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Por Aldo Duzdevich (*)
En octubre de 1953 un grupo de Comandos Civiles planean matar a Peron, los lidera el joven aristócrata Diego Muniz Barreto, quien años después hará un giro político sorprendente.

 

Atentado contra Perón

El 15 de octubre de octubre de 1953, los veinteañeros Diego Muniz Barreto y Mariano Narciso Castex, se reunieron en Florida y Corrientes con un supuesto colaborador militar que les podía proporcionar armas. A el le contaron que tenían un grupo de 50 hombres entrenados, cuyo fin era matar a Perón y combatir si se desataba una guerra civil.

Contaban con fusiles Mauser, ametralladoras y bombas de humo, pero necesitaban municiones 9 y 45 mm, y trotyl. El plan era hacer volar a Perón, el día 17 de octubre, sobre la Avenida Alem, con un auto cargado de explosivos detonado a control remoto. También volarían puentes de acceso a la Capital.

Suponían que luego del asesinato estallaría una guerra civil, y si algo fallaba, ya tenían preparada su fuga a Uruguay. El “colaborador” era integrante de la división Control de Estado de la Policia Federal, quien rápidamente informó a sus superiores.

El día 16 de octubre, son detenidos Emilio Allende Posse (20 años) e Isidoro Martínez Castro (18 años). Posse portaba un portafolio con un revolver Colt 32, proyectiles de distintos calibres y el libro “Técnica de una traición” de Silvano Santander.

El día 17 son detenidos Mariano N. Castex, Hernan E. Blackley, Gastón García Miramón , Raul A. Jorsiomo y Lorenzo Blanco. En poder de Blackley la policía secuestra dos carabinas 32 y un rifle Halcón de uso militar. Castex confiesa que el jefe era Diego Muniz Barreto, pero en el organigrama estaba él como “chief” (jefe) porque Diego era “muy temperamental”.
Barreto logra eludir a la policía escapando por una puerta disimulada en la “boisserie” de su lujoso departamento. Se refugia en la Embajada de Uruguay y luego cruza a Montevideo. Todos los jóvenes pertenecían a familias adineradas; varios exalumnos del Belgrano Day School (donde hoy concurre Antonia Macri).

Según el informe policial tenían una organización tipo “maqui” (guerrilleros de la resistencia francesa). Usaban seudónimos y un código de alarma que era la palabra “molinari”. El día 21 fueron puestos a disposición del juzgado del Dr. Miguel Rivas Arguello, la causa se caratuló: “Actividades con el fin de atentar contra la vida el Señor Presidente de la Nación”. En sus primeras declaraciones, alegaron que se estaban organizando para ser el apoyo civil de un golpe de estado. Por indicación de sus defensores, el argumento varió a ser grupos de autodefensa, ante las amenazas recibidas por sus familias de los grupos peronistas. En noviembre, el Congreso sancionó una ley de amnistía, la N.º 14296, y el 31 de diciembre estaban todos en libertad.

Diego Muniz Barreto y Mariano N. Castex no pudieron cumplir el objetivo de matar a Perón, pero 15 años después ambos lo van a conocer en Madrid y se van a convertir en sus seguidores.

 

La guerrilla de San Isidro y Barrio Norte

La violencia política no comenzó en los 70. Pero su antecedente más cercano se puede encontrar en los “comandos civiles” de los años 50. Su impronta y su forma organizativa en células, nombres de guerra, etc., se asemejó mucho a la guerrilla setentista. Claro, tenía otro color político, era antiperonista, y la mayoría de sus miembros eran jóvenes de clase alta. Abundaban los doble apellidos de Barrio Norte y San Isidro: Ruiz Moreno, De Vedia y Mitre, De las Carreras, Lanús, Sanchez Zinny, Martínez Paz, Villada Achaval, Béccar Varela, Rodríguez Larreta, Menéndez Behety, son algunos de los mencionados en las crónicas de la época.

Muchos de los hijos de estos furiosos antiperonistas, quince años después, van a nutrir las filas de Montoneros y otros grupos guerrilleros. Su debut fue el 15 de abril de 1953 , cuando en una concentración en Plaza de Mayo pusieron bombas que dejaron 7 muertos y 90 heridos, entre ellos 19 mutilados. Aclaremos que la guerrilla setentista nunca hizo este tipo de atentados contra la población civil. Entre sus autores materiales estuvieron: Arturo Mathov, Roque Carranza, Carlos Alberto González Dogliotti, y los hermanos Alberto y Ernesto Lanusse.

