Por Franco Hessling
Una vez más, la outsider que aterrizó hace poco más de un año en la Legislatura incurrió en un mamarracho. Puso una placa dentro del Palacio sin autorización alguna y, para peor, en la insignia había un error de fechas.
Este año se conmemora el bicentenario de la muerte de Martín Miguel Güemes, indudablemente uno de los íconos de la historia y cultura de Salta. Sobran las referencias sobre el gaucho que además de participar de gestas revolucionarias por la independencia, enfrentándose a los ejércitos realistas, fue gobernador y dirigente político.
Hay que mencionar, conviene hacerlo por las reconversiones actuales de la figura del gaucho, que Güemes lideró a los mismos pero enfrentándose a la oligarquía, por ejemplo en la disputa por los tributos que debían pagar los combatientes provinciales. Así las cosas, el hoy vivado por las castas tradicionalistas fue, en realidad, un férreo combatiente de sus privilegios.
Hecho el introito hay que señalar que los homenajes a Güemes empezaron a cundir y conllevan de todo, no sólo la apropiación con extravío histórico que hacen las oligarquías contemporáneas. En ese marco, no pasó desapercibida una placa recordatoria que colocó en el Palacio Legislativo la diputada Mónica Juárez.
Ya se ha señalado en estas columnas lo dificultoso que resulta comprender el arribo de Juárez a un escaño legislativo, puesto que no tiene pasado militante ni dirigente, no acredita trayectoria en el tercer sector ni se destaca por su elocuencia o ideas originales. Además, ni bien llegó a la Cámara Baja se trenzó en polémicas con sus propios compañeros de bloque, una muestra cabal de inexperiencia política.
La diputada Juárez pretendió homenajear a Güemes con una placa que colocó dentro del edificio céntrico del Poder Legislativo. Para ello convocó al presidente de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes, Francisco Araoz, que no pudo disimular su semblante de desconcierto cuando observó las fechas del sentido homenaje.
En la placa, como ya se difundió por distintas vías, hubo un error con respecto al año de la muerte de Güemes. Si decimos que es el bicentenario, basta restarle doscientos al año actual, resultado: 1821. Esa operación matemática escolar fue demasiado para la diputada y sus asesores y todo concluyó en un yerro difícil de disimular, ya que señalaron 1817.
El asunto no terminó ahí. El mamarracho fue puro responsabilidad de Juárez, pues nadie más en el cuerpo deliberativo formó parte del homenaje, pero además reflejó un manejo arbitrario del patrimonio público. La colocación de la placa la realizó sin autorización de los encargados de Protocolo de la Legislatura y ello concitó nuevas críticas para Juárez. De mal en peor.