Para el ERP y para la organización Montoneros el golpe del 24 de marzo, no fue una mala noticia. Ambos grupos suponían que convertidos vanguardia popular, iban a liderar una guerra abierta contra la Fuerzas Armadas.
Por Aldo Duzdevich (*)
Firmenich exhibe su optimismo ante García Márquez
Gabriel García Márquez, en Abril de 1977, entrevistó a Mario Eduardo Firmenich . Este es su relato:
- GM :“Ya hace un año que la junta militar está en el poder en Argentina, le digo. Mi impresión personal es que este lapso le ha bastado para exterminar la resistencia armada. Entonces ustedes, los montoneros, no tienen nada que hacer, al menos en el terreno militar. Están liquidados”. (Mario Firmenich no se inmuta. Su respuesta es seca e inmediata)
- MF: “A fin de octubre de 1975, cuando todavía estaba en el gobierno Isabel Perón, ya sabíamos que se daría el golpe dentro del año. No hicimos nada para impedirlo porque, en definitiva, también el golpe formaba parte de la lucha interna en el movimiento peronista. Hicimos en cambio nuestros círculos de guerra, y nos preparamos a soportar, en el primer año, un número de bajas humanas no inferiores a 1.500 unidades. Nuestra previsión era ésta: si logramos no superar este nivel de pérdidas, podíamos tener la seguridad de que tarde o temprano venceríamos.”
- GN: “¿Qué sucedió?”
-MF: “Sucedió que nuestras pérdidas han sido inferiores a lo previsto. En cambio, en el mismo período, la dictadura se ha desinflado, no tiene más vía de salida, mientras que nosotros gozamos de gran prestigio entre las masas y somos en la Argentina la opción política más segura para el futuro inmediato.”
El diagnostico de la situación de Firmenich era absolutamente errado. La guerrilla ya no tenía ningún consenso social y al 1º de abril de 1977, ya había 5200 desaparecidos . Gran parte de ellos (como años después reconocerá Firmenich) eran militantes vinculados a la organización Montoneros. Y, para fin de ese año 77, los simpatizantes montoneros que habían quedado en el país, habían sido prácticamente aniquilados.
Las previsiones de Montoneros en enero de 1976
En su revista Evita Montonera Nº 11 de enero de 1976, asumen que la violencia que desarrollan contribuye a generar condiciones para el golpe que aparece como muy cercano; pero consideran que los militares se encaminan a un fracaso, porque les será imposible derrotar a Montoneros, y que las Fuerzas Armadas se van a quebrar y un sector se va a fusionar con ellos.
Dice el Evita Montonera: “Dado el golpe pinochetista se generalizaría el accionar militar ocupando las ciudades e implantando la ley marcial. Al mismo tiempo garantizarían la cobertura jurídica designando jueces adictos como durante la dictadura de Onganía y Lanusse. El objetivo central del golpe pinochetista es la destrucción de las fuerzas revolucionarias, en primer lugar de Montoneros. Pero a menos que cometamos graves errores, es imposible que ese objetivo se concrete, tanto por la situación de crisis estructural, por nuestro desarrollo y organización, y por el nivel alcanzado por la conciencia y las luchas populares.”
“Fracasado este plan de aniquilamiento el enemigo se encontraría ante tres opciones:
a) ayuda exterior directa con la participación de fuerzas armadas extranjeras, los “marines” en la lucha contrarrevolucionaria. Esta tesis, es de muy difícil aplicación, por las dificultades internacionales del imperialismo, y porqué su política exterior está orientada a resolver los problemas que se le plantean en Europa y Medio Oriente. Está alternativa tiene otra dificultad y es que la presencia de militares extranjeros, aceleraría la formación de un amplio Frente Nacional de resistencia a la invasión fracturando la institución militar.
b) Progresiva modificación de la relación de fuerzas, con el comienzo de una contraofensiva popular, conduciendo a una situación de equilibrio estratégico y una retirada del enemigo para su reordenamiento. Ocurriría algo similar a lo de 1973 con o sin salida electoral.
c) Si el enemigo persiste en su intento de aniquilamiento sin lograrlo, y no ofrece alternativa al avance de la fuerza popular, es muy probable que se produzca una fisura en el poder militar, y sectores de las tres armas desarrollen -junto al Ejército Montonero- las tareas que corresponden a la etapa actual del proceso de liberación nacional y social”.
“Las perspectivas, desde el punto de vista de las fuerzas enfrentadas estratégicamente, Montoneros está en pleno proceso de consolidación, Por cuánto expresa la causa justa y gana representatividad en amplias capas de las clases populares como de dónde extrae sus cuadros y su fuerza política militar y moral para sostener la guerra de liberación. Simultáneamente el enemigo aumenta sus contradicciones y se debilita la base social que lo apoya”.
