Gobierno de Salta
Banner central top 1 separador

08 01 duzde

Por Aldo Duzdevich (*)
Para quienes entienden la historia en modo binario: blanco o negro, buenos o malos, estas notas pueden ser perturbadoras. Hoy voy a describir el derrotero de algunas personalidades, que en los años 50 adhirieron al antiperonismo y en los 70 fueron militantes revolucionarios, dentro del peronismo o en posiciones de izquierda.

Intento no formular juicios definitivos. Me interesa aportar a la reflexión sobre dos temas. Primero, acerca de la posibilidad que tienen las personas de modificar sus opiniones y actitudes, según cambian las circunstancias en las que les toca actuar. Y segundo, observar qué errores cometió el primer peronismo para generar la oposición de ciertos sectores, que tal vez pudo haberse evitado.

 

Los sectores de oposición al peronismo

En primer lugar, debo mencionar el núcleo más duro de la oposición al peronismo, que fueron las familias patricias de la oligarquía ganadera, beneficiarias del modelo de país agroexportador; quienes se opusieron a la sanción del Estatuto del Peón Rural, la ley de arrendamiento agrario y otras tantas medidas que cercenaban sus históricos privilegios. Con familiares en la Iglesia, el Ejército y la Armada, invirtieron recursos en favor del golpe y sus jóvenes se enrolaron en los Comandos Civiles. Aquí encontramos apellidos como Lanusse, Menéndez Behety, Menéndez, Pueyrredón, Bullrich y Benegas Lynch, entre otros.

En segundo lugar, estaban los sectores de la naciente burguesía industrial, quienes, aunque habían sido los grandes beneficiados por las políticas industriales del peronismo, les molestaban los mayores derechos de los trabajadores y el poder de los sindicatos.

Entre los sectores sociales, a la cola de la oligarquía ganadera y la burguesía industrial venia la clase media que, aunque no tuviese vacas ni fábricas, culturalmente estaba identificada con las clases altas.

Luego tenemos los partidos: el radicalismo “antipersonalista”, los conservadores, los demócratas progresistas, el socialismo democrático, el Partido Comunista y otras corrientes de izquierda.

El gran eje opositor fue el activismo universitario nucleado en la Federación Universitaria Argentina (FUA). El peronismo decretó la gratuidad de la educación superior, que permitió pasar de 51 mil estudiantes universitarios en 1949 a 153 mil en 1955. Sin embargo, los estudiantes de los grandes centros urbanos, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, fueron desde el inicio sus mayores opositores. La clase media universitaria, intelectuales y artistas: la elite cultural, desde Jorge Luis Borges hasta Julio Cortázar, todos estaban decididamente en contra de lo que llamaban “el régimen peronista”.

En la Iglesia Católica, principal galvanizadora de la oposición, vamos a encontrar tres grandes sectores: los católicos liberales, vinculados al sector oligárquico; los nacionalistas, que primero acompañan y después enfrentan a Perón, y el activismo juvenil, que será determinante para sumar militantes a los Comandos Civiles (CC), especialmente en Córdoba, Santa Fe y Capital Federal.

Voy a dejar para la próxima nota el análisis de los sectores más progresistas de la Iglesia, que en 1955 estuvieron vinculados al antiperonismo y en los 70 acompañaron la creación de Montoneros y otros grupos guerrilleros.

 

El nacionalismo católico antiperonista

Mencionaré algunas personalidades que en 1955 militaron en el nacionalismo católico antiperonista y que en los 70 fueron militantes revolucionarios, algunos dentro del peronismo y otros en posiciones de izquierda:

* Luis B Cerruti Costa. Abogado, era asesor de la UOM pero en 1955 se convirtió en Ministro de Trabajo de la Libertadora. En 1973 será director del diario El Mundo, el órgano periodístico del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

* Augusto Conte Mac Donell. Fue secretario general del Ministerio de Educación de Aramburu; su hijo militante montonero, fue detenido desaparecido en 1976 y Augusto se convirtió en uno de los principales referentes de los DDHH, fue fundador del CELS.

* Emilo Mignone. Vinculado a la militancia antiperonista en 1955, en 1972 fue viceministro de Educación en la dictadura de Lanusse. En mayo de 1976 fue secuestrada y desaparecida, su hija Mónica, militante de la JP. Mignone fue fundador del CELS y referente de los DDHH.

