abelcornejoPor Abel Cornejo

El 1 de julio se cumplió medio siglo de la desaparición física de Juan Domingo Perón, posiblemente el líder carismático más importante que tuvo la historia argentina y quien también despertó vientos y tempestades en torno a su figura. La división entre peronismo y antiperonismo hizo estragos en la construcción definitiva del país y la brutalidad de los enconos alcanzó límites paroxísticos.

Desde el punto de vista de la historia política, Perón, sin duda, es una figura fascinante como pocas. Supuestamente hijo extramatrimonial de Mario Tomás Perón y Juana Salvadora Sosa, dicha condición era un impedimento para ingresar al Colegio Militar de la Nación, pese a lo cual, por influencia de su padre, que era un oficial de justicia de la provincia de Buenos Aires, logró ser admitido y que lo reconociera como hijo. Desde joven el cadete Perón se destacó por la práctica de deportes, por las lecturas sobre táctica y estrategia militar - que las utilizaría durante toda su vida – y sobre historia, disciplina de la cual alcanzó una envidiable formación y solvencia. De trato afable y campechano y un físico privilegiado, fue ascendiendo en su carrera con no pocos obstáculos, se casó por primera vez con Aurelia Tizón, a quien apodaban “Potota”, de la cual enviudó.

Estuvo destinado en Italia y Chile y una de sus habilidades fue la de convertirse en un eximio esquiador. De allí que el Regimiento de Infantería de Esquiadores del Ejército con asiento en San Carlos de Bariloche, lleve su nombre. El año de 1942 fue aciago para la política argentina, porque en ese lapso murieron Agustín P. Justo, Marcelo T. de Alvear y Roberto Marcelino Ortiz, a la sazón presidente de la República en uso de licencia por enfermedad, víctima de una diabetes que finalmente lo llevó a la tumba. Fue el año en que murieron tres presidentes y se ocasionó una suerte de vacío de poder, que desencadenó el golpe militar del 4 de junio de 1943.

El tercer presidente de esta asonada fue el general Edelmiro J. Farrel quien encumbró a Perón como vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión. Desde esta última oficina, el futuro líder justicialista, desplegó toda su astucia para implementar políticas sociales, lo que le valió el rápido reconocimiento del movimiento obrero argentino, para quien comenzó a asomar como su líder indiscutido. Llevado a prisión a la isla de Martín García, fue liberado la noche del 17 de octubre de 1945, día en que se produjo una de las manifestaciones populares más importantes de la historia argentina. Había nacido un nuevo movimiento popular para los tiempos.

Es muy ilustrativo sobre este momento crítico de la historia nacional el libro El 45 de Félix Luna y particularmente el capítulo titulado “El huracán de la historia” que describe con maestría los prolegómenos del advenimiento del peronismo. Luego de una campaña electoral en la que se debatió como nunca antes la pertenencia nacional por una parte y el sostenimiento de la democracia por otra, popularizándose la fórmula “Braden o Perón”, por la polémica que tuvo el líder argentino con el embajador de los EE.UU Spruille Braden, en la elección más reñida de su vida política celebrada el 24 de febrero de 1946, obtuvo el 53% de los votos integrando la fórmula el radical Jazmín Hortensio Quijano.

Acompañado en su liderazgo por la irrupción de su segunda esposa María Eva Duarte, convertida por entones en la abanderada de los humildes. Perón alcanzó una inusitada popularidad, reformó la Constitución Nacional en 1949, lo que le permitió ser reelecto en 1952, a la par que desplegó un programa en el que se afianzaron los derechos sociales, el voto de la mujer, más una fuerte propensión hacia la industrialización. Fue derrocado el 16 de septiembre de 1955 y comenzó un exilio de 18 años, que incluyó estadías en Paraguay, Venezuela, Santo Domingo, Panamá, hasta que finalmente fue admitido en España, donde construyó la mítica residencia 17 de octubre en el barrio madrileño de Puerta de Hierro, que desde entonces pasó a convertirse en una suerte de meca política.

Después de algunos intentos de sus partidarios por repatriarlo, volvió por primera vez el 17 de noviembre de 1972 y en esa estadía se reunió con su viejo adversario Ricardo Balbín, con quien se confundió en un abrazo y zanjó antiguas diferencias. Llegó a hablarse incluso de una fórmula presidencial Perón - Balbín como forma de pacificar un país atravesado por la violencia política. Murió a las 13.10 hs del 1° de julio de 1974 y sus funerales tuvieron carácter multitudinario. Balbín en nombre de los partidos políticos habló ante su féretro, pronunciando una frase que lo inmortalizaría: “este viejo adversario, despide a un amigo”. La muerte de Perón agudizó la violencia política y su viuda y sucesora en el mando, María Estela Martínez Cartas, fue asediada desde el instante en que asumió el poder, para ser derrocada y apresada durante cinco años, sin proceso judicial alguno, el 24 de marzo de 1976.

Desde entonces hasta ahora, distintos dirigentes intentaron ungirse como los herederos de Perón, y la figura del líder justicialista continuó alcanzando niveles devocionales pocas veces vistos en la historia política americana, al punto que una vieja anécdota señalaba que: quien tiene la foto de Perón, gana la elección. Tal vez haya llegado la hora, de que el fundador del justicialismo ocupe el sitial que la historia le deparó y cincuenta años después de su muerte, como ningún otro político argentino, salga de la lucha agonal cotidiana y ocupe el lugar que la historia le tiene reservado.