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Después de 16 años de querer vivir la experiencia del Milagro salteño, junto a los peregrinos de la Puna, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva confesó: “El verdadero milagro fue estar al lado de nuestra gente”.

Más de 17 mil peregrinos desde San Antonio de los Cobres llegaron en la jornada sabatina a la capital salteña en lo que fue una dura, pero emocionante, travesía para renovar el pacto de fe con el Señor y la Virgen del Milagro.

Previo a su ingreso a la Catedral Basílica, detuvieron su marcha en el Jockey Club, lugar en donde pudieron compartir los alimentos y ser asistidos por servicios de salud y, en donde pudieron ser testigos del corazón solidario de muchos salteños que se acercaron a recibirlos.

Vivir la experiencia de la fe junto al pueblo es algo que trasciende lo común. Participar de este milagro fue profundamente emocionante para quienes esperaron tanto tiempo por hacerlo realidad, así lo expresó en Aries el Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva.

“Hace 16 años tenía ganas de hacerlo y se dio este año, y ha sido muy emocionante”, compartió.

"Me impactó su fe, su sencillez y la fraternidad de la gente que nos apoyaba en el camino, ofreciendo agua, frutas y empanadas", declaró a FM Aries al tiempo que resaltó cómo la generosidad se hizo presente a lo largo de la travesía.

El milagro no es solo llegar a destino, sino sentir la unión con el pueblo y su fortaleza espiritual. "Para mí, el verdadero milagro fue poder estar al lado de nuestra gente", expresó con emoción García Cuerva. En tal sentido, recordó las palabras del Papa Francisco, quien llama a que los pastores deben tener "olor a oveja".

"Hoy, me llevo ese olor a pueblo, a fe, y me siento muy feliz", manifestó.

Este encuentro de fe no solo es un testimonio de esperanza, sino también un llamado a contagiar lo bueno. "Así como debemos tener cuidado de no contagiarnos el Covid-19, también hay que contagiar lo positivo. Le pido al pueblo salteño que contagie su fe y su sencillez a todos los argentinos", subrayó, reconociendo la pureza y autenticidad que vive en cada corazón creyente durante la festividad.

Cuando se dice "Feliz Milagro", no se trata solo de una celebración, sino de reconocer que estamos viviendo el milagro de la fraternidad, de la solidaridad, y de ser un pueblo unido por una misma meta. Es una invitación a seguir caminando juntos, con la fe como guía y la esperanza como compañera inseparable, concluyó.