Gobierno de Salta
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Todavía hay poco escrito y analizado sobre el período de Isabel Perón. Para algunos el período de Isabel es equiparable a la dictadura que la saco del poder. Para los peronistas en general es una figura incomoda, todavía no procesada, por la mala prensa que se hizo de ella.

Por Aldo Duzdevich (*)

Antonio Cafiero un dirigente respetado por todos expresó: “Isabel tuvo que soportar cinco años de prisión, de humillaciones y maltrato de sus carceleros. (…) Creo que se ha maltratado por demás la figura de Isabel Perón (…) Esta a la vista que cometió desaciertos, pero fue digna y siempre exigió que se respetara la investidura presidencial... no dió un paso atrás aun en los momentos de mayor zozobra, lo que habla de su temple. Ella debió soportar durante su mandato un ambiente torturante: asesinatos, muertes, huelgas, conatos y ultimátum militares, pujas entre los distintos grupos partidarios, defección de compañeros, prensa adicta al golpismo, sin olvidar la grave situación económica y social. Sin embargo, Isabel no se sustrajo de la pelea diaria, del seguimiento de los temas de gobierno (…) En muchas ocasiones no supo discernir el error en las opiniones de algunos mediocres que estaban a su lado que la llevaron a cierto grado de aislamiento. (…) Como dirigente del Partido Justicialista guardo por Isabel especial afecto y reconocimiento por los difíciles momentos que tuvo que afrontar...”.

En los últimos dos meses el único sostén del gobierno eran las 62 Organizaciones de Lorenzo Miguel, el pequeño entorno de Isabel, algunos grupos sueltos de juventud y los maoistas del PCR. Balbín expresaba “si me piden soluciones, no las tengo”. La estrategia de la “fruta madura” había sido exitosa.

Los grupos peronistas que apoyaban el gobierno de Isabel

En el Movimiento Obrero coexistían dos posicionamientos, uno de la CGT (Casildo Herreras), un poco más alejado del gobierno y el segundo de las 62 Organizaciones (Lorenzo Miguel), que sostuvo a Isabel hasta el último minuto. Casildo Herreras, el día 23 de marzo desde Montevideo, dijo su famosa frase “Yo me borré”. En cambio, Lorenzo Miguel fue detenido y pasó cuatro años preso.

Excluyendo a Montoneros y su periferia, los demás grupos juveniles peronistas estaban apoyando con mayor o menor énfasis la continuidad de Isabel Perón.

Guardia de Hierro que formalmente se había disuelto en julio del 74, sus militantes con nuevos rótulos participaban de las Mesas de Trabajo de apoyo al gobierno, y la revista Hechos e Ideas en sus páginas proclamaba su “Lealtad a Isabel”. Guardia hasta el mismo 24 de marzo mantuvo irreductible su apoyo a Isabel y su gobierno.

El Frente Estudiantil Nacional FEN de Roberto “Pajarito” Grabois mantenía sus unidades básicas y también proclamaba verticalidad al gobierno.

Los Demetrios (Encuadramiento) de Juan Bardoneschi, ya en noviembre del 74 había proclamado su apoyo a la reelección de Isabel y competía con Guardia en quien era mas verticalista, aunque junto con el PCR, había sido el grupo mas golpeado por la AAA. Recordemos que en abril del 75 habían asesinado a sus tres dirigentes: Simón Sumovich, Daniel Federico y Demetrio Tarazzi; y en La Plata, en CNU (el 20-03-76), asesinó a Maximo Leonardo Agoglia.

Los militantes de la JP Lealtad (que habían roto con Montoneros) se habían desperdigado en distintos grupos y gran parte directamente se habían ido a su casa.

En abril del 74, Miguel Saiegh fundó la revista Movimiento. Según recuerda Hernan Patiño Mayer: “La revista intentó expresar el pensamiento de lo que después termina siendo, o trata de ser, la Lealtad: seguir leales a Perón sin caer en las posiciones de la derecha peronista. Yo recuerdo a Jose Luis Nell y el negro Moreno, venían mucho en la revista. Creo que también venían Horacio González, Renato Miari, Norberto Raffoul, Rodolfo Beltramini y otros. Ahora no había nada orgánico, eran coincidencias que expresábamos en la revista” .

A fin de septiembre de 1974 el editorial de Movimiento y las crónicas estaban dedicadas a la violencia paraestatal: “la violencia de ultraderecha y parapolicial... solo puede explicarse de dos formas: o por una feróz estupidéz o por la presencia directa de agentes del imperialismo”. Al día siguiente una poderosa bomba destruyo la redacción y fue el fin de la revista.

