Por Aldo Duzdevich (*)
En esta nota voy hablar de la militancia católica, entre ellos muchos sacerdotes (algunos de los cuales conocí) excelentes personas, que en 1955 adhirieron o militaron contra Perón. Y que luego, en los años setenta, acompañaron las luchas populares e incluso el nacimiento de las organizaciones armadas, en especial Montoneros.
Decir antiperonista no es un juicio de valor, es una descripción de ubicación política en determinado momento de la historia. Que según desde donde se mire, se puede presumir equivocada o correcta. Yo creo que en política solo hay verdades parciales; y que el otro a quien considero mi adversario o enemigo también tiene su parte de verdad.
En 1930 Perón apoyo el golpe contra Yrigoyen, de lo que se arrepintió después. Y solía decir: “hay una linea nacional, que nace en la Primera Junta, Rosas, Yrigoyen y Perón…”, o sea se consideraba como una continuidad del yrigoyenismo, pero, había contribuido a voltearlo. No debe sorprendernos entonces que muchos sacerdotes e intelectuales católicos, que en 1955 apoyaron la “revolución libertadora”, en los años setenta los encontremos en posiciones afines al peronismo o a la izquierda.
Perón y la Iglesia, un conflicto inútil
Cuando planteamos revisar los errores del peronismo en los años 50, lo primero que surge es el conflicto con la Iglesia. Previo al golpe, la Iglesia ofició como catalizador de toda la oposición. Liberales, socialistas, radicales, comunistas, conservadores se encolunaron en multitudinarias procesiones detrás de la bandera pontificia y el “todos somos la Iglesia”. Cincuenta años después, en una versión menor, un gobierno peronista tuvo su “todos somos el campo”.
En sus inicios, Peronismo-Iglesia fueron sólidos aliados. Perón y Evita eran devotos católicos. Perón explicaba que la doctrina peronista nació de la doctrina social de la Iglesia. A fines de 1945 la Iglesia emitió una Pastoral, que solapadamente instaba votar al peronismo.
En 1947 el peronismo sancionó la ley de enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Con la enseñanza religiosa, la Iglesia afirmó su poder y ensanchó su base popular. Pero al poco tiempo, se vio que entre los aliados (Peronismo-Iglesia) no había comunión sino competencia.
La Fundación Eva Perón ocupó el espacio de la “caridad católica”. Evita reivindicaba un cristianismo de los pobres; en contraposición al clericalismo de las jerarquías eclesiásticas. Tras su fallecimiento, Evita se convirtió en una especie de santa popular. En las casas humildes crecieron altares con su retrato rodeado de velas. Esto también molestó a un sector de la Iglesia.
Los sectores nacionalistas católicos que habían votado al peronismo, se sintieron molestos y traicionados por el “obrerismo” de Perón. Otro foco de tensión nació a partir de las mayores libertades y reconocimientos a otros cultos religiosos por parte del gobierno.
El punto de quiebre para Perón fue la creación -con auspicio eclesial- de la Democracia Cristiana (DC) en julio de 1954, de sesgo abiertamente antiperonista . El conflicto aumentó en septiembre por la disputa del estudiantado secundario -en Córdoba- entre los jóvenes católicos y la UES.
A fines de 1954, Perón dio un duro discurso acusando de conspiración a varios de curas y obispos que mencionó con nombre y apellido. Con la guerra declarada, el gobierno suprimió la enseñanza y feriados religiosos. Y envió al Congreso las leyes de divorcio; de equiparación de hijos legítimos e ilegítimos; de reglamentación de la prostitución y la separación de Iglesia-Estado.
A partir de ese momento los púlpitos de las iglesias se convirtieron en barricadas antiperonistas. Las esposas de los militares que concurrían asiduamente a misa, volvían a sus hogares con el discurso de que Perón era el anti-Cristo.
El punto mas alto se alcanzó el 16 de junio de 1955, cuando aviones de la marina pintados con la cruz de Cristo-Vence bombardearon al pueblo indefenso produciendo 308 victimas fatales. Esa noche los agredidos “desde el cielo” descargaron su bronca incendiando varias iglesias en el centro de Buenos Aires.
Los jóvenes militantes católicos se sumaron a los Comandos Civiles. Muchos colegios e iglesias se convirtieron en sitios donde se guardaban y distribuían armas.
Los jóvenes católicos de los años 60/70
Durante el gobierno peronista, la Iglesia desde la Acción Católica promovió diferentes estructuras de jóvenes laicos para disputarle espacio político-social al peronismo. La organización para niños Aspirantes de Acción Católica, la JAC (Juventud de la Accion Catolica), la JEC (estudiantes secundarios), la JUC (universitarios), la JOC (obreros) . Estas estructuras se mantuvieron y renovaron después de 1955, llegando activas hasta los años 70.
