04 20 caputobausiliPor Natalia Aguiar

El Gobierno de Javier Milei pudo sortear la primera semana tras levantar el cepo al dólar, por lo que superó las expectativas negativas al modificar el sistema cambiario del país, con un historial de fracasos al respecto.

El plan económico libertario está en una etapa distinta y dejó en claro las prioridades del Gobierno, para el hoy y a largo plazo.

Mientras el argentino clase media y trabajadora no llega a fin de mes, la economía se debate a gran escala. Pero el bolsillo duele. El lunes el dólar subió hasta $1.250 y eso parecía que coincidía con las expectativas del Fondo Monetario Internacional. En ese entorno se dieron a conocer las listas de precios de las principales aceiteras y empresas de productos masivos con subas de entre 9 y 10%, y en el campo ya estaban contentos porque preveían una suba en la rentabilidad.

Pero, el martes la proyección se dio vueltas y el dólar bajó a $1160, por lo que se instalaba la baja y persistía el discurso oficial de que el dólar llegase a una franja de $1.000. Una realidad distinta, ya que el campo empezaba a renegar y los supermercados rechazaron las listas de precios altísimos que habían recibido. Claro, tras una rápida intervención del Gobierno.

 

¿Qué dicen los economistas?

Que se frenaron los pases activos, procedimiento que rige en el Banco Central para inyectar liquidez en el mercado, lo que se hace a través de préstamos de corto plazo a los bancos. El Central también emitió una resolución por la que flexibilizó la entrada de capitales del exterior, lo cual actuó como una señal de bienvenida a los dólares de afuera. Y los importadores frenaron ante la fuerte liquidación, al preverse la salida del crawling peg. Si se analiza además que el lunes hubo mucha compra minorista por el nuevo sistema que después se fue desvaneciendo porque no había tantos pesos excedentes, se puede hacer un análisis de la tendencia cambiaria.

El Gobierno no está dispuesto a resignar su objetivo que es bajar la inflación. Pese a la liberación cambiaria, los índices de las consultoras privadas tienden a ubicarla en 4 al 5% para abril y mayo. Milei es consciente de que está en juego su legitimación social y su triunfo electoral. Por esa razón no dudaron en frenar las subas, teléfono mediante. Pablo Lavigne, secretario de Comercio, llamó a la Cámara Argentina de Supermercados para que no aprobaran los nuevos aumentos. Las cadenas hace mucho tiempo ven caídas en las ventas de los consumidores. Habrá modificaciones en los precios, pero no era éste el momento.

Hubo un compromiso de todos los integrantes de la cadena de consumo para analizar los costos y el real impacto del nuevo dólar en los productos, hasta llegar a las casas de los argentinos. El Gobierno sostiene que, ante el nuevo panorama, hay ciertas ganancias en los industriales que son excesivas.

 

Una devaluación “petit”

Guillermo Francos reconoció la devaluación y el traslado a precios pero dijo que "Fue pequeñita". Estas declaraciones fueron para contestarle a la ex presidenta Cristina Kirchner, pero terminó dándole la razón, ya que reconoció que hubo un salto en los precios tras la quita parcial del cepo al dólar.

"La realidad es que el dólar se mantuvo, prácticamente, en los mismos valores que ya tenía el oficial. Si hubo una devaluación, fue muy pequeñita. Así como pudo haber una devaluación del peso, en todo momento puede haber una sobrevaluación, ¿no?", sostuvo Francos en una entrevista con Radio Mitre.

Francos aclaró que la devalución se dio "porque el dólar está sujeto a la libertad, a la libre oferta y demanda de la moneda extranjera, como los demás productos". "Los argentinos estamos acostumbrados a juzgar la economía por los vaivenes del dólar... Ninguna de esas cosas se confirmó. Pero sí confirmamos otras cosas. Cuando los productores de alimentos quisieron vender con 10 % de aumento, los argentinos dijeron 'No, hasta acá llegaste, con ese precio no te compro'. Y los productores tuvieron que recalcular y sujetarse a las posibilidades del mercado", aclaró. Además, señaló que "cuando les llegaron los precios con aumentos a las grandes cadenas de comercialización, les dijeron “Pará, flaco, no podes aumentar el 10% así nomás: el dólar no aumentó; no me vengas a cargar a mí por lo que vos pensás que tiene que valer el dólar o lo que Cristina cree que tiene que valer el dólar, que dijo un 30%".