* Conrado Eggers Lan. Profesor universitario y opositor al peronismo en los años 50, en los 70 adhirió al peronismo combativo y a la CGT de los Argentinos.

* Marcelo Sánchez Sorondo. Primero opositor al peronismo, se alejó de la Libertadora y en 1956 creó el periódico Azul y Blanco, donde Rodolfo Walsh publicó como fascículos su libro Operación Masacre. Entre sus discípulos estaba Juan Manuel Abal Medina, hermano de Fernando, uno de los fundadores de Montoneros. En 1973 fue candidato a senador por el Frejuli en Capital. Su hijo es el obispo del mismo nombre, que está en el Vaticano desde hace cincuenta años.

* José Luis De Imaz. También muy cercano a los Comandos Civiles, se convirtió en un sociólogo muy relevante en los 70. Al igual que el filósofo José Miguens, quien se había distanciado del peronismo en 1954 por el conflicto con la Iglesia.

 

La Alianza Libertadora Nacionalista

La Alianza Libertadora Nacionalista fue un grupo católico, antiliberal y anti-semita inspirado en el falangismo español que de 1946 a 1955 apoyó al peronismo. Pero hubo un sector aliancista que rompió, se alejó del peronismo y en 1955 apoyó el golpe. En ese sector aparecen nombres que va a tener gran protagonismo en los 70: Rodolfo Walsh; Ricardo Masetti (el Comandante Segundo del EGP); Francisco y Oscar Santucho, hermanos de Roby Santucho fundador del ERP.

La rama de secundarios de la Alianza, el UNES (Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios) es el antecedente directo de Tacuara, una organización nacionalista de la cual va a salir un gran número de guerrilleros setentistas. Pero el UNES en 1955 estuvo a favor del golpe y algunos de sus cuadros fueron Comandos Civiles. En el UNES participaron, entre otros: Luis Demharter, que fue CC; Oscar Denovi; Joe Baxter; Alberto Ezcurra Uriburu y Eduardo Rosa.

El personaje más famoso fue sin duda Joe Baxter, nacionalista, antisemita, admirador de Primo de Rivera. En 1955 apoyó la Libertadora. En 1963 encabeza una fractura de Tacuara, el MNRT, que sale a la luz con el asalto al Policlínico Bancario. En julio de 1970 va a estar entre los fundadores del ERP. Pero en 1973 rompe y crea la Fracción Roja. Ese mismo año muere en un accidente de aviación, luego de haber pasado de la ultraderecha falangista a la ultraizquierda del ERP.

 

Los universitarios, la FUA y la izquierda

Entre los jóvenes universitarios que estuvieron en la oposición a Perón y que luego van a tener activa participación en los 70 encontramos a:

* Rodolfo Ortega Peña y Ernesto Laclau, intelectuales de izquierda.

* Eduardo Luis Duhalde, cercano a la Democracia Cristiana.

* Esteban “Bebe” Righi y Mario Hernández, en la ARD (Agrupación Reformista de Derecho). Moisés Ikonicoff, militante socialista.

* Norma Kennedy y Carlos Corach, de la FJC (Federación Juvenil Comunista).

* Guido Di Tella, de la FUA.

* Eric Calcagno, Ricardo Mosquera y Ricardo Rojo, abogados de la FUA.

* Abel A. Latendorf, David Tieffenberg, Pablo Giussani, y Elisa Rando, de la Juventud Socialista.

* Guillermo O’Donnell, estudiante de Sociología.

* Rodolfo Pandolfi, Ismael y David Viñas, León Rozitchner, Juan José Sebreli, Oscar Masotta y Noé Jitrik, intelectuales de la revista Contorno.

* Ernesto Bonasso, periodista y padre de Miguel Bonasso, que fue detenido en abril de 1953, sospechado de participar en el atentado terrorista con bombas en un acto en Plaza de Mayo que dejó seis muertos y noventa heridos.

* Eduardo Thölke, capitán del Ejército, fue quien proveyó los explosivos para el atentado de 1953. Su hijo, Eduardo Luis, en 2001, fue subsecretario de Seguridad porteño durante la gestión de Aníbal Ibarra.

* Carlos González Gartland fue uno de los principales dirigentes de la FUA en la lucha contra Perón; en los 70 se destacó como abogado de presos políticos y en 2003 asumió en la Secretaría de Derechos Humanos.

Otros dirigentes de la FUA, Elías Semán y Rubén Kriskaustzky, fueron detenidos desaparecidos por su militancia en Vanguardia Comunista.