Estas mismas organizaciones incluso, en algunos sitios con los mismos guías espirituales, fueron semilleros de militancia setentista en especial de la organización Montoneros. En 1973 Montoneros, -tal vez por coincidencia natural - va a organizar estructuras de superficie casi espejo a las de la Acción Católica: JP, (barrial) UES (secundarios), JUP (universitarios), JTP (obreros).
Los grupos juveniles católicos y los sacerdotes que los guiaban, en los años 60, van a recibir la influencia del Concilio Vaticano Segundo convocado por Juan XXIII que revolucionó los conceptos político-sociales de la Iglesia. Como una derivación del Concilio, entre 1967/70 va a nacer en Argentina el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
Los jóvenes de izquierda tuvieron como referencia al Che Guevara. En cambio para los grupos católicos la referencia fue el sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres, muerto en combate en 1966.
Voy a exponer algunas de esas continuidades, en apariencia muy contradictorias, de la historia de estos grupos católicos.
Parroquia Cristo Obrero de Córdoba
Donde mayor envergadura tuvieron los Comandos Civiles fue en la ciudad de Córdoba; se calcula que participaron mas de 1500 civiles armados, entre ellos muchos estudiantes secundarios y universitarios. Entrevistado por Ismael Juri, un protagonista de los enfrentamientos, Luis Bas, recuerda: “en la Iglesia del Pilar, Quinto Cargnelutti proveía de armas a los chicos”.
El resistente peronista cordobés Julio Ulderico Carrizo, recuerda haber visto en la Iglesia del barrio San Vicente al padre Lazaro y el padre Martinez repartiendo armas a los jóvenes católicos en los días de la “libertadora”; y también menciona al padre Quiroga de una iglesia de la calle Dean Funes como promotor de comandos civiles.
Isidoro Ruiz Moreno en su libro “La Revolución del 55” escribe: “en Córdoba dos jóvenes sacerdotes acaudillaron el movimiento juvenil. Eran los padres Quinto Cargnelutti y Enrique Angelleli, el primero como jefe general y el segundo como encargado de la acción en las fabricas, a los cuales pronto se sumo el padre Eladio Bordagaray liderando grupos en los Colegios Mayores que influían en los universitarios. (…) su local central se instaló en el edificio de la Acción Católica y otro en la Iglesia de Cristo Obrero”.
Quinto Cargnelutti años mas tarde abandono los hábitos y fue un dirigente del radicalismo cordobés. Angelleli que era asesor de la JOC con sede en Cristo Obrero, siguió vinculado a los jóvenes. En 1964, los sacerdotes Vaudagna, Gaido, Dellaferrera y Viscovich, que participaban de la linea pos-conciliar, hicieron declaraciones públicas que causaron conmoción interna. Enrique Angelleli que (para ese entonces) era Obispo Auxiliar en Córdoba, salió en su defensa, lo que originó una sanción y su exclusión temporal del gobierno eclesiástico . Unos años después en la Parroquia Cristo Obrero donde concurrían los padres Vaudagna, Gaido, Dellaferrera, Alberione, Rojas y Fugante, va a nacer el primer grupo originario cordobés de la organización Montoneros.
El padre Ernesto Leyendeker del Ateneo Santa Fe
En Santa Fe, el Colegio Jesuita La Inmaculada y el Ateneo Universitario fueron los centros de la militancia antiperonista. Incluso en septiembre del 55, el Ateneo de Santa Fe emitió un comunicado “desde la clandestinidad” saludando a la “Libertadora” y pidiendo que se retiren cuadros y bustos peronistas de los claustros universitarios. El padre Leyendeker asesor del Ateneo, fue uno de los “curas conspiradores” mencionados por Perón en su discurso del 10 de noviembre de 1954 .
En 1969 entre los jóvenes del Colegio Mayor y el Ateneo Universitario, va a salir el grupo fundacional de Montoneros Santa Fe. Sus asesores espirituales eran los padres Ernesto Leyendeker, Rafael Yacuzzi y Ruben Dri. Y el Colegio Inmaculada, en los 70 pasará a ser catalogado como “cuna de montoneros” porque de sus aulas saldrán una docena de conocidos militantes montoneros.
El padre Carlos Mugica
En Capital Federal el núcleo fundacional de Montoneros (Firmenich, Abal Medina, Ramus y otros) eran militantes del JEC (secundarios católicos) del Nacional Bs As. , y su asesor espiritual era el padre Carlos Mugica. Los Mugica eran una familia anti-peronista; su padre Adolfo fue en 1956 integrante de la Junta Consultiva que avaló los 29 fusilamientos de Aramburu. Carlos Mugica reconoció que siendo seminarista participó “del júbilo orgiástico de la oligarquía por la caída de Perón”. Sin embargo su pensamiento cambió y al momento de su asesinato era un ferviente peronista que incluso se había distanciado de Montoneros por no coincidir con su política de enfrentamiento a Perón.
