Gobierno de Salta
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Por Aldo Duzdevich (*)

A raíz de una nota sobre el caso de Augusto Conte Mac Donell, me escribió RV, una amiga del Facebook, para contarme un tipo de procedimiento que usaron ciertos grupos represivos, que me llamo mucho la atención, pues nunca lo había escuchado.

No es novedad que en las filas policiales existen mafias, que se benefician cobrando protección por actividades ilícitas como el juego, la prostitución y la droga. Y lamentablemente esto no es nuevo sino que en mayor o menor medida ha existido desde que se formaron los primeros cuerpos policiales.

La represión clandestina abrió como se dice hoy una “nueva oportunidad de negocios” para las fuerzas policiales y militares. El primero fue el dinero secuestrado a la guerrilla. Según el exjefe montonero Roberto Cirilo Perdía, entre 25 y 30 dirigentes de la organización fueron capturados con cantidades entre 20.000 y 50.000 dólares cada uno. Cuando se leen las crónicas de allanamientos se mencionan el hallazgo de armas y explosivos, pero casi nunca de dinero en efectivo. Hay que tener en cuenta que el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) a fines de 1974 había “recuperado” por secuestros de empresarios casi 21 millones de dólares. Y Montoneros cobró por el secuestro de los hermanos Born, 60 millones. Parte del dinero se gastó, otra parte salió al exterior, pero, como bien dice Perdía, gran parte estaba en las llamadas “casas operativas” de las organizaciones que la represión terminó detectando.

En los allanamientos había rapiña de muebles, joyas y objetos de valor. Y se calcula que cerca de 200 autos secuestrados fueron vendidos con nueva documentación falsa.

 

ESMA Sociedad Anónima

Quienes más perfeccionaron el sistema de robo fueron los marinos de la ESMA. En su testimonio en la Causa ESMA, Emilio Enrique Dellasoppa relata: “en enero de 1977, aproximadamente, se monta el esquema de la privatización de la represión en beneficio económico del grupo liberado por Massera. De este grupo formaban parte Chamorro, Acosta, Radice y Whamond, que eran las cabezas mas visibles. Si bien ya se saqueaban los bienes de las casas allanadas, a partir de este momento, se montó la operación inmobiliaria en sí, que constaba en apropiarse de las propiedades de los detenidos. Para esto se falsificaban gran cantidad de documentos. Incluso con dos prisioneros habían montado una oficina, una especie de escribanía clandestina dentro de la ESMA, ellos eran Federico Ramón Ibañez y Oscar Paz.

También relata Dellasoppa que en esas fechas habían caído los responsables de finanzas montoneras, Gasparini y Hernandez, quienes tenían información de dinero depositado en el exterior. “Lo que les interesaba a los oficiales de la ESMA era que Gasparini les diera la información para recuperar el dinero que tenía Montoneros en cuentas numeradas en el exterior. Había un conjunto de bancos de Andorra, Bélgica, y del Ducado de Lichtenstein, con cuentas numeradas. Recuerdo que la suma de dinero que surgía de esa documentación ascendía a unos veinteséis millones de dólares. A partir de allí surgió la necesidad de poder viajar a Europa con toda la documentación falsificada, inclusive con los nombres que habían abierto las cuentas no individualizadas. Un problema que existía era la dependencia de otras instituciones como el Ministerio del Interior y la Policía Federal, para la emisión de pasaportes y Cédulas de Identidad, porque esto facilitaba a otros grupos competidores el control o la posibilidad de acceder a la información sobre los movimientos de este grupo, entonces los documentos se falsificaban en un taller en la ESMA a cargo de Miguel Lauletta.

No esta claro cuanto dinero pudieron robar los marinos. Pero, la familia Massera quedó con varias empresas a su nombre. Por ejemplo el marino Ricardo Angel Cavallo alias “Serpico”, detenido en México en 1998, se había convertido en un importante empresario mexicano. Actualmente el juez Sebastian Casanello tiene bajo investigación un entramado de 14 sociedades todavía activas que esconderían los dineros sucios de la “ESMA Sociedad Anónima”.

 

Servicio de secuestros Policía Federal

Como dije antes, la represión ilegal y clandestina generó “nuevas oportunidades de negocios”. El más común y relatado por muchos familiares de desaparecidos fueron los pedidos de “rescates”; es decir pedidos de dinero para reintegrarle sus hijos secuestrados. Sabían que jugaban con la desesperación de los padres. Y distintas bandas, que tal vez ni siquiera eran los mismos que los tenían secuestrados, pedían grandes sumas de dinero (a veces el valor de un casa) con el engaño de que iban a devolverles sus hijos sanos y salvos.