 

Diego Muniz Barreto un niño mimado de la aristocracia

Diego nació en Mar del Plata en 1934. Sus bisabuelos paternos eran descendientes de familias portuguesas fundadoras de Bahía (Brasil), donde consolidaron una fortuna descomunal. Su bisabuelo materno, Emilio Vicente Bunge, compró al estado 28 mil hectáreas “ganadas en la campaña del desierto” en la zona de General Villlegas. Era una familia perteneciente a lo más selecto de la oligarquía porteña. Diego se casó con la bellísima María Teresa J. Escalante Duhau, quien también procedía de la alta sociedad.

 

La voladura de la Escuela Superior Peronista

Su exilio en Montevideo duró poco tiempo. Él cuenta que en julio del 1955 cruzó el rio en un bote de remos, con una carga de 20 kg de gelinita. Esta vez el operativo iba a tener éxito. La madrugada del 20 de julio, él y su grupo llegaron a las puertas de la Escuela Superior Peronista en Avenida Corrientes y San Martín. Diego invitó al policía de guardia a tomar una cerveza en el bar de enfrente, mientras sus cómplices ingresaban con los explosivos. Los destrozos fueron totales. El director de la escuela, era el Dr. Raúl Mende. Su hijo, Jorge Mende, años después fue un destacado cuadro montonero asesinado en la ESMA en noviembre de 1976.

 

Atentados contra policías

Ya en los meses previos al golpe de septiembre, los comandos civiles adoptaron la táctica de atentar contra policías que hacían consigna en templos y escuelas religiosas. Varios resultaron muertos y otros sufrieron graves heridas. Los comandos se movían en jeeps desde donde abrían fuego. El 16 de agosto, la crónica periodística informaba que frente a la confitería La Biela, fueron detenidos seis adolescentes que escondían sus armas en un jeep allí estacionado. Los detenidos eran Ignacio Cornejo, Ricardo Richelet, Mariano Iturralde, Pablo Moreno, Jorge Castex y Hortensio Ibarguren.

Logró huir Diego Muniz Barreto, sindicado como el organizador y proveedor de armas del grupo.

 

Del desengaño libertador a la dictadura de Ongania

Según cuenta su amigo Boby Roth el antiperonismo de Diego cesó con la revolución “Libertadora”. Se acercó al frondicismo y luego mediante sus contactos militares conspiró junto al sector “azul” del ejército. En 1966, de la mano de Roth, llegó al gobierno de facto del General Onganía, cuando éste ocupaba el cargo de Subsecretario Legal y Técnico. Su paso por el gobierno ira a cesar en 1968 por desacuerdo con la política económica de Krieger Vasena. Aunque volverá a la Casa Rosada el 8 de junio de 1970, en el momento que Lanusse obliga a Ongania a dejarle el gobierno a Levingston.

Según relata su amigo Mariano Castex, “Diego estaba esa noche armado con una pistola 45 y tan exaltado que hubiese matado a Lanusse. Diego no era hombre de palabras aniñadas o amigo de autopromociones”.

 

Mecenas de Galimberti y vínculo con Patricia Bullrich

En 1970 Rodolfo Galimberti dirigía un grupo llamado JAEN. De tinte peronista y nacional, reconocía más simpatías con Primo de Rivera, que con Trosky o el Che. El primer contacto con Barreto, lo hizo Ernesto Jaurectche, entonces periodista de El Economista. Galimberti era un muchacho pícaro, con cintura política, con ansias de poder y pocos escrúpulos. Muniz Barreto se le presentaba como una fuente de recursos económicos, pero además, algo que al “Galimba” lo perdía, y era su necesidad de “pertenecer” a una clase social que por su origen tano y clase mediero le estaba negado. Por ejemplo, establecer relación con Julieta Luro Pueyrredón de Bullrich y ponerse de novio con su joven hija Julie la hermana menor de Patricia. De este contacto va a nacer el vínculo de Patricia Bulrrich (actual presidenta del PRO) con Galimberti y su posterior ingreso a Montoneros, organización en la que militó hasta 1979.

Para Muniz Barreto, Galimberti era su vía de acercamiento al peronismo y a Perón, para destruir a su archienemigo Agustin Lanusse (a quien estuvo dispuesto a matar de un tiro de 45).

