Por Natalia Aguiar
El plan económico que lidera Javier Milei y su equipo, son el eje de los logros durante este primer año, aunque el costo lo asumieron los argentinos. El éxito se centra en mantener déficit cero en el ámbito de la macro economía. Falta aún lograr estabilidad y que los argentinos recuperen la capacidad de consumo y la calidad de vida.
Además, el gobierno de Javier Milei cierra el año con un ajuste equivalente a 5% del Producto Bruto Interno. Un resultado muy poco probable para la mayoría de los especialistas. Según los datos, hasta noviembre el ajuste sobre el sector público fue del 3,7% del PBI. La recuperación para 2025 será muy diversa, por sectores económicos, geografías y sectores sociales.
La hecatombe económica que dejó el anterior gobierno de Alberto Fernández fue brutal y todo encaminaba a una superinflación. Por ello, para los economistas afines a Milei, el atacar de raíz la cuestión monetaria e inflacionaria y el déficit fiscal, permitió revertir ese proceso y bajar fuertemente la inflación.
Claro que Milei asumió un alto costo político inicial, no solo por los fuertes recortes al gasto público, sino porque liberó una serie de precios y costos que el gobierno anterior mantenía controlados, incluyendo entre muchos otros “Precios cuidados”, la nafta y el tipo de cambio, más las tarifas de servicios públicos. Para bien de todos, la inflación, que alcanzó la cifra sideral de 211,4% en 2023, se encamina a finalizar 2024 en el 119%, con tasas en el margen de entre 2% y 3% mensual. Para 2025, se proyecta una inflación de 28,1%.
No enfrentamos hasta ahora ni default, ni corralitos financieros, ni ruptura de contratos, o planes como el Bonex, como en otras situaciones históricas del país. Otro beneficio de este plan es que la actividad económica comenzó a crecer a partir del segundo semestre. Una cuestión que no era ni si quiera pensada tras los ajustes fuertes entre agosto de 2023 y abril de 2024, sumado al receso que fue muy fuerte y se extiende hasta la actualidad.
Sorpresivamente, la estabilización comenzó en el segundo trimestre y fue a causa del sector agrícola, porque mejoró el clima, la cosecha de maíz y la de soja fueron buenas. Fue a partir de julio que la reactivación se extendió a otros sectores. Y aquí se destaca la expansión del crédito que estaba totalmente paralizado, la industria automotriz y una mínima reactivación en construcciones privadas.
Coinciden muchos especialistas en que Alberto Fernández tenía la estrategia de imprimir billetes y más billetes para solventar las deudas, y el Banco Central (BCRA) imprimía sin cesar por varios puntos del PBI anual, para hacer frente al terrible déficit fiscal. Por otro lado, para sacar parte de esos pesos del mercado, el BCRA emitía las famosas Leliq, y se las vendía a los bancos a cambio de pesos. Esto generaba que los bancos concentraban los depósitos que captaban de sus clientes, los invertían en Leliq y en bonos del gobierno. Al eliminarse el déficit fiscal, la situación cambió radicalmente y los bancos cumplieron finalmente su función de ser bancos al captar depósitos y prestar a los privados, por lo que la economía empezó a activarse, lentamente, pero se activó. Ahora falta que la gente, el ciudadano trabajador, pueda disfrutar de estas mieles de las que aún parece estar muy lejos.
El plan de Milei dio un giro de 180 grados al déficit comercial, en gran parte por la buena cosecha y al poder revertir el déficit energético. Aunque la brusca devaluación inicial que tuvo fuertes consecuencias y golpeó las importaciones.
Según datos concretos, en los diez primeros meses de 2024 la Argentina tuvo un superávit comercial de US$15.942 millones, en comparación con un déficit de US$7387 millones en el 2023. Esta situación posibilitó que el BCRA pudiera adquirir o comprar US$18.708 millones en el mercado y acumular US$8775 millones de reservas internacionales.
El objetivo para el segundo año de gobierno será que la economía crezca durante el 2025, se estabilicen algunos valores y la tasa de inflación baje y baje aún más.