 

El actual embajador Alberto Iribarne militaba en un grupo de JP Lealtad: “En esa época, a pesar de que teníamos enormes críticas, intentamos defender el gobierno de Isabel hasta el final . Nos esperanzamos por la “primavera” que había habido con Cafiero, con el cambio de gabinete después de Rodrigo y la expulsión del Brujo. A principios del ‘76 sentíamos que todo se terminaba. Pese a eso, nosotros sosteníamos que había que llegar a las elecciones de Octubre del ‘76”.

Por otro lado estaba el grupo de los legisladores antiverticalistas entre ellos Julio Bárbaro, Nilda Garré, Nicolás Giménez (eran 24), que empujaban la destitución de Isabel vía Asamblea Legislativa, pero sus intenciones quedaban un poco desdibujadas por sus diálogos con Massera y la posición de Luder que no quería ser un “Bordaberry”, es decir un presidente títere de los militares.

En síntesis, la militancia peronista oscilaba entre declamaciones de “lealtad a Isabel” al “lleguemos como sea a las elecciones”, pero nadie estaba en ánimo y decisión de resistir el golpe.

 

La guerrilla veia con buenos ojos la caída del gobierno

 

El ERP en su revista Estrella Roja del 14 de marzo dirá: “Concretada la aventura golpista (…) nuevos y amplios sectores de nuestro pueblo pasaran a la resistencia activa armada (…) será la generalización de la guerra civil, tomando un carácter abierto”.

 

En la misma dirección se expresaba órgano oficial de Montoneros, el Evita Montonera: “El golpe sacó los milicos a la calle, lo que favorece nuestras posibilidades de hostigamiento y de recuperación de armas (…) Se abren perspectivas para incorporar nuevos sectores en construcción de la retaguardia (…) y cuando hayamos avanzado en las construcción del Ejercito Montonero y sus Milicias, el enfrentamiento generalizado destruirá esta carta de la dependencia” .

 

Para la guerrilla, el cambio del conflituado sistema democratico a una dictadura militar clarificaba el enfrentamiento y suponían (erróneamente) que las masas trabajadoras se iban a sumar a la lucha armada. El Che Guevara habia advertido en sus escritos que donde hubiese legalidad democratica no era conveniente lanzarse a la lucha armada.

 

La opinión pública y los diarios

En esos años no se hacían encuestas de opinión, pero tampoco era difícil percibir que el ánimo de la población estaba muy lejos de resistir en las calles el golpe militar.

En 1983 un sondeo realizado por la consultora Aresco, de Julio Aurelio, midió las expectativas que la población tenia en 1976 frente al golpe militar. Su resultado fue que el 86% de la sociedad reconocía distintos niveles de "alivio" al recordar el golpe de Estado del 24 de marzo. Sólo el 14% de los consultados habia rechazado la idea de un golpe militar, entre el 46% generaba entusiasmo y alivio, indiferencia para el 24% y desconfianza en el 16%.

 

Las tapas de los diarios anunciaban la inminencia del golpe. El 23/3 La Opinión titulaba en tapa “Una Argentina inerme ante la matanza”, “Mañana se cumplen 90 días de la apelación de Videla”. La 6ª de La Razón en tapa “Es inminente el final”, “Todo esta dicho”. Crónica en tapa “Movimientos de tropas”, “Casildo Herreras en Uruguay: Me borré”

 

El entonces joven funcionario del gobierno de Río Negro, Hugo Lastra, recuerda: "A fin de año 1975 en un brindis, uno de los mas allegados a Mario Franco nos dijo "este gobierno se cae, los militares sacan a Isabel, vayan poniendo todas las cosas en orden, tienen tiempo, en Enero y Febrero los generales estan de vacaciones con sus familias, pero a partir de marzo, en cualquier momento, esto sabemos que empieza pero no como termina, ordenen sus cosas y cuiden su familia". Por supuesto, la advertencia no salvo a varios de ellos -incluyendo al gobernador Franco- de ser detenidos a dispocision del Poder Ejecutivo Nacional.

Mientras en el Congreso los legisladores vaciaban sus despachos y pedían anticipos de dieta. En Casa Rosada, Lorenzo Miguel, Deolindo Bittel y Osvaldo Papaleo anunciaban “descorchen champán, hoy no hay golpe”.

Poco antes de la una de la madrugada del 24 de marzo, Isabel subía al helicóptero, y medio centenar de personas la vivaban en Plaza de Mayo. Esa misma Plaza de Mayo en la cual, apenas tres años antes, muchos miles de gargantas gritaban a los militares “se van, se van y nunca volverán”.

 

(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".