Franco Hessling Herrera
El presidente demuestra un grado de sumisión y adulación propio del estereotipo de la “pick me girl”. A su vez, las y los adoradores de las ideas libertarias en Argentina replican esa actitud con el propio gatito mimoso del mandatario norteamericano. Orozco y Lemoine se disputan quién es la más “pick me girl” de Milei.
Esta semana se consumó finalmente el SWAP de monedas entre el Tesoro de los Estados Unidos y el Banco Central argentino. No significa un préstamo sino un intercambio de monedas, como el que se había acordado ya con el yuan chino y que se proyecta para dotar de reservas a las economías que enfrentan dificultades para acumularlas.
Claro, es una mecánica de disputa geopolítica para instalar qué moneda se consolidará como la más fuerte a partir de que el modelo mundial abandonó los patrones rígidos, desde la década del 70 del siglo pasado, y se convirtió en un régimen de flotación que incluye no sólo monedas nacionales sino también activos financieros como los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI.
El SWAP, en resumidas cuentas, es una mecánica para ofrecer confianza en la economía de países inestables, garantizándoles a los aportantes de reservas la proliferación de su moneda como reserva de valor. Esto último, por definición, es lo que históricamente ha determinado el patrón de las divisas en la economía mundial, por lo tanto, cuanto más países tengan sus reservas en dólares, más fuerte esa moneda como divisa, y lo mismo con cualquier otra moneda, como la china, la libra británica o el euro del Mercado Común Europeo. Es una de las maneras más directas de ofrecer compromisos monetarios y fortalecer una moneda como divisa, y por eso causa tantas disputas entre chinos y estadounidenses.
En esa disputa por el dominio económico mundial, los chinos dieron rienda suelta a muchos SWAP en las últimas décadas, abriendo paso a una mayor influencia de su moneda y economía en los destinos de los intercambios mundiales. Así logró consolidar el bloque BRICS, al que Argentina había sido aceptado tras largas gestiones y que el gobierno de Javier Milei rechazó en cuanto asumió la presidencia y su afrentosa actitud de gatito mimoso de Donald Trump. Frente a ello, Estados Unidos ha tenido que reaccionar ampliando su provisión de SWAP’s, herramienta que había sido reservada para muy honrosas ocasiones puesto que el patrón dólar nunca había necesitado fortalecerse, y la flotación de las últimas décadas igualmente había tenido al sello norteamericano como la moneda más fuerte.
Últimamente, en cambio, tanto el dólar, como le hegemonía comercial y los volúmenes de importación han puesto en cuestión el dominio económico norteamericano y, por lo tanto, un perrito faldero con el grado de aquiescencia de Milei es una oportunidad inmejorable para empezar a ordenar el backyard, que en las últimas décadas había estado en rebeldía contra el imperialismo yanqui y, por lo tanto, acercándose a los tentáculos del coloso chino. La versión de Argentina que han creado los libertarios es algo así como el estereotipo de personalidad que en las redes se ha dado en llamar la “pick me girl”. Es decir, aquella muchacha sin personalidad que lo único que hace es mimetizarse con quien admira y ocuparse todo el tiempo de demostrar su devoción, su similitud y su cercanía, para ser siempre elegida como la chica preferida. Digamos que es la mujer que seduce a través de la idolatría y la lisonja, buscando destacarse por ser la más sumisa, la más parecida al seducido y la más dispuesta a todo por él.
Pero, mientras que el SWAP no es un préstamo, no inyecta dólares a disponibilidad y no consiguió su cometido de domesticar la tendencia alcista del mercado cambiario argentino -lo que demuestra una desconfianza galopante en el programa económico del gobierno-, Trump consolidó esa mirada sobre que Milei y los libertarios son su “pick me girl”. Consultado sobre el acuerdo con Argentina, al que los Estados Unidos han presentado como un salvataje no como un tratado monetario estratégico, el presidente norteamericano apeló a su caracterización real sobre el estado rioplatense diciendo que Milei le cae bien -está alineado con él como un gatito mimoso- y que por eso va al rescate de un país que está al borde del desastre. Argentina necesita sobrevivir, dijo Trump, y admitió así que la estrategia de Milei -que ya gobierna hace dos años- es un fracaso absoluto y está causando catastróficos resultados en la población.
Ególatra como ha demostrado ser, Trump ayuda a su gatito mimoso por conveniencia y por que no va a resguardar a una “pick me girl” tan disciplinada con su performance. Sin embargo, el norteamericano tiene formas tan arbitrarias que hasta humilló a Zielinsky en vivo y podría hacerle un desplante a Milei de un momento a otro. Pero digamos algo a favor de Trump y su eventual infidelidad con Milei: la genuflexión del libertario es tanta que, hay que subrayarlo siguiendo la metáfora de la “pick me girl” y el saber popular, el argentino “está pidiendo a gritos ser gorreado”.
Revisemos qué ocurre en los Estados Unidos con Trump porque, como se ve, Milei tenderá a imitarlo cuanto pueda, en egolatría, delirios y misoginia, tanto como en mitomanía, xenofobia y macartismo, por sólo mencionar algunos rasgos. En el país anglosajón han venido proliferando en los últimos días manifestaciones muy concurridas en las que la consigna fue categórica: “No kings”. Es decir, se ven en la obligación de recordarles a Trump que los Estados Unidos son un país democrático, con instituciones de gobierno y administración estatal y que no están dispuestos a tolerar las bravatas de rey que viene desenvolviendo. El muchacho admirado por Milei es aborrecido por su pueblo, cada vez más seguido y con mayor número.
Por increíble que parezca, el modelo de la “pick me girl” se replica de modo vernáculo con el propio Milei. Hay muchos dirigentes que lo halagan desmerecidamente y buscan ganarse su favor obviando críticas y esforzándose por defender decisiones, declaraciones y posiciones que resultan indefendibles por el mal gusto, por las contradicciones lógicas y por el grado de aporías que implican. Sin embargo, dos destacan por la vehemencia caprichosa, por la venalidad infatua y por la importancia estética con la que encajan el perfil de “pick me girl”: la cosplayer Lilia Lemoine, agraciada con una banca en el Congreso de la Nación, y nuestro crédito local, Emilia Orozco, también agraciada con un escaño allí. En esta disputa doméstica entre Lemoine y la salteña no hay SWAP ni bonos, pero no se sabe si parte de las coimas en ANDIS o el auspicio a viajes al exterior, como el que hizo Orozco a Dubai, se ponen en juego. A voluntad del Javo esa parte, y de los argentinos en las urnas, lo más importante.

Antonio Marocco
Franco Hessling Herrera