“Aquellos sectores de las fuerzas armadas, que no estén dispuestos a actuar en defensa del poder imperialista de los monopolios y la oligarquía nativa, deben incorporarse al Frente de Liberación Nacional en su lucha por una Argentina liberada. Los militares patriotas no deberán abandonar las armas sino apuntarlas contra las fuerzas enemigas, contra las fuerzas antinacionales”.
“Finalmente, debemos tener en cuenta que nuestra política de acumulación de poder popular actúa objetivamente, en ciertos momentos, dando justificaciones a los golpistas, endureciendo las posiciones enemigas y promoviendo el avance de las fuerzas reaccionarias. Ello es una consecuencia necesaria e ineludible de nuestro objetivo de poder. Porque el poder popular no se puede construir sin enfrentar al enemigo y sin a agravar nuestras contradicciones con el campo de los imperialistas y sus aliados. Para evitar malos entendidos conviene aclarar que con este tipo de contradicciones con viviremos hasta la toma del poder y aún después, hasta el aniquilamiento definitivo de las fuerzas reaccionarias y su base social de sustentación”.
La caracterización del gobierno democrático
Como dijo Firmenich a García Márquez: “también el golpe formaba parte de la lucha interna en el movimiento peronista”. Por ello, Montoneros en todos sus documentos de la época insisten en caracterizar a la dirigencia política y sindical del peronismo como traidora y al gobierno como enemigo. Por lo tanto el golpe sería una continuidad de lo anterior pero sin la “fachada democratica”. En el boletín El Montonero Nº 6, de agosto de 1975, con la firma de Conducción Nacional se explicitaba:
“Vivimos una situación angustiosa caracterizada por una inflación superior al 200% anual, un crecimiento acelerado de la desocupación, el deterioro impresionante del salario real, la devaluación constante de nuestra moneda, el comienzo de un proceso de quiebras de pequeñas y medianas empresas, etc. Esta crisis económica se da en medio de una crisis política más angustiosa aún. En efecto, hoy en día no tenemos presidente, nadie gobierna ni nadie tiene autoridad moral para gobernar”.
“Nosotros venimos advirtiendo, sobre este drama que hoy padecemos, desde el 20 de junio de 1973. Ese día empezó la gran traición al pueblo y a los trabajadores peronistas”.
“Es sabido que para muestra basta un botón, y nosotros advertimos desde aquel día que aquella masacre era sólo el anticipo de lo que le sucedería al pueblo argentino, si no se rectificaban el rumbo, si no se lo echaba a López Rega y si no se impedía la candidatura de Isabel Martínez”.
“Se lo dijimos personalmente al General Perón, se lo dijimos multitudinariamente en reiteradas ocasiones, pero no tuvimos éxito. Perón se equivocó. No sólo se equivocó en no echarlo a López Rega, más se equivoca cuando prefirió pelearse con la mayoría del pueblo reunido en la plaza el 1º de mayo de 1974. Toda nuestra lucha por tratar de evitar la traición y recuperar el gobierno popular fue en vano. Así fue que tras la muerte del Gral. Perón, la traición copó total y definitivamente el gobierno”.
“Ante esta situación nosotros respondimos de la única forma posible: denunciamos el carácter antiperonista del gobierno de Isabel, dijimos que beneficiaba a la oligarquía y al imperialismo. Retornamos a la clandestinidad, les declaramos la guerra, reiniciamos la lucha armada e impulsamos todas las luchas obreras y populares”.
“En la madrugada del 24 de marzo la fuerza armadas derrocaron a Isabel y sus payasos”
En el Evita Montonera Nº 12 de marzo de 1976, se refieren al golpe. A diferencia del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) todo el análisis y discurso montonero esta teñido por el debate interno del peronismo, donde la organización intenta presentarse como los genuinos herederos y superadores de Perón. Pero más allá de eso, Montoneros y ERP coinciden en el análisis binario de que el golpe va a incentivar a las masas, a lanzarse a una guerra civil contra el régimen militar; guerra que seria conducida por las “vanguardias revolucionarias” . Incluso hay tratativas entre ambas organizaciones de fusionarse en una sola. Cuando en julio del 1976 Santucho muere resistiendo su detención, estaba por realizarse una reunión con Firmenich para tratar de coincidir en una organización única.
Dice el Evita Montonera N.º 12: “En la madrugada del 24 de marzo la fuerza armadas derrocaron a Isabel y sus payasos. El desenlace del Isabel de todas maneras, ya lo habíamos previsto hace tiempo, en el Evita Montonera N.º 11 y en el plan anual 1976 de Montoneros”.
“Los comandantes dan el golpe porque el gobierno era superado por la movilización popular y el enfrentamiento armado, especialmente al iniciarse la Tercera Campaña Militar de Montoneros.”
