las PASO las que pongan paños fríos a la feroz interna oficialista y así lo advirtió en una entrevista durante su viaje a Europa. “Vayamos a las PASO”, sostuvo al diario El País (de Madrid), olvidando las razones por las que impulsó la gira extranjera. Alberto instó este viaje para promocionar al país como productor alimentario y proveedor energético ante la guerra Rusia - Ucrania, que puede generar desabastecimiento de alimentos y energía. Para muchos, no hubo razones válidas para este viaje al que nadie invitó y en todo caso debió ser para posicionar la agenda externa de su Gobierno. Para otros, Alberto ya lanzó su campaña reelectiva 2023.

De hecho, así lo resaltó a la señal de televisión española RTVE. Expresó que terminará su mandato y que apostará a la reelección 2023.

“Señor Presidente, ¿se ve usted con fuerzas no solo de terminar su mandato, sino de presentarse a la reelección en 2023?”, preguntó el periodista. “Estoy absolutamente con todas las fuerzas necesarias para que la Argentina se ponga de pie, y la voy a poner de pie”, respondió Alberto Fernández.

Ante sus palabras, el entrevistador retrucó: “Entiendo que ha dicho, más o menos, que sí”.

“Definitivamente, definitivamente”, resaltó el Presidente, y agregó: “Si algo no nos pasa a los peronistas es que nunca nos damos por vencidos. Nos mataron mil veces, nos persiguieron, nos desaparecieron, nos derrocaron una y otra vez. Nosotros no sabemos de qué se trata eso de bajar los brazos”.

Alberto finalizó su gira por Europa sin poder cortar con la interna peronista, la sombra de Cristina lo acecha, vaya donde vaya. Pidió a los líderes que visitó en Alemania, Francia y España que intenten frenar la guerra, colocándose también en la postura conciliadora, aunque consideró “moralmente indecente” las sanciones económicas a Rusia por la guerra con Ucrania, sin poder despegarse de Putín.

 

Algunas incongruencias

Si ofrece alimentos y energía a Europa como reaseguro en medio de la guerra, debería haberse alejado de Putín y no acusar de indecentes a las sanciones económicas impulsadas contra Rusia, un país que ataca, acosa y avanza contra Ucrania con crímenes de guerra sin cesar. Hay momentos en que las formas diplomáticas pueden perjudicar. Este es uno de esos casos. O blanco o negro, no se puede jugar con fuego en una planta de gas oil.

 

La interna

Desde Europa, Alberto expuso sus diferencias con Cristina y expresó que ella tiene una “mirada parcial” sobre la gestión “olvidándose que se atravesó una pandemia”. Lo hizo sin saber a consciencia las consecuencias que sus declaraciones pueden generar en la guerra fría que mantiene con Cristina.

Alberto sabe que las críticas al ministro de Economia, Martín Guzmán, son lanzas de fuego directas a él. Por eso mantiene a Guzmán en su cargo, pase lo que pase. Guzmán logró el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional distribuyendo el pago de la deuda entre futuros gobiernos y sin cambios estructurales para la actual gestión. Pero todo es en vano, porque la vice apunta contra Alberto. Pretende desgastarlo hasta su final. Cercanos al presidente advierten que el mandatario resistirá y nunca analizó la idea de renunciar. Terminará su mandato pese al acecho descarnado de Ella.

Ahora el aumento tarifario tensa más la relación en la coalición gobernante, pero sin ese esfuerzo no habrá salida. Dicen que Alberto cree que Cristina, en el fondo, convalida el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional aunque desde lo discursivo lo ataque, porque le resta puntos, votos y atenta contra la ideología y los valores que pregona.

Alberto no renunciará y tuvo actitudes beligerantes contra Cristina. Se lo vió con actitud confrontativa para con la vice y se impone en las decisiones administrativas de la gestión. La enfrentó por primera vez y mantiene en su cargo a los ministros más leales, quienes además refutaron las críticas cristinistas y salieron de pie. Alberto y su equipo apuestan a consolidar su frente ante los empresarios y el sector privado, para otorgar legitimidad y aval a la gestión económica.

Con el resquemor de que no apoyen la suba de tarifas, Alberto presiona al kirchnerismo duro y algunos cristinistas ya hablan de judicializar el conflicto.

Tanto el acuerdo con el FMI como la suba de subsidios atentan contra la discursiva y los cimientos sociales del kirchnerismo duro. Por eso la batalla será sangrienta. Para el equipo de Alberto es una tema clave como parte del compromiso asumido con el organismo internacional, aunque la escalada del debate será política. Para muchos camporistas Guzmán podría haber acordado con el FMI un desliz en las presiones tributarias pero el problema radicaría en si esa decisión de toma o no. O sea, quien gana la pulseada.

 

Entre bambalinas

Guzmán y Alberto analizarían si vale la pena profundizar la pelea por las tarifas o buscar otras opciones para paliar la cuestión y reducir el déficit fiscal. Mientras algunos operadores del FMI habrían aceptado que el organismo será empático con este gobierno y lo acompañaría hasta su final, para poder renegociar la deuda con el próximo.

Cristina está convencida de que la batalla contra la suba de tarifas deben darla a cómo dé lugar, ya que es un punto de inflexión en el seno de la sociedad argentina y de los bolsillos de todas las poblaciones del mundo. Ella se mostrará diferenciada en busca de votos y recuperar su credibilidad perdida. Alberto se recetea y da pelea desde Europa, porque llega al país e intenta bajar los decibeles a sus declaraciones sobre la reelección. No puede ser que entre opositores y oficialistas, el único que suma puntos y votos sea Javier Milei, con sus tácticas alocadas.

No hay lugar para tibios. No es momento para referentes dislocados. A todo o nada.