marocco 2502 colAntonio Marocco

A esta semana la empecé en el corazón de Sudamérica, en el norte salteño, más precisamente en Orán. Ese lugar que desde Buenos Aires se ve tan lejos y que para Salta representa uno de los motores productivos para el desarrollo del Norte Grande. Fui invitado por los convencionales municipales para participar de una sesión especial en la que se empezó a debatir la nueva carta orgánica de la ciudad cabecera del departamento.

Estas convenciones municipales son una expresión de madurez democrática. La carta orgánica de cada municipio debe materializar los valores, las aspiraciones y los compromisos más profundos que comparten los vecinos de cada ciudad. La misión no es la de legislar sobre la coyuntura, crear ordenanzas ni establecer sanciones —atribuciones propias de los Concejos Deliberantes—, a sus parlamentarios les corresponde la tarea más trascendente: redactar el texto base que define la organización del poder de la ciudadanía y garantiza el pleno ejercicio de la democracia local.

Como antecedente, hace apenas cuatro años, la provincia de Salta decidió mirarse a sí misma y reformar su Constitución. Aquella fue una decisión profunda, nacida de la voluntad popular de limitar los mandatos, garantizar la alternancia, la periodicidad y un equilibrio del poder entre mandantes y mandatarios. En 2021, el pueblo salteño nos pidió poner fin a la permanencia eterna en el poder, y nosotros supimos escucharlo. Fue una reforma que interpretó el sentir social de una ciudadanía que quiso más participación, más transparencia, y un Estado compuesto de instituciones que no sirvan a otra cosa más que al bien común. Hoy le toca lo propio a cada uno de los 60 municipios.

En otro orden, me gustaría extender en esta columna el homenaje que le rendimos en el Senado provincial al doctor Ricardo Alonso. Un reconocimiento con la pretensión de decirle gracias. Por desentrañar las rocas, por leer los silencios del subsuelo, por transformar piedras y minerales en conocimiento. Como dice el Teuco Castilla y cita en su libro Geología Calchaquí: “La roca insurrecta alza todavía el alarido del fuego que la expulsó desde las entrañas de la tierra, cuyo eco dura en los ventisqueros y se duerme en los arenales lentos y rumorosos”. Gracias por cultivar mentes jóvenes, por guiar tesis, por sembrar curiosidad científica. Gracias, en suma, por mostrarnos con obstinación que la tierra cuenta su historia. Alguien tiene que escucharla, interpretarla, y enseñarla: Ricardo Alonso lo ha hecho con excelencia, y en esa entrega ha aportando al desarrollo del potencial salteño.

Para finalizar, el tema se impone y nos conmociona a todos. Quiero sumarme expresamente al pedido de esclarecimiento y justicia que está exclamando toda la sociedad en torno a la muerte del ex jefe policial Vicente Cordeyro. El gobernador Gustavo Sáenz ha sido muy claro y ha manifestado lo que piensan muchos salteños: "En otras ocasiones, cerraban en cinco horas, seis horas, el informe médico forense, cerraban el cajón y nos olvidábamos del tema, eso hoy todavía repercute en la memoria de muchísima gente”. Es valioso que la Justicia salteña haya creado una unidad especial de investigación y haya solicitado la colaboración de expertos de las fuerzas nacionales de seguridad: estos casos de tamaña complejidad ameritan el despliegue de todos los resortes del Estado para conocer y determinar la verdad de lo ocurrido y sus motivaciones.

Como dijo el gobernador, se tiene que llegar hasta las últimas consecuencias y que no quede ninguna sospecha que genere en la sociedad la agria sensación que provoca la impunidad: “En momentos en que las instituciones están tan golpeadas y vapuleadas y descreídas, es fundamental que la justicia, con certezas y despejando todo tipo de dudas, sobre todo para la familia y para la sociedad en su conjunto, llegue a conclusiones verdaderas y que no deje ningún tipo de cabo suelto ni ningún margen de dudas”.

 

Columna emitida por FM Aries.