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Argentina enfrenta la ultima etapa del año y los problemas, aunque se quieran evitar, resulta imposible, porque el sol no se puede tapar con un dedo.

Por Natalia Aguiar

El humor de la gente se refleja en las caras y eso se puede ver bien claro en la ciudad de Buenos Aires, termómetro de la situación económica y política del país. Sus calles repletas de gente con caras de preocupación y apuro, no llegar a fin de mes, vivir en medio de la gran urbe presa de marchas y contramarchas que impiden el paso de los transeúntes y vehículos. Una ciudad triste, su gente estresada y abrumada, dicho esto por turistas y visitantes que disfrutan la cultura y arquitectura de la ciudad pero no dejan de destacar el humor de la gente que se refleja en esos rostros firmes, sin expresión, no importa la edad.

Las calles de la ciudad de Buenos Aires se ven sucias, desmejoradas, y con protestas de diferentes tintes políticos que generan un total malhumor de la población trabajadora, aquella que no recibe planes sociales, la que debe salir a trabajar cada día.

Es un clásico que al llegar fin de año, los últimos días de noviembre, los planeros quieren más, los gremios piden aumentos, los sindicatos no se quedan atrás, y hasta los judiciales y bancarios aprovechan la voleada para pedir lo suyo.

Alberto pelea por su salud y no es para menos, pero podría haber reaccionado antes y patear el tablero. No lo hizo y ahora las muestras de su accionar. Terminó siendo el enemigo del Gobierno en su propio Gobierno.

Alberto Fernández y Sergio Massa almorzaron el viernes en Hacienda ante una tensa situación cambiaria y el nuevo dólar soja. Esta reunión fue una forma de Alberto de retomar su agenda tras los problemas de salud y entre las preocupaciones propias de fin de año, es otorgar un bono a los trabajadores en relación de dependencia. En el Gobierno lo analizan pero Cristina presiona.

Días atrás, la vicepresidenta pidió en el plenario de delegados de la Unión Obrera Metalúrgica en Pilar otorgar ese bono, y redobló la apuesta al conceder la cifra de $30.000 en ese concepto a los trabajadores del Congreso.

En tanto Alberto, tras reunirse con el secretario general de la CGT, Héctor Daer, dijo en redes que “Conversaron sobre la situación gremial de las y los trabajadores de nuestro país, la evolución de las paritarias y de qué modo culminar el año salarialmente”.

 

La economía en Massa

Como acostumbra Sergio Massa, sus bombas, platillos y fuegos artificiales sólo le fueron suficiente para montar una puesta en escena, porque no hubo estrategias, ni plan serio, y mucho menos resultados. La semana pasada fue récord en la devaluación de la moneda argentina. El plan Massa se basó en tratar de mantener buen vínculo con el Fondo Monetario Internacional, generar noticias, imágenes en los medios y crear tantos tipos de dólares como figuritas en el álbum del mundial. Ahora se focaliza en el dólar soja y obstaculiza el trabajo de las empresas que necesitan dólares para comprar insumos importados. Logró una calma en el mercado pero paralizó la economía ante la ausencia de insumos y productos. Muchas empresas analizan irse del país para poder seguir adelante con reglas claras, con una moneda seria, con seguridad institucional y jurídica. La inflación es tal que los precios de los productos en las góndolas de los supermercados no tienen techo.

Massa está desbordado y ya no reconoce límites. Decidió no gastar dólares para adquirir insumos con el fin de mantenerlos en las arcas del Banco Central, pero a la par creó una sistema de adquisición de dólares ilegal, injusta, arbitraria. Utiliza el dólar insumo para presionar a los empresarios e industriales, a quienes obliga a mantener precios o congelarlos a cambio de adquirir dólares cuando necesiten. Si eso no es extorsión…

Massa se ha convertido en el controlador de precios a garrote, sin estrategia técnica, a golpe de presiones, a la vieja usanza del kirchnerismo, con Guillermo Moreno.

Massa está haciendo algunos de los ajustes económicos que pretendía hacer Martín Guzmán, exministro de Economía, pero éste carecía del respaldo político para llevarlo a cabo, y le cortaron las alas. Sergio Massa está jugando con bolas de fuego, la inflación se convirtió en una pandemia mortal para la economía. A los argentinos les preocupa el constante aumento inflacionario y los temores de una devaluación inminente.

Sin embargo, los funcionarios parecen mirar hacia otro lado. Hace unos días, la ministra de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina, Raquel “Kelly'” Olmos, ante la pregunta si prefería bajar la inflación o ganar el mundial dijo: "Después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina" y luego debió pedir disculpas por el exabrupto. En sus redes explicó “Sucede que no existe como «opción» esa «opción»: uno es un objetivo a 30 días, siete partidos, respecto del mundial, y el otro es una tarea compleja a un plazo mucho más largo. Pero eso no significa que habrá pausas en ese trabajo de todo el Gobierno durante el Mundial”, aseguró la funcionaria en un comunicado. Es obvio que no lo dije con la claridad con la que lo pienso”, agregó tras pedir las disculpas obligadas del caso.

 

Cristina versus Justicia

La vicepresidenta tiene una obsesión, la impunidad, y para ello está dispuesta a lo que sea. Aunque ahora la Corte se reveló y explicó que no le tomará juramento a los senadores que representarán a la Cámara Alta en el Consejo de la Magistratura, hasta tanto se aclare el panorama y los mismos senadores resuelvan quienes asumirán ese rol en un cuerpo colegiado durante cuatro años. Recordemos que Cristina de manera ilegal, por supuesto, desdobló el bloque peronista y obtuvo en vez de un representante, dos. Eso está bajo estudio en la justicia, mientras la Corte ya resolvió la inconstitucionalidad de la reforma de la Magistratura allá por 2006, basada en un proyecto de su autoría. Una modificación de la letra legal, como si se tratara de un traje hecho a medida y semejanza.

La Corte le pone frenos a Cristina, se anima a decirle no a su jugada de sacarle un representante a la oposición. Lo que los jueces denominaron “ardid”, “engaño”. Era algo muy, pero muy obvio para que los ministros de la Corte lo dejaran pasar. Si analizamos a fondo, no a esta Corte, pero sí a los anteriores ministros, veremos que permitieron el funcionamiento de un Consejo inconstitucional desde el 2006 a la fecha y con un agravante más, la misma Corte a través de la Acordada número 11 del año 2011, le quita las facultades a la Magistratura de administrar los fondos públicos de la Justicia nacional y federal de todo el país, en contra de la letra constitucional. O sea los mismos jueces que deben garantizar nuestros derechos y el cumplimiento de la ley, vulneró la letra constitucional y violó todas las normas. Bueno, Cristina ahora hace lo mismo. Está dispuesta a todo para lograr salir ilesa del señalamiento judicial. Alabados los jueces que hacen cumplir la ley y no aquellos que fueron cómplices de la corruptela kirchnerista.

Massa pelea contra él mismo y su incapacidad. Cristina manotea la Justicia y pretende deslegitimarla, mientras Alberto sobrevive a las cuestiones de salud y la crisis institucional, política y económica. Que país más inestable. Mantiene las esperanzas sólo en los jugadores del Mundial, a quienes admiran y festejan como dioses ya que la esperanza real se perdió, la gente se aferra a la ilusión futbolera. A algo hay que aferrarse. Un país triste que busca una sonrisa.