Varias de las Big Tech radicadas en los Estados Unidos anunciaron cientos de despidos sin que hubiera muchos reclamos en contra. En cambio, ayer hubo un paro masivo en el Reino Unido contra la inflación, el aumento del costo de vida y el congelamiento de los salarios.
Por Franco Hessling
El efecto pandémico en las grandes empresas tecnológicas había sido de un paso hacia adelante. Todo lo que hubiera estado vinculado con las cuarentenas y, ergo, la estancia en los hogares y la vida hiperconectada, trajo inmensas ganancias para compañías como Google, Amazon, Spotify, entre varias otras.
Mencionarlas no es antojadizo, precisamente esas empresas han pasado las últimas semanas informando sobre despidos, con recortes laborales de miles de trabajadores. Los movimientos de inversión no se detuvieron, pero la retracción vino, como siempre, por el lado de la variable de ajuste de costos más conveniente: la mano de obra.
Los anuncios de las big tech se han venido analizando como una consecuencia lógica después de los enormes incrementos que habían experimentado durante la pandemia. Digamos que el golpe de efecto de una suba de empleo y actividad tan alto, por el crecimiento en el uso de interacciones y recurrencia virtual que hubo durante la pandemia, no podía sostenerse por mucho tiempo cuando la nueva normalidad nos devolviese a lo interpersonal y presencial.
Por increíble que parezca, aunque en suma se han acumulado miles de empleos perdidos, la falta de movilización de los trabajadores del sector ha hecho que el ajuste pase casi sin sobresaltos. En algún sentido, el perfil de este tipo de trabajos vinculados a la telemática hace que, en su fuero íntimo, los trabajadores confíen que más pronto que tarde estarán de nuevo en el mercado.
Sin embargo, como diría el dicho popular, si ves las barbas de tu hermano cortar pon las tuyas a remojar. Los trabajadores de las industrias de videojuegos están dando muestras de interés en sindicalizarse. Según un reporte del New York Times de la semana pasada, los empleados de este rubro específico se posicionan como los más explotados del rubro de la telemática.
Si de organización manifestante en el mundo civilizado de Occidente se trata, hay que posar los ojos en dos lugares: Reino Unido y Francia. En el primero, el problema no son los recortes laborales en las big tech, la mayoría de las cuales están radicadas en San Francisco o en algún otro de los Estados Unidos, sino el aumento del costo de vida, los ajustes económicos a los salarios y la inflación, que según el FMI será la más alta de todos los países del Atlántico Norte (la Europa occidental y Norteamérica).
Ello ha desembocado en lo que ayer fue el “Walkout Wednesday” que fue impulsada desde el sector docente, pero que contó con el apoyo de trabajadores de diversos rubros y que terminó por contabilizar cerca de medio millón de adherentes. La huelga paralizó las islas británicas y tuvo repercusión en todo el mundo. Sobre el panorama francés, como otra mecánica de resistencia, lo mencionaremos con detenimiento en la columna de mañana.