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El presidente, Alberto Fernández, se mantiene firme en su decisión de no modificar el gabinete de ministros luego de la presentación de renuncias de los funcionarios cercanos a la vicepresidenta Cristina de Kirchner.

Luego de una tarde cargada de reuniones con sus colaboradores más cercanos y los ministros que no dimitieron, el jefe de Estado resiste y no planea cambios. Además recibió respaldos de gobernadores, intendentes, líderes sindicales y organizaciones sociales.

Quienes dicen conocer la trama de las negociaciones dentro del Frente de Todos señalan que una de las razones que argumentaba el presidente Alberto Fernández para no deshacerse de colaboradores cercanos era que “no quería ser padre de la derrota, mientras otros, como el gobernador Axel Kicillof, que también perdió en su territorio, no había despedido a ninguno de sus ministros”.

La respuesta impulsada por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner -según comentan- fue provocar la renuncia de todo el Gabinete del gobernador bonaerense, como se conoció esta mañana.

Se interpretó como una forma de los sectores duros del kirchnerismo de provocar la salida de los ministros del gabinete nacional que más cuestionan, particularmente el jefe de ministros, Santiago Cafiero, el titular Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el jefe del Palacio de Hacienda, Martín Guzmán.

En vez de resolver los relevos, el presidente Alberto Fernández participó tanto el martes a la tarde como ayer en actos acompañado por el ministro de Economía, ratificando a Guzmán en un gesto, según comentan sectores cercanos al kircherismos, se consideró como “una provocación”.

 

Renuncias a disposición

En este contexto es que explican que en el acto del lanzamiento del proyecto de Ley de Hidrocarburos no estuviera presente el ministro del Interior, Wado De Pedro, uno de los hombres más cercanos a Cristina, porque se encontraba redactando su renuncia, decisión que dio a conocer públicamente. A De Pedro le siguió la dimisión de los funcionarios más cercanos a la vicepresidente, que conforman medio gabinete nacional. También renunciaron los ministros de Justicia, Martín Soria, de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza, la titular del PAMI, Luana Volnovich, la titular de Anses, Fernanda Raverta, Paula Español, secretaria de Comercio interior, Tristán Bauer, ministro de Cultura, y el titular de Medio Ambiente, Juan Cabandié.

Lo concreto es que, hasta el momento, el Presidente sigue resistiendo la presión de Cristina de entregar ministros como consecuencia de la derrota electoral, según se comenta en la Casa Rosada.

A partir de las 16.30 horas que volvió el presidente a la Casa Rosada mantuvo numerosas reuniones con sus ministros y colaboradores más estrechos. En reuniones por separado habló con su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero y los ministros: Martín Guzmán, Gabriel Katopodis, Matías Kulfas, Claudio Moroni, Juanchi Zavaleta, Julio Vitobello, Vilma Ibarra y Sabrina Frederic.

En tanto, cerca de las 17 horas llegó Aníbal Fernández quien en más de una oportunidad se lo menciono como una figura para integrar el gabinete nacional.

Durante la tarde el Presidente recibió el respaldo de gobernadores, intendentes, gremios y organizaciones sociales que incluso preparan una macha mañana a Casa Rosada.

 

Soledad

“Para enfrentarse al ala kirchnerista más dura Alberto tendría que haber generado alianzas”, sostienen en la oposición y en sectores del peronismo. El problema es que, al haber tomado esta decisión de manera unilateral, sin buscar alianzas políticas provoca la debilidad de la fuerza gobernante.

Algunas versiones indican que el mismo domingo la vice presidenta le habría pedido a Alberto que dimitan algunos ministros como Cafiero, Kulfas y que Guzmán quede como una especie de Ministro o Secretario de Finanzas para negociar la deuda externa.

Desde sectores del kirchnerismo se insiste en que una “correcta lectura” de los resultados de las urnas plantea la necesidad de cambios en el elenco gobernante. Y hacen foco particularmente en la gestión económica.

Al respecto, recuerdan que la vicepresidenta viene criticando desde hace tiempo lo que considera “medidas de ajuste” por parte del ministro Guzmán, un hombre al que observan, según señalan, muy preocupado por cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en desmedro de la situación socioeconómica de la Argentina.

En el kirchnerismo más puro se evalúa que una razón central por la que perdieron las elecciones fue la cuestión económica, y recuerdan que desde hace meses la vicepresidente viene demandando una recomposición del poder adquisitivo de la población.

Más allá de cuál sea la resolución del diferendo, que la discusión interna dentro del partido gobernante se haya trasladado a la esfera pública juega en contra de la imagen del Gobierno, según señalan analistas políticos, que observan un debilitamiento del presidente Alberto Fernández.

La resolución no parece sencilla, porque si el primer mandatario decidiera desprenderse de alguno de sus colaboradores, quedaría descolocado frente a su decisión de mantener a su equipo. Y si no lo hiciera, dejará expuesta la fractura dentro de la coalición gobernante al desatender los reclamos de los sectores cercanos a la vicepresidenta.

En este contexto, quien está buscando encontrar un punto acercamiento es el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, en una jugada que tal vez lo lleve al Poder Ejecutivo.

También, la movida de la renuncia de los ministros y colaboradores “más kirchneristas” es interpretada como una jugada para preservar su caudal electoral y permitir un giro a la “derecha”.

Es decir, un acuerdo con el FMI necesariamente implicará un severo ajuste de las cuentas públicas. Si este año está previsto un déficit fiscal en torno del 3/3,5% es de suponer que como mínimo la demanda será de un déficit inferior.