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La muerte del Papa Francisco marcó el fin de un pontificado caracterizado por su enfoque progresista y sus esfuerzos por acercar la Iglesia Católica a la modernidad.

Con una salud cada vez más frágil en los últimos años, las preguntas sobre su sucesión llevan tiempo debatiéndose y ahora el mundo espera con ansiedad quién ocupará su lugar en la Santa Sede. La elección de su sucesor recaerá en el Cónclave Papal, compuesto por los cardenales menores de 80 años, quienes se reunirán en la Capilla Sixtina para decidir el futuro de la Iglesia.

La incógnita no es solo quién será el próximo Papa, sino qué dirección tomará la Iglesia. Los posibles sucesores varían considerablemente en su enfoque teológico, político y pastoral, lo que hace que el proceso sea aún más intrigante.

Con 70 años, el Cardenal Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, es uno de los favoritos para suceder al Papa. El italiano, con una larga trayectoria en el ámbito diplomático, Parolin es considerado un moderado. A pesar de su cercanía al poder, demostró ser un hombre de consenso, buscando soluciones diplomáticas en lugar de imponer ideologías. Su perfil lo posiciona como una figura estable y respetada, con capacidad para unir a los sectores más diversos de la Iglesia.

El cardenal húngaro Peter Erdö es conocido por sus posturas conservadoras, especialmente en lo relacionado con el matrimonio y los derechos de las personas LGBTQ+. Con 72 años, ha sido una voz importante en la Iglesia Católica europea como presidente sel Consejo de Conferencias Episcopales de Europa.

El filipino Luis Antonio Tagle es otro de los grandes nombres en la lista de sucesores. A sus 67 años, es el primer cardenal de Filipinas y, de ser elegido, se convertiría en el primer Papa asiático. Tagle es conocido por sus posturas progresistas y su enfoque pastoral inclusivo. En el pasado, ha criticado la actitud de la Iglesia hacia las personas divorciadas y las comunidades LGBTQ+, y abogó por una mayor acogida. Pentin advierte que su perfil podría representar una continuación de las políticas de Francisco, buscando abrir la Iglesia a los desafíos contemporáneos.

El italiano Matteo Zuppi, considerado un cercano aliado de Francisco, también es un fuerte candidato. A sus 69 años, Zuppi ha mostrado un enfoque ecuménico y ha sido muy activo en la diplomacia internacional, incluso participando en misiones de paz. Es un defensor del diálogo con las comunidades LGBTQ+ y de una Iglesia más abierta y menos dogmática. La cercanía con el Papa saliente podría facilitar su elección, pero también podría generar resistencia entre los sectores más conservadores.

Fridolin Ambongo Besungu, el congoleño de 65 años es el presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar. El conservador, anuló la doctrina de la Fiducia suplicante, la cual permitía a los sacerdotes bendecir a parejas no casadas o del mismo sexo en el continente africano.

Peter Ebere Okpaleke, el nigeriano de 62 años es otra de las opciones africanas. “Podría ser el tapado”, alerta San Martín. La vaticanista explica que es más de centro que Ambongo Besungu, y tiene un bagaje interesante a nivel pastoral. Nombrado por Benedicto XVI recién pudo ocupar su puesto gracias a la determinación de Francisco que luchó por él cuando su propio país le ponía trabas a su nominación.

Charles Maung Bo, el arzobispo de Yangón (Myanmar) de 76 años, expresó su condena contra la violencia que ha provocado la junta militar del país, especialmente contra las aldeas y las iglesias católicas. Myanmar, un país mayoritariamente budista, ha sido escenario de ataques por parte del régimen militar, que también afectaron a la aldea de Monhla, su lugar natal, asaltada por las fuerzas militares en 2022.

El cardenal italiano Pierbattista Pizzaballa de 60 años, es el patriarca latino de Jerusalén y se posiciona como “papable”.

Con una carrera marcada por la diplomacia y el cuidado de las minorías cristianas en el Oriente Medio, Pizzaballa no solo ha enfrentado desafíos religiosos y políticos, sino que también ha demostrado una habilidad excepcional para navegar las aguas turbulentas de los conflictos regionales. Con un perfil que se aleja de las divisiones internas del Vaticano, Pizzaballa representa una opción interesante para muchos observadores del Vaticano, quienes lo ven como una figura que podría traer estabilidad y equilibrio al papado en un momento crucial.