En todo este panorama prevalece el objetivo del Gobierno que es la reestructuración de un sistema productivo acostumbrado a operar en un entorno de desequilibrios macroeconómicos, alta inflación, restricciones y tipo de cambio ficticio. En el Gobierno aseguran que para Milei el programa es “reconversión o muerte”, pero el problema es que la reconversión lleva tiempo, y la muerte de ciertos sectores industriales representaría para la gestión libertaria desempleo, recesión, crisis, carencia de consumo, desestabilización.

El campo está alerta porque esperaba otros resultados, sobre todo tras el encuentro, el martes pasado, entre los funcionarios Juan Pazo de ARCA, Vladimir Werning y Federico Furiase, del Banco central, con los principales representantes del sector agroexportador. El objetio de la reunión fue explicarles los pasos a seguir por parte del Gobierno: sostuvieron los funcionarios que como primera medida impulsarán que el dólar baje al piso de la banda, por lo que el valor de $1.150 no llegó para quedarse. Los funcionarios sostuvieron que el Gobierno no está necesitado de dólares y que no necesitan más reservas porque consideran tener cumplido el objetivo con el FMI de US$4.000 millones para junio, con el aporte de los organismos internacionales, además de esperar flujos financieros del exterior.

Aclararon al campo que no extenderán la baja de las retenciones posterior a la fecha fijada del 30 de junio porque comprometerían las metas fiscales. La lectura que hicieron los representantes del campo fue que “liquiden ahora y hagan carry trade, porque puede ser malo el panorama a futuro”. Es que el campo esperaba mayores esperanzas. Estimaban que la salida del cepo los beneficiara con mayor claridad, ante la baja de los precios internacionales de las materias primas.

Ahora plantean la posibilidad de alteraciones en la cadena de pagos y de eventuales quiebras. Ya se analiza una crisis del sector al vencimiento del plazo de las retenciones y cuando la campaña electoral esté en su máximo esplendor. Otros representantes del campo creen que los productores deberán liquidar las exportaciones lentamente, pero que la mayor crisis se notará en la próxima cosecha. Será un camino sinuoso. Como casi siempre en Argentina. El campo perdió la fe en Milei.

 

Bipolar

En tanto, la economía argentina divaga por momentos y se muestra “bipolar”, ante la búsqueda de la estabilidad tan deseada. Los expertos explican que la inflación minorista de marzo de 3,7% fue 1,3% más alta que la de febrero, pero al diferenciar los rubros de servicios y productos se detalla que la mayor suba se dio por los costos de la carne y alimentos estacionales. Ese mes la inflación mayorista dio 1,5%.

Según datos de la consultora Scentia, el consumo masivo tuvo en marzo, un retroceso de 5,4% respecto del mismo mes de 2024, porque la gente tomó a mal el impacto del ajuste. Pero al mismo tiempo la venta de bienes durables se potenció fuertemente por la apertura de acceso al crédito.

 

Una nueva economía

Además del clima electoral que empieza a percibirse en el país, y encontrará su punto de máxima ebullición en la ciudad de Buenos Aires, el tema económico es un gran condicionante para el Gobierno. Ahora la economía se presenta más laxa ante la liberación de restricciones, pero con ciertos cuidados para evitar problemáticas sociales. Es decir que se está construyendo una economía que debe considerar al empresario, al productor de campo, a los ciudadanos, a los industriales, a los trabajadores, a los que menos tienen, a los consumidores, a los argentinos en su totalidad, en todos sus estratos y conformación.

¿Cuál será el tipo de cambio que favorezca a la Argentina? ¿Cuál será el tipo de cambio que le permita estar en el mercado global con competencia activa? ¿Cuál será el tipo de cambio que no descuide y considere el bienestar del consumo interno? ¿Cuál será aquel que considere al vulnerable, al que menos tiene, al que quiere trascender socialmente, al que quiere crecer? ¿Se logrará un tipo de cambio que equilibre? Que así sea. Los argentinos demandan estabilidad. Que no sean “pequeñitas” las posibilidades de los argentinos.

 

Estamos ante una economía cambiante todo el tiempo, con indicadores mareados, lo que podría explicarse como un proceso de transformación que se disputa entre una recuperación rápida, activación de la producción o la recesión y estancamiento productivo.