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07 25 duzde

Por Aldo Duzdevich (*)
La guerra de las piernas descubiertas. Una de las acusaciones al Perón y el peronismo era de fomentar el “libertinaje”. No era nuevo, a Evita se la acusó de vida liviana o de gato, diríamos hoy.

En realidad el peronismo estaba a la vanguardia de los nuevos derechos. Dio el voto femenino. Eliminó la discriminación de los hijos extramatrimoniales. Envió la ley de divorcio. Algunas eran medidas de fondo, otras no tenían gran importancia pero sirvieron para acicatear a la oposición conservadora.

Este es el caso que paso a relatar. Llama la atención que jóvenes estudiantes secundarias se rebelen ante la sugerencia de cambiar su anticuado atuendo de gimnasia por un short o “bombachudo” que -sin compararse con los actuales- dejaba ver sus piernas. Y mucho mas llamativo, fue que sus compañeros varones, compartiesen la misma indignación de las señoritas.

Primero es necesario contextualizar los hechos. En 1955, Córdoba llamada “la heroica” por los simpatizantes del la revolución libertadora, se había convertido en la capital del antiperonismo. La Iglesia Católica cumplía un rol fundamental en la agitación callejera a partir de el estudiantado secundario y universitario. En 1954 algunos sacerdotes habían impulsado la creación del Movimiento Católico de Juventudes ( MCJ ) con la finalidad de competir contra la estructura semi-oficial de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Con motivo de los festejos del día del estudiante, el MCJ organizó un gran desfile de carrozas por el centro de la ciudad que concentró miles de jóvenes y opacó totalmente el festejo organizado por la UES. Este hecho va a tener repercusión nacional y será una nueva vuelta de tuerca en el conflicto Peronismo-Iglesia.

Isidoro Ruiz Moreno en su libro “La Revolución del 55-Dictadura y Conspiración” escribe: “en Córdoba dos jóvenes sacerdotes acaudillaron el movimiento juvenil. Eran los padres Quinto Cargnelutti y Enrique Angelleli, el primero como jefe general y el segundo como encargado de la acción en las fábricas, a los cuales pronto se sumo el padre Eladio Bordagaray, liderando grupos en los Colegios Mayores que influían en los universitarios.” Dice Cargnelutti: “El enfrentamiento con el gobierno comenzó cuando empezamos a ver que se usaba a la juventud y se la corrompía (…) por suerte contábamos con el apoyo disimulado pero bien fuerte del Arzobispo Monseñor Lafitte”.

Cargnelutti comenzó a implementar con el MJC las “horas santas”, una reunión cada quince días en iglesias distintas, que servían de focos de agitación y conspiración, y terminaban con manifestaciones de jóvenes coreando consignas contra el gobierno.

En este clima de agitación, confrontación y grieta se desarrollaron los hechos que relata el historiador cordobés Samir Juri, en su excelente tesis: “Cristo Rey: del Movimiento Católico de Juventudes a los Comandos Civiles, Córdoba, 1954-1955” .

Recordemos que durante los diez años de gobierno peronista se había impuesto por ley, la educación religiosa en las escuelas públicas. Esto había permitido a la Iglesia ampliar su base popular y acrecentar su influencia y poder. Pero a mediados de 1954, la constitución de la Democracia Cristiana, con toda la dirigencia antiperonista, y apoyo del Vaticano, genero el punto de quiebre con Perón. A fines de ese año el gobierno eliminó la educación religiosa y dejó cesantes a los docentes, que eran designados por la Iglesia.

Los hechos del relato comenzaron en la Escuela Normal Superior Alejandro Carbó en junio de 1955. Desde el inicio de las clases, las cesantias del personal docente de religión, ya había generado un clima de malestar en el colegio.

Dice Samir Juri: “En este clima de remociones y traslados, una notificación del Ministerio de Educación (nacional) exhortando a las niñas del colegio a implementar una nueva vestimenta para las actividades físicas, será el detonante de una huelga de alumnas que se ramificará por el resto de las escuelas”. Según el relato de la estudiante de quinto año y delegada huelguista Elvira Chaar, la
nueva disposición del uso del short de gimnasia para las actividades deportivas femeninas motivó acciones de huelga y protesta, ante lo que ellas consideraban un caso de corrupción y envilecimiento. Chaar resaltaba que “nuestra reacción tuvo su fundamento en el amor al pudor que nos habían inculcado nuestros padres, maestros y sacerdotes”.

“Al frente de la negativa se colocó la vicedirectora de la institución la señora María Victoria Albar Díaz de Morales, quien afirmó que “mientras ella estuviera no se usaría el short de gimnasia”.

“La reacción del Ministerio de Educación de la Nación, fue dejar cesante a la vicedirectora sin especificar motivo alguno ni causa aparente. (…) A la semana siguiente las alumnas de la escuela Carbó iniciaron jornadas de protesta, las cuales deben entenderse en el contexto del creciente conflicto entre el Ejecutivo nacional y un sector católico cada vez más amplio. Recordemos que ya habían sucedido los bombardeos a Plaza de Mayo, la quema de iglesias, y el gobierno había decretado el estado de sitio”.

“El 5 de julio, el diario Los Principios, dedica buena parte de su edición a las jornadas de protesta en la escuela Carbó. El ímpetu y la predisposición del diario, nos revelan las intenciones de hacer visible el malestar social reinante e incentivar la desobediencia civil que iba en franco aumento.”

“Ese día, los alumnos no ingresaron a clases y se congregaron en la plaza Colón, frente a la escuela, a vitorear el nombre de la docente cesanteada. Las negociaciones para que hicieran su entrada al recinto fueron infructuosas y la policía de la provincia acordonó la zona. La tensión fue en aumento, los gritos y la impaciencia de los alumnos crearon un clima de protesta que fue sofocado por la policía. Esa misma tarde, un grupo numeroso de alumnos se dirigió al domicilio de la señora de Morales para manifestarle su apoyo: una columna de alumnos transitó por las calles del centro. Una vez más las fuerzas policiales dispersaron la multitud efectuando disparos al aire y amedrentando a los jóvenes para que desistieran de su actitud. Acto seguido, la vicedirectora salió de su domicilio y les rogó a los alumnos que regresaran a sus clases. A la vez, en el establecimiento escolar grupos de alumnos del turno tarde también se negaban a ingresar al recinto, tornando la situación nuevamente tensa. La vicedirectora cesanteada llegó hasta la escuela, llamó a la calma a los estudiantes y les pidió que desistieran de sus protestas ante la vista del director y demás docentes. Asimismo, reclamó la inmediata liberación de los jóvenes encarcelados.”

Parte de esos jóvenes estudiantes, ya fogueados en las luchas callejeras, unos meses después van a sumarse a los Comandos Civiles y participar activamente del golpe de septiembre.

Imagino la cara de Peron al leer los diarios y preguntar “quién fue el papanatas que tuvo semejante idea en medio de todos los conflictos que tenemos”.

La conclusión es que, cuando hay clima de convulsión social, y una grieta profunda como la existente en 1955, cualquier motivo es bueno para agitar el conflicto. Incluso, no querer usar short en las clases de gimnasia.

 

(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".