 

Diego en Madrid ahora sí, “la vida por Perón”

En aquellos años un viaje a Europa era muy caro (no habían llegado las lowcost). Galimberti quería conocer a Perón y Diego financió generosamente su viaje.

A Perón le cayó bien ese joven impertinente, que llegaba tarde a las citas, y se cuadraba taconeando frente a su General. Y rápidamente lo ungió como su delegado ante la naciente juventud peronista. Galimberti retribuyó a su mecenas presentándolo ante el General. “Este conspiró contra Ud. en 1955, fue comando civil”, lo presentó “Galimba”. “Qué bueno conocer viejos opositores” ... “Que gusto decirle compañero”, se alegró Perón y le estrechó las manos. Para Perón, no sería ni el primero ni el último de sus viejos opositores, que ahora se le acercaban. El practicaba el arte de la conducción, que requiere humildad, tolerancia y empatía con el otro.

Diego le había llevado de regalo la película Rosas producida por él. El 8 de octubre de 1972, Diego Muniz Barreto, estuvo entre los veinte invitados al cumpleaños de General celebrado en un restaurant de Madrid. Diecinueve años habían pasado de aquel octubre del 53, en el que fracasó su intento de matar a ese hombre, que hoy tenía sonriente frente suyo, y a quien reconocía como un gran líder.

 

De Montoneros al Ejército Revolucionario del Pueblo ERP

A fines de 1972 Galimberti ingresó como aspirante dentro de la organización Montoneros. Diego va a caer preso por participar de un acto junto a su amigo “Galimba”. En diciembre impulsado por Montoneros, Diego Muniz Barreto integra la lista de Diputados Nacionales del peronismo. Incluso filma un spot de campaña que cierra con la frase de guerra “la sangre derramada no será negociada”.

En febrero del 74, junto a otros siete diputados vinculados a Montoneros, renuncia a su banca en disconformidad con el proyecto de modificación del Código Penal que el Poder Ejecutivo había presentado para poder hacer frente a la guerrilla del ERP, que en esos días asaltó el cuartel militar de Azul.

Meses después, disconforme con Montoneros, Diego se acerca al troskista ERP, con quienes colabora hasta el día de su asesinato.

 

Que parezca un accidente

El 16 de febrero en 1977, Diego y su chofer son detenidos por el subcomisario Patti, en una carnicería de Escobar. Durante 20 días es torturado y paseado por distintos centros de detención clandestina. Finalmente, no se animan a desaparecerlo; lo meten dopado a su auto y lo empujan a un cauce de agua para simular un accidente. Según dicen, Diego todavía mantenía buena relación con el general Jorge Olivera Rovere, quien cada vez que le llegaba su nombre en la lista de secuestros, lo tachaba. Cuando Olivera Rovere cambió de funciones, Diego perdió protección, y no se dio cuenta.

 

Un hombre capaz de entregar sus bienes y su vida por un ideal

Su amigo y cómplice del 53, Mariano N. Castex, lo recuerda asi: “Diego era una figura aventurera y controvertida. Capaz, arrebatado, poseído de una arrolladora bondad y cautivante simpatía, poseía las cualidades que lo hacían necesario en la trinchera o en la vanguardia del asalto y desechable en etapas de trabajo reflexivo. Fue un hombre capaz de entregar sus bienes y su vida por un ideal”.

El amigo de Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde lo recuerda “Era un hombre de gran bonhomía, alegre e irónico. Era un espíritu libre y además un hombre de bien; sencillo, pero con algunos gustos refinados: uno podía decir que no era miembro de la oligarquía, pero conservaba el sentido aristocrático de la vida. De su desencanto con la autodenominada Revolución Argentina, el contacto con los detenidos políticos en la cárcel de Rawson, terminó acercándolo al peronismo”.

El exmilitante Alfredo Ossorio, quien compartió noches de lomo a la pimienta, en su casa de Recoleta, afirma “Diego trataba el poder con mucha naturalidad, no porque lo hubiese conquistado, sino porque le venía de cuna”.

Tal vez para bien definir a Diego Muniz Barreto, sirva una cita de Peron: “Licurgo estableció en una de sus más sabias leyes, que para mí es la más maravillosa de todas: "Hay un solo delito infamante para el ciudadano: que en la lucha en que se deciden los destinos de Esparta, él no esté en ninguno de los dos bandos o esté en los dos”. Diego equivocado o no, vivió y murió peleando en alguno de los dos bandos.

 

(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".