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Un insólito episodio estuvo en la primera plana de los medios de comunicación: dos diplomáticos rusos se negaron a un control de alcoholemia en el barrio porteño de Recoleta y desataron un debate tras asegurar que no pueden ser inspeccionados por ser funcionarios de la Embajada de Rusia.

A solo horas de la controversia inicial en Recoleta, se conoció un segundo caso similar, lo que incrementó las tensiones y la preocupación por el respeto a las normas locales por parte de quienes gozan de inmunidad diplomática.

Mientras las imágenes del primer caso aún ocupaban las pantallas de los canales de noticias, otro diplomático de la misma embajada fue detenido en un control similar. Este nuevo episodio, aunque menos mediático, replicó un patrón similar al del primer caso: negativa a colaborar, falta de entrega de documentación y un operativo que también demandó la presencia de fuerzas policiales.

Si bien las autoridades no brindaron detalles específicos sobre el segundo conductor ni el vehículo involucrado, se confirmó que ambos incidentes ocurrieron en un contexto de controles masivos por las celebraciones navideñas, en los cuales se realizaron más de 5.400 pruebas de alcoholemia en toda la Ciudad.

 

El primer caso

El primer incidente ocurrió alrededor de las 10:45 de la mañana del 25 de diciembre, cuando un diplomático ruso, a bordo de un Volkswagen Bora blanco con dominio “D094CSB”, fue detenido en un control de tránsito en Recoleta. El conductor se negó tanto a realizar el test de alcoholemia como a entregar la documentación requerida.

Durante casi una hora, permaneció dentro del vehículo, grabando con su teléfono celular mientras los agentes intentaban convencerlo de colaborar.

El operativo, que contó con la intervención de agentes de la Policía Federal y la Policía de la Ciudad, concluyó con el acompañamiento del vehículo hasta la embajada rusa, donde se labró el acta correspondiente. Según la Constitución Nacional, los diplomáticos están obligados a respetar las leyes y reglamentos del país receptor, pese a gozar de ciertos privilegios e inmunidades.

 

Lo que dice la convención de Viena de 1961

Para responder a la gran cuestión que arrastra este insólito episodio navideño es necesario remitir a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas firmada en 1961 que establece un régimen de inmunidades y privilegios para el personal diplomático.

Lamentablemente para los rusos, el artículo 41 de esta convención indica que la inmunidad no implica un derecho absoluto de los agentes diplomáticos para resistirse a las autoridades del Estado receptor: "Sin perjuicio de sus privilegios e inmunidades, todas las personas que gocen de esos privilegios e inmunidades deberán respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor", según el texto de la norma.

No obstante, el artículo 31 del mismo acuerdo señala que un agente diplomático puede negarse a someterse a un control de alcoholemia en virtud de la inmunidad de jurisdicción penal y administrativa que establece la convención. En este sentido, la inmunidad protege al diplomático de cualquier medida coercitiva, incluida la obligación de someterse a procedimientos legales o administrativos, como un control de alcoholemia.

En este sentido, el primer secretario de la Embajada de Rusia en la Argentina manifestó que se está "violando la inmunidad" diplomática.

En cuanto a los automóviles de la embajada rusa, la convención explica en el punto 3 del artículo 22 que "los locales de la misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como los medios de transporte de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o medida de ejecución".