Pero el caso que cuenta RV es mas siniestro todavía; porque se trataba de hijos que estaban en libertad y les ofrecían a sus padres la posibilidad de secuestrarlos para salvarles la vida llevándolos a Uruguay. Este es el relato de RV quien me pidió preservar su identidad.

“La historia comienza a fines de 1975. Con una compañera, Nora Frizman, estábamos haciendo una pintada de Montoneros -yo era menor de edad, creo que Nora también-, los muchachos de campana se confunden y nos levanta un Falcon a nosotras dos. Bueno, consabido paseo que prefiero olvidar... terminamos en la Comisaria 20. Ahí nos peinan, nos arreglan un poco... y llaman a nuestros viejos. Vienen el papa de Nora y mi papá, que por supuesto no se conocían. Hablan con el comisario, por separado y juntos, sobre que hacer con nosotras. El comisario dice que a las chicas “hay que encarrilarlas”, mi papá le explica “bueno no se que hacer... porque es muy rebelde...” Mi viejo le había dado antes una tarjeta de un comisario inspector, conocido suyo, que creo se llamaba Julio Goyos o Goyes, a quien mi padre conocía hacía años por una relación familiar. El comisario le dice: “Ahh... si Vd conoce a esta persona, pregúntele como hacer para buscarle una solución a lo de su hija”. Nos largan. Yo termino el colegio, pero obvio sigo militando”.

“Llega el golpe, le explico a mis viejos que no me busquen, que yo me voy a comunicar cuando pueda, etc… bueno lo que se hacía en esa época. A Nora -Tina- no la vuelvo a ver, ya que nos cambian de ámbito. Vivo con mi compañero hasta que lo secuestran, y en un momento del 77 salgo del país y reingreso en el 78”.

“Al finalizar la dictadura (83) mi papá me cuentan la otra parte de la historia. Mis viejos desde aquella “caída” en cana, y cuando fue el golpe, estaban muy asustados por mí, querían que yo me fuera del país, convencerme, hacer algo. Y entonces, como les había quedado resonando ese “consejo” del comisario de la 20, fueron a verlo al comisario amigo de la familia, a ver que se podía hacer. Los recibe en su despacho, todo muy bien… y les dice “miren, se esta haciendo algo que yo le puedo sugerir, pero lo único que te pido, es que si deciden hacerlo lo tiene que hablar conmigo para que yo lo organice, porque todo esto es un ambiente muy pesado…” “La idea es asi: Vds citan a su hija en un lugar (supuestamente cerca del puerto). Allí están dos personas más, van a tomar algo, y le dan una droga en la bebida que la deja boleada. De allí la suben al barco, y la pasan a Uruguay. Desde donde puede salir a Brasil o Europa. Parecía un plan simple y efectivo. Obviamente el operativo tenía un costo muy importante. El tipo remarcaba mucho: “si lo quieren hacer por su hija, solo por su hija, me lo dicen y yo lo organizo”. Mis viejos responden, bueno lo vamos a pensar, y se van”.

“Mi vieja fue a conversar con una vecina muy amiga cuyo hijo también militaba como yo, Marcelo Pardo “Lito”, con la idea de hacerlo con los dos juntos. Pensaban que era mejor si en Uruguay nos encontrábamos los dos, para no estar solos... que se yo. Pero bueno, después de pensarla mucho todos decidieron que no lo iban hacer. Mis viejos suponían que nunca los iba a perdonar, ese interferir en nuestras vidas... que se yo. Y le fueron a decir al comisario inspector que no lo iban a realizar. Allí, conversando, le preguntaron si el consideraba que fuera seguro o no. El tipo les dijo que debían tener cuidado porque había algunos grupos de la policía federal que estaban haciendo esto, que le cobraban a la familia, pero en Uruguay entregaban los chicos a los milicos. Y les contó de un caso puntual con nombre y apellido. Efectivamente, yo pude saber años después como fue el caso, y cómo los padres habían quedado destruidos habiendo entregado ellos a su hijo a los milicos, creyendo que lo iban a salvar sacándolo al Uruguay.”

Marcelo Pardo fue secuestrado el 9 de noviembre de 1976, y fue visto con vida en la ESMA. Nora Friszman fue secuestrada y desaparecida el 2 de diciembre de 1976, en la calle Lavalle al 2200; fue vista con vida en la ESMA. Cesar Augusto Baldini, pareja de RV fue secuestrado y desaparecido el 30 de noviembre de 1976 en la vía publica. RV siguió militando hasta 1979, sobrevivió, y hoy puede contar esta historia.

 

(*) Autor de "Salvados por Francisco" y "La Lealtad. Los montoneros que se quedaron con Perón".