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Victoria Villarruel tuvo que utilizar su voto tres veces para definir. Primero en la votación en general y luego en dos artículos en particular. La pulseada dejó en el camino a varias partes de la Ley Bases y del paquete fiscal.

El jueves de madrugada, luego de 18 horas de debate, Javier Milei vio la versión posible de los dos primeros proyectos que envió al Congreso desde que asumió la presidencia. Seis meses después, el Senado aprobó con lo justo ambos textos, pero con modificaciones que los devolverán a su cámara de origen, es decir, a Diputados, donde comenzará otra negociación que también interpelará al peronismo.

El gobierno llegó a la aprobación del Senado con nuevos reacomodamientos en el esquema de poder que rodea al presidente. La cabeza de Nicolás Posse rodó hace dos semanas y lo reemplazó Guillermo Francos, que cedió en una serie de reclamos opositores para alcanzar los dictámenes de mayoría que el miércoles llegaron al recinto. Fue una accidentada síntesis de la ley posible que puede tener el Gobierno, pero no será el último capítulo, porque los cambios aceptados en el Senado ahora deberán pasar a Diputados, en una segunda revisión donde la cámara de origen podrá aceptar o rechazar por mayoría simple las modificaciones que le sumaron. Si esos cambios fueron incluidos por dos tercios en el Senado sólo pueden ser rechazados en Diputados por el mismo número. Hasta ahora hay un sólo caso. El capítulo del blanqueo fue aprobado por unanimidad del recinto. Los 72 votos que aprobaron esa parte del paquete fiscal ya quedaron prácticamente firmes, porque el oficialismo no tiene la posibilidad de insistir con la unanimidad de la Cámara Baja.

A los saldos políticos del jueves por la madrugada se suman dos datos gravitantes. Villarruel quedó empoderada, especialmente hacia la interna del gobierno, y Francos no estuvo sólo, sino que habría contado con la ayuda del excandidato del FdT y actual secretario de Turismo, Daniel Scioli. El exmotonauta habría buscado puentes con el peronismo y los resultados subieron sus acciones como el peronista permitido de Milei. La vicepresidenta no forma parte de la mesa chica del presidente y se mide de igual a igual con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. La titular del Senado tiene una mucha mejor coordinación con Francos que con su vecino, el presidente de la Cámara Baja, Martín Menem, el dirigente del oficialismo que más respaldo tiene de la hermana del presidente.

Durante la sesión, rápido de reflejos, el titular de Diputados se mostró por los pasillos del Senado. Con ese gesto algunas fuentes deslizaron que Menem se había instalado en el despacho de Villarruel para seguir la votación, pero los que jugaron de locales se encargaron de asegurar que nunca sucedió. La corrección de la información, desde adentro del Senado, confirma que la coordinación entre las dos principales autoridades del Congreso no es la que parece. Ahora será puesta a prueba nuevamente y también con Francos, porque el oficialismo buscará que los bloques de la oposición dialoguista insistan en la versión original que aprobaron en Diputados. Todo un desafío para el Senado, cuyos integrantes podrían desquitarse en el futuro si el trámite que cerró el miércoles es desconocido en la etapa que viene.

El jueves por la tarde Francos se reunió con los jefes de las bancadas de la oposición dialoguista para resumir los sondeos de las semanas previas para saber con qué contaban, ahora que pasó el cedazo del Senado. Comenzó un operativo para lograr la mayor ratificación posible de la versión original. El ministro coordinador sostuvo que la lista de necesidades se concentra en lograr la ratificación en Diputados de la reimposición de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias y a los Bienes Personales. Estaban en la versión del paquete fiscal que aprobó la Cámara Baja pero fueron rechazados en el miércoles pasado. El plan de Francos es que esos rechazos del Senado queden sin efecto. «Por los demás temas, no nos vamos a inmolar porque los bloques dialoguistas de Diputados quieran insistir con la versión original», remarcaron en el gobierno.

La idea es navegar este nuevo escenario en medio del río revuelto que dejó el tratamiento del Senado. Francos sabe que los diputados del radicalismo, de Hacemos Coalición Federal y del PRO no quedaron muy contentos. No sólo por las más de 40 modificaciones, sino porque senadores como el radical Martín Lousteau o la larretista Guadalupe Tagliaferri se preguntaron cómo podía ser posible que a los diputados se les habían «escapado» temas controversiales dentro del Régimen del Incentivo para las Grandes Inversiones, en el paquete fiscal e incluso en los artículos de facultades delegadas y en el paquete de privatizaciones.

Los bloques de la UCR en las dos cámaras han vuelto a un estado de ebullición. En el Senado, los correligionarios de Lousteau le cuestionan haberse cortado sólo, con un dictamen por separado. El senador es presidente del Comité Nacional de la UCR y sostiene que expresó las críticas orgánicas de cada organismo del partido. La bancada tiene 13 senadores y sólo uno jugó un dictamen alternativo. Las diferencias no quedaron ahí. Se proyectan sobre las 34 voluntades del bloque radical de la Cámara Baja, conducido por Rodrigo De Loredo, uno de los que más interesado estaba en saber si Francos traía pactos del Senado que tenían que respetar ahora.

Los radicales no tienen una posición común sobre algunas modificaciones del Senado y no les cayó en gracia que el oficialismo extirpara la derogación de la moratoria previsional y la prestación proporcional para quienes no llegaron a los 30 años de aportes. Una parte tampoco está de acuerdo con sacar a Aerolíneas Argentinas del paquete de privatizaciones. Lo mismo sucede con el Correo Argentino y con Radio y Televisión Argentina. Ese cisma podría abrir la puerta a otras articulaciones opositoras, especialmente con UxP que todavía no definió si buscará evitar algunas ratificaciones o si directamente se abstendrá, quedando al margen de una pulseada que se definirá por sí o por no, sin chances de meter cambios. 

Una parte de las modificaciones acordadas en el Senado fueron impulsadas por gobernadores patagónicos aunque también rechazaron la última oferta del gobierno sobre Ganancias y Bienes Personales. «Están en un problema. Si insistimos con la versión de Diputados, se encontrarán con una opción de los impuestos que no tiene declaración de zona desfavorable, ni un mínimo imponible más alto, como habíamos propuesto en el Senado», advirtieron en el Gobierno para mostrar el sabor amargo que les dejó el revés sobre los impuestos. Los patagónicos no aceptaron y ahora la Rosada espera que cambien sus posiciones ante el riesgo de que se queden sin nada.