Gobierno de Salta
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08 15 hessPor Franco Hessling Herrera

Ante las indecorosas cuando no punibles conductas del ex-presidente, el peronista Alberto Fernández, la agenda pública y mediática hizo un banquete de saturación, dejando en el olvido el caso del diputado libertario acusado de pedofilia y la búsqueda todavía infructuosa del pequeño Loan.

Argentina es un país curioso. No digo nada nuevo, soy consciente. Pero no deja de ser sobrecogedor. Porque la experiencia de curiosidad de vivir en Argentina, si bien siempre es curiosa, se renueva en las cosas concretas que la vuelven curiosas. En los “accidentes” de Aristóteles. La sustancia es siempre curiosa, pero los accidentes sobre esa curiosidad contante van variando históricamente. Lacerantes, esas variaciones parecen superaciones en una vorágine de degradación que no sabemos muy bien cuándo empezó pero que se actualiza a pasos agigantados, por longitud y por cualidad.

La curiosidad contemporánea de Argentina estriba en un ex-presidente misógino al extremo de golpeador extorsivo y desalmado, don Alberto Ángel Fernández, peronista hasta los tuétanos y primer presidente en darle rango ministerial a las mujeres, géneros y disidencias como asunto de Estado. Un hito político, indiscutiblemente. Fernández, ahora acusado de violencia de género con una evidencia que, en principio, parece apabullante, ya tiene condena social con reloj de cadena perpetua. El ex presidente y compañero de gobierno de CFK había proclamado que durante su gobierno se le había ganado al patriarcado.

Argentina es tan curioso que sobre lo de Fernández hemos hablado hasta el hartazgo. Con un video filtrado con una periodista en un edificio de gobierno y con una entrevista que dio la denunciante exesposa de Fernández, Fabiola Yáñez. Uno dice “Fabiola” y dice “Alberto” y rememora la foto filtrada durante la pandemia, en pleno ASPO, con fiesta mediante. Y uno recuerda que Alberto casi que la culpó públicamente. En fin, no faltó tiempo para reflexionar, mirar, escuchar, leer y comentar la actual situación del ex-presidente. Suficientemente grave, claro está.

Sin embargo, Argentina es tan curiosa que, mientras la agenda pública machaca como un martillo con el asunto de Fernández -suficientemente grave sobra decirlo-, pocos han dado espacio al debate sobre el diputado libertario que fue allanado y a quien le encontraron evidencias de pedofilia. Para nada menor si se tiene en cuenta el tenor del delito y la investidura del libertario, un escaño en el honorable Congreso de la Nación. Y se hace inevitable recordar a nuestro exrepresentante local, don Juan Ameri, que aprovechó una distracción pandémica frente a la cámara sincrónica para meter lengüetazo a un chichi.

El diputado nacional libertario acusado de pedofilia, del que tanto menos se ha hablado que de Alberto, Fabiola y Tamara, lleva el nombre de Germán Kiczka. Está en relación con los Puerta, vieja guardia de dirigentes políticos de Misiones, que supo contar entre sus destacados a Ramón Puerta, presidente por pocas horas, en la hecatombe de 2001, cuando surgió de entre las cenizas del “que se vayan todos” un tal Néstor Carlos Kirchner.

Y pensar en la provincia de Misiones nos remite a la frontera, a la triple frontera, a un paso obligado y neurálgico para el contrabando en el cono sur latinoamericano. Kiczka, político y presunto pedófilo -ya con la carga de la prueba en su contra-, engloba una conjetura posible, por elevación y mucha imaginación, pero en extremo verosímil: poder político, perversión y frontera dan como resultado la trata de personas.

Argentina es un país tan curioso que ya olvidamos que hace prácticamente dos meses un nene está desaparecido en la misma zona litoraleña que el diputado libertario, Kiczka, aprovechaba para gozar de sus perversiones, no sabemos si solo en sus tiempos libres o como parte de sus más espurios negocios. Loan lleva dos meses desaparecido y el gobierno nacional no dice nada. Y los medios hegemónicos, muchos aliados al oficialismo, ya no insisten en el tema y, en cambio, nos han empachado de repudio a Alberto Fernández. Argentina es un país curioso.