El ingeniero químico Héctor Abrales, como militante de la FUA, estuvo detenido en Devoto en 1954. En los 70 ingresó a Montoneros y en 1979 fue detenido desaparecido.

El escritor Dalmiro Saenz fue militante antiperonista. En los 70 participó de la organización Montoneros.

Diego Muniz Barreto fue un caso paradigmático. Perteneciente a una familia de enorme fortuna, fue un destacado Comando Civil. En 1953, junto a Mariano Castex, se involucró en un intento de asesinar a Perón. En julio de 1955 puso una bomba que voló la Escuela Superior Peronista. En 1966, con su amigo Boby Roth, participó de la dictadura de Onganía. En 1970 conoció y se convirtió en mecenas de Rodolfo Galimberti, quien lo invitó a conocer a Perón. A través de Diego, Galimberti conoció a la familia Bullrich Luro Pueyrredón, y fue quien introdujo en Montoneros a Julieta y Patricia Bullrich. En 1973 asumió como diputado por la JP Montoneros. Renunció a la banca en enero del 74 y se vinculó al ERP. Fue detenido por el comisario Luis Patti en febrero de 1977 y asesinado.

 

Rodolfo Walsh la evolución de su pensamiento

Lo siguiente que ya escribí hace un tiempo, me generó el furioso enojo de algunos amigos, viejos militantes del peronismo combativo. Pero, me parece que la historia y la evolución del pensamiento de Rodolfo Walsh es uno de los temas que mas nos ayuda a reflexionar sobre nuestro pasado reciente.

Rodolfo Walsh quien tuvo un breve paso por la Alianza Libertadora Nacionalista. Ha dejado escrito: “Soy lento, he tardado 15 años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda”.

En los años 50 no era un militante político y su vocación y profesión era de escritor y periodista. Pero estaba muy vinculado al antiperonismo. Su hermano Carlos era un aviador naval que combatió en septiembre contra las tropas leales a Perón. Y su primo, el hermano Septimio Walsh, era uno de los jefes de los Comandos Civiles.
En el libro “Rodolfo Walsh - Ese hombre y otros papeles personales”, puede leerse una carta de Walsh, fechada el 5 de junio de 1957, al escritor norteamericano Donald Yates, que estaba por escribir un ensayo en el que hablaba de Perón. Reproduzco algunos párrafos, porque es un fresco de época, que transmite lo que probablemente era el pensamiento común, entre la intelectualidad que apoyó el golpe cívico militar contra Perón.

Dice Walsh: “En primer término, me parece que en el título de tu ensayo la palabra ‘regimen’ sería más adecuada que ‘dictatorship’. En un sentido general, periodístico, los diez años de peronismo pueden calificarse de dictadura. Pero en el fondo no fue estrictamente una dictadura, es decir un gobierno apoyado en el ejército y en la policía, como los de Hitler, Stalin y el mismo Mussolini. Fue, sí, una demagogia (…) que como sabes significa ‘tiranía de la plebe’”.

“La imagen que el europeo y el norteamericano medio tienen de Perón es la del típico militar sudamericano. (…) Aramburu sí es un típico militar sudamericano. Cuando le hacen una revolución (junio 56), corta diez cabezas, veinte, ochenta, cien. (...) Perón no, a los sublevados de junio de 1955 no los fusila (…) en todo su gobierno solo hay dos asesinatos políticos, el del obrero Aguirre en Tucumán y el del médico Ingalinella en Rosario, cometidos ambos por las policías provinciales”.

“Perón es un político. Mejor: un demagogo. Habilísimo. Conquista el poder porque interpreta las tres o cuatro aspiraciones básicas de las masas –mejor nivel de vida, un estatus social más respetable, cierta intervención en el manejo de la cosa política–. Porque interpreta también los resentimientos de las masas –xenofobia, odio a los ricos u ‘oligarcas’– y sobre todo porque astutamente les habla de igual a igual, los trata de ‘compañeros’ y ‘amigos’, los halaga y hasta los divierte. (…) Perón se mantiene en el poder con el apoyo de las masas, no de los militares (…) que al fin se cansan y lo echan. (…) Y si hoy hubiera elecciones y Perón pudiera presentarse, ganaría por dos millones de votos. Puede ser una desgracia, pero es una verdad”.