“Las Fuerzas Armadas enfrentan esta situación en el peor momento de su vida institucional. Todavía no se han terminado de recomponer de la derrota sufrida en 1973 y deben rehabilitarse luego de 20 años de fracasos (...). Tienen una ventaja: haber identificado al enemigo principal Montoneros, qué es la única alternativa de conducción de los trabajadores y el pueblo todo. Pero el pueblo también ha identificado a su enemigo, y ven en las Fuerzas Armadas, a los que llevan adelante una política a favor de los monopolios yankis con la represión”.
“Con este golpe termina una etapa y otra nueva se inicia. El justicialismo de la integración al sistema de la conciliación de clases, de la traición a los intereses del pueblo ha terminado”.
“Pero mucho mucho se equivocan los gorilas si creen haber destruido al peronismo todo lo contrario lo que se terminó fue la resaca. Este peronismo ahora además de saber porque y contra quién lucha sabe cómo luchar y con la conducción de Montoneros se convertirá en el pilar del Movimiento de Liberación Nacional”.
“Se abren perspectivas para incorporar nuevos sectores en la construcción de la retaguardia, la infraestructura y la logística del ejército y sus Milicias Montoneras. Ingresan a nuestro retaguardia sectores del campo popular y de la Nación que han visto cerrarse las perspectivas políticas electorales en el corto plazo y que quieren incorporarse a la resistencia”.
“Cuando el Frente de Liberación Nacional deje sin apoyo alguno al ejército cipayo, y hayamos avanzado en la edificación del Ejército Montonero y sus milicias, el enfrentamiento generalizado va a destruir esta carta de dependencia”.
Evidentemente, Firmenich y la conducción de Montoneros estaban midiendo muy mal la correlación de fuerzas, y su grave error político los precipitaba a una tragedia que nadie imaginaba.
Roberto Quieto condenado a muerte por traición.
En la misma revista Evita Montonera Nº 12, se exponía el “Juicio Revolucionario a Roberto Quieto” . Quieto era hasta diciembre de 1975 el número dos de Montoneros, pero además era considerado dentro de la organización, una especie de Che Guevara resucitado. Un cuadro político y militar muy superior a Firmenich. Quieto, contradiciendo una orden de él mismo, se junta con su familia legal en la playa “La Grande” de San Isidro, donde es detectado por la policía y secuestrado. Primero se inicia una gran campaña (incluso internacional) para pedir su libertad. Pero a los pocos días se suspende. Dos depósitos de armas son allanados y se supone que Quieto los delató.
Sus pares de la Conducción Nacional deciden someterlo a juicio revolucionario, que termina con la condena de “degradación y muerte”. En los argumentos de la condena puede leerse que para evitar daño a la organización, un militante ante la inminencia de detención las únicas opciones a seguir eran: “no entregarse vivo, resistir hasta escapar, o morir en el intento”. Y que “la tortura no es atenuante del delito de delación”. Sin saberlo, Montoneros estaba creando una herramienta que utilizada sistemáticamente por los militares, llevaría a su destrucción: cuando un militante era secuestrado sabía de antemano, que hablar o no en la tortura, tenía el mismo resultado: ser condenado por traidor, por su propia organización.
Luego de este hecho, se impuso portar una pastilla de cianuro, porque “la Organización” era superior a la propia vida, y la única forma de cuidarla, era suicidarse al momento de ser detenido. Un criterio de sacrificio extremo, que no tuvieron otras organizaciones guerrilleras del mundo. Pero, fueron adoptados casi naturalmente por la gran mayoría de sus militantes. Siempre hay que analizar los hechos dentro de su contexto histórico. Que Firmenich diga en 1977 “nos preparamos a soportar, en el primer año, un número de bajas humanas no inferiores a 1.500 unidades”.
Habla de jóvenes militantes como números, “bajas”, “unidades. Hoy suena espantoso, sobre todo para quienes tienen un familiar, o amigo cercano desaparecido. Pero, en esa época y en ese contexto, había un mandato sacrificial que inicialmente era “morir por el pueblo” , que se transformaba en “morir por la Orga” que supuestamente era la “vanguardia” del pueblo, y, el lenguaje del aniquilamiento o muerte del otro o propia, era casi natural.
Y como escribí otras veces, cuando la política se lleva al plano de la acción violenta, los errores políticos se pagan con vidas propias o ajenas. Y las organizaciones guerrilleras erraron en evaluar su correlación de fuerzas con los militares, pero además tuvieron que enfrentar algo que nunca sospecharon que podía suceder: un plan sistemático de terrorismo de estado con un nivel de impunidad y crueldad impensable en la historia de nuestro país.
(*) Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.