Tras el fuerte ajuste fiscal de 5 puntos del PBI en 2024, no debería haber otro ajuste en 2025. El Gobierno no aumentará demasiado las tarifas en un año electoral, tampoco come vidrio. Las provincias que ajustaron sus arcas como nunca esperan poder expandir los gastos el próximo año. Se espera que la inversión sea productiva con el RIGI y con Vaca Muerta: Las exportaciones tendrían buenas expectativas por el aumento de exportaciones de petróleo y de litio, entre otros recursos naturales propios del país.
La estabilización y reactivación económica será diversa de acuerdo al sector y ante la estabilización del dólar respecto del peso, el rubro que más se desarrolla y crece es el de bienes perdurables, como es el caso de la venta de automóviles. Existen otros sectores más limitados o cuyo crecimiento será muy lento ya que si bien aumentaron los ingresos, también aumentaron los servicios de luz, el gas, la nafta, transporte, el impuesto a las Ganancias y muchos otros, que reduce la capacidad de disponibilidad de los salarios o ingresos.
Los economistas esperan que los sectores de la economía en auge sean minería, gas y petróleo. Mientras que los sectores del campo y la construcción verán un incremento en 2025 pero de manera escalonada y lenta. Sectores de turismo y manufactura enfrentan al problema que genera un peso fuerte. En los últimos cuatro meses, el flujo de turistas al exterior subió un 35,2% interanual en promedio, mientras que el flujo de turistas internacionales arribando a la Argentina decayó en un 28,7% interanual. El cierre de la brecha cambiaria y la eliminación del impuesto PAIS en enero (30% en el caso de los gastos en el exterior) van a exacerbar esta tendencia. Además, con el real cerca de 6 por dólar y el peso uruguayo acercándose a 45 por dólar, este verano va a ser un escándalo. La gente está viajando a Chile y Paraguay para hacer compras y piensan en vacacionar en Brasil, Chile y Uruguay por los excesivos costos en las playas argentinas. Falta motorizar varios sectores, ya que si bien la economía se está activando de a poco, paso a paso, los productores locales enfrentan casi los mismos impuestos y regulaciones laborales que en el pasado, a lo que debe agregarse las consecuencias de un peso argentino caro.
¿Estaremos ante un peso fuerte y estable? De ser así, las empresas de la construcción como las manufactureras deberán organizarse de otra forma, como aumentar la productividad, lograr mayor inversión y mermar la cantidad de empleados, importar en vez de producir.
Así pues, en el camino a las elecciones legislativas de octubre de 2025, el crecimiento económico continuará fuerte, con consumo de bienes durables, porque sale más barato cambiar el auto que ir al supermercado.
A todos estos destellos de éxito en tablas de Excel, la gente, los ciudadanos y sobre todo los jubilados sufren esta transición de manera inhumana. Infobae publica un informe espeluznante: “Uno de cada tres jubilados son pobres en Argentina”. O sea que más de medio millón de jubilados cayó en la pobreza durante la primera mitad del 2024. Pero todas estos planes económicos exitosos tienen su lado B. Se trata de los jubilados y los niños, ya que el 66,1% de los niños de la Argentina viven en la pobreza y el 27% son indigentes. Más de seis de cada diez niños son pobres en la Argentina, según un informe de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) correspondiente al primer semestre de 2024.
Durante el último año, la incidencia de la pobreza dentro de los jubilados creció más del doble, con el registro de 17,6 puntos porcentuales ya que pasó del 13,2% en el primer semestre de 2023 al 30,8% en el primer semestre de 2024. El estudio “Pobreza e Indigencia”, fue realizado por los investigadores Eduardo Chávez Molina (Instituto Gino Germani, UBA- Universidad de Mar del Plata), José Rodríguez de la Fuente (CONICET-Instituto Gino Germani) y Mariana Sosa (CONICET).
Muchos fuegos artificiales pero el costo para los argentinos ha sido y es altísimo. Pobreza, indiferencia, falta de humanidad, falta de empatía y consideración con los más vulnerables: los niños y los ancianos.
La gente está muy cansada y votará con la posibilidad cierta o no de llenar el changuito del supermercado. En las próximas elecciones además del debate institucional, no debemos olvidar el moral, el humano.