Sigue Walsh: “¿Cómo gobierna Perón? En algunos aspectos, admirablemente. En otros, como un increíble idiota. En el aspecto económico lleva adelante una política de industrialización que es en realidad de liberación. Guste o no guste, la faz del país cambia. Se industrializa. En 1943 no se fabricaba aquí nada. Hasta el tabaco y las telas se importaban. En 1955 hay una floreciente industria liviana. Se fabrican automóviles, tractores, equipos eléctricos. Esto tiene un contrapeso. Tanto Perón como sus jerarcas carecen en general de escrúpulos. Se enriquecen con grandes negociados. Pero el saldo es positivo y la política posterior de Aramburu debe considerarse un retroceso”.

“En el aspecto político, Perón oprime a los partidos opositores, los molesta, los persigue sin necesidad, ahoga progresivamente la libertad de prensa. Su policía no llega al asesinato, pero hay tortura y encarcelamientos arbitrarios. Los dirigentes peronistas son en general mediocres, ambiciosos y obsecuentes. La maquinaria de propaganda estatal se hace asfixiante e invade hasta las escuelas primarias. La Justicia está corrompida. El saldo es desastroso”.

“Durante el peronismo gozaron de libertad y democracia los sectores obreros; en cambio se sintieron oprimidos la clase media, los intelectuales, los artistas, los periodistas y la clase alta. Ahora sucede exactamente al revés”.

Finalmente, Walsh le crítica a Perón lo mismo que le criticaron Aramburu y Lanusse, y hoy le sigue criticando parte de la izquierda argentina: su presunta cobardía por no embarcarse en una guerra civil en 1955. Dice Walsh: “De militar solo tiene el uniforme y cierta fanfarronería. La única oportunidad de combatir militarmente, en septiembre de 1955, no la acepta. Escapa. Da a veces la impresión de un feroz dictador, pero no le gusta la sangre. No le gusta derramar la ajena, porque teme por la propia. No le gusta jugarse el pellejo”.

 

Perón responde con una carta a Aramburu

En septiembre de 1955, el gobierno tenía fuerzas militares suficientes para ahogar la rebelión en sangre. Pero Perón había estado en España al terminar la guerra civil. Allí había palpado las huellas de dolor y odio entre el pueblo común que deja una guerra civil.

Imaginemos hoy mismo en este país de la grieta cuántos amigos, vecinos, parientes tenemos del otro lado de la grieta.

Esa era la grieta en 1955. Por ejemplo, en Córdoba había centenares de estudiantes secundarios y universitarios armados en Comandos Civiles. Perón debía dar la orden de masacrarlos. Allí iban a caer los Walsh, los Ortega Peña, los Mignone, los Mac Donell, los Mugica, todos los que figuran en los listados que puse más arriba. ¿Era necesario? ¿Era lícito? ¿Era ético? Perón eligió no sumir al país en un baño de sangre. Entre el tiempo y la sangre eligió el tiempo. Y el tiempo le dio la razón.

Respecto a la critica a su valor personal, así le respondió Perón al dictador Aramburu:

República de Panamá, 8 de marzo de 1956.
Al general Aramburu. Buenos Aires
He leído en un reportaje, que usted se ha permitido decir que soy un cobarde porque ordené la suspensión de una lucha en la que tenía todas las probabilidades de vencer. Usted no podrá comprender jamás cuánto carácter y cuánto valor hay que tener para producir gestos semejantes. Para usted, hacer matar a los demás, en defensa de la propia persona y de las propias ambiciones, es una acción distinguida de valor.
Para mí, el valor no consiste –ni consistirá nunca– en hacer matar a los otros. Esa idea solo puede pertenecer a los egoístas y a los ignorantes como usted. (…).
Si tiene dudas sobre mi valor personal, que no consiste como usted supone en hacer que se maten los demás, el país tiene muchas fronteras; lo esperaré en cualquiera de ellas para que me demuestre que usted es más valiente que yo. Lleve sus armas, porque el valor a que me refiero solo se demuestra frente a otro hombre y no utilizando las armas de la Patria para hacer asesinar a sus hermanos. Y sepa para siempre que el valor se demuestra personalmente y que, por ser una virtud, no puede delegarse. Hágalo, solo así me podría probar que no es la gallina que siempre conocí. Si usted no lo hace y el pueblo no lo cuelga, como merece y espero, por salvaje, por bruto y por ignorante, algún día nos encontraremos. Allí, le haré tragar su lengua de irresponsable.
Juan Perón, General.

 

(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".