El cuarto grupo originario de Montoneros que lideraba Sabino Navarro también tenía origen católico. Sabino (el único obrero que tuvo la conducción de montoneros) había sido militante de la JOC (Juventud Obrera Católica).
Padre Santiago Raúl Mac Guire de Rosario
En el libro “Los Panfletos – Su aporte a la Revolución Libertadora” de Felix Lafiandra (h), una recopilación de panfletos antiperonistas de 1954/55, aparece la detención de varios sacerdotes por el delito de desacato y otros. Los sacerdotes mencionados son: Egidio Esparza, de Capital Federal; Jesús Borlandelli, cura párroco de Cañuelas; Aldo Usseglio, cura párroco de Tortugas (Santa Fe); Antonio Lorenzo Fratin, cura párroco de Josefina (Pcia. de Santa Fe), Juan Requena, teniente cura de Lincoln (Buenos Aires); Edilio Moncalvo, teniente, cura de la parroquia de La Merced, de Villa Ballester (Buenos Aires); Miguel S. Fox, cura párroco de Alberti (Pcia. de Buenos Aires) en todos los casos se menciona la imputación y el juez interviniente.
Entre este listado aparece el padre Santiago Raúl Mac Guire, acusado de haber “incurrido en desacato al Sr. Presidente de la República, en un sermón pronunciado el domingo 24 de abril, en la misa celebrada en la capilla del Centro de Salud San José, de la Ciudad Evita (ex- Cañada de Gómez). Prisión preventiva decretada por el Juez Federal, Dr. Affranchino Rumi, de Rosario
Santiago Mac Guire en los sesenta fue uno de los mas activos promotores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. En 1968 dejo los hábitos y se casó, pero siguió vinculado al trabajo social en la Parroquia Itati del barrio Saladillo de Rosario. Años después paso a colaborar con la organización Montoneros. En abril de 1978, Mac Guire fue secuestrado, torturado y finalmente paso a estar detenido a disposición del PEN hasta 1983.
El Seminario de Villa Devoto
El Seminario de Villa Devoto, hasta 1959, estuvo dirigido por la Compañía de Jesús . A partir de esa fecha lo toma el clero diocesano y su primer rector es el Padre Eduardo Pironio quien propicia una gran apertura teológica y pastoral. Allí se formaron entre otros, los curas: Alejandro Mayol, Carlos Mugica, Rodolfo Ricciardelli, Jorge Galli, Jorge Goñi. Domingo Bresci, Eliseo Morales, Juan de Laurenti.
Entre los seminaristas estaban: Eduardo Moreno, Jose Pepe Ledesma, Eduardo Ciordia, Federico Mirré, Ricardo Agazzi, Titi Grilia; J.C. Saccomanno, el “Negro” Montero, Jose Deslarmes, Carlos Falaschi, Arturo Ferre Gadea, varios de estos jóvenes seminaristas tendrán participación en las FAP y Montoneros.
El Colegio Máximo de San Miguel estaba considerado por el gobierno peronista como el centro de acopio de armas y explosivos de los Comandos Civiles. Veinte años después Jorge Bergoglio lo abrirá a los intelectuales del pensamiento nacional y popular, y su tercer piso servirá de refugio de paso para algunos jóvenes perseguidos por la dictadura de 1976.
La participación política y el mal manejo de la utopía
La Iglesia Católica tuvo un rol central en la oposición y golpe contra el peronismo en 1955. De sus filas salieron muchos jóvenes católicos que empuñaron armas como Comandos Civiles contra el gobierno constitucional del General Perón.
En los años setenta importantes sectores de la Iglesia renovados en su concepción y practica por el Concilio Vaticano II, van a ser fermento y semilla de militancia revolucionaria en toda América Latina. En nuestro país la organización Montoneros nació del seno de grupos católicos, y como hemos visto en algunos casos vinculados a sacerdotes que en 1955 habían estado en el antiperonismo. En ambos momentos históricos estuvo presente la violencia en manos de los mas jóvenes.
El Papa Francisco el 28 de febrero del 2014, en su discurso a los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina, expresó: “Otra cosa que es importante transmitir a la juventud, es el buen manejo de la utopía. Nosotros en América Latina hemos tenido la experiencia de un manejo no del todo equilibrado de la utopía y que en algún lugar, en algunos lugares, no en todos, en algún momento nos desbordó. Al menos en el caso de Argentina podemos decir cuántos muchachos de la Acción Católica, por una mala educación de la utopía, terminaron en la guerrilla de los años ’70. Saber manejar la utopía, saber conducir –manejar es una mala palabra–, saber conducir y ayudar a crecer la utopía de un joven es una riqueza.”
Las palabras de Francisco abren la puerta a un análisis, sobre un aspecto del papel de la Iglesia, que todavía no ha sido puesto